En aquella primavera de 1915, justamente en la ciudad de Celaya así como en distintos puntos alrededor de la misma se dio una de las batallas más aguerridas entre los dos bandos militares más importantes del territorio nacional; la División del Norte al mando del general Francisco Villa, quien personalmente condujo las operaciones y una fracción del Ejército Constitucionalista comandado por el General Álvaro Obregón.
Los antecedentes
La situación por la cual atravesaban los ejércitos revolucionarios estaba dificultada por la separación geográfica luego de haber confluido en la Ciudad de México y de que habían dejado pasar su gran oportunidad de acorralar al ejército constitucionalista de Carranza y Obregón replegado en Veracruz.
La División del Norte había consolidado su presencia militar en el norte del país, dichas posiciones estaban muy alejadas del centro del país y Villa había partido de la capital hacia el Bajío y Jalisco, en donde se hizo popular por practicar expropiaciones parciales a los ricos en favor de los desposeídos. Sin embargo, el suministro de armas y municiones se había vuelto un problema central agravado por la injerencia del gobierno estadounidense, el cual se había decantado por Carranza, a quien las tropas yanquis dejaron un arsenal cuantioso al desocupar el puerto de Veracruz, mientras los envíos de municiones a Villa desde EEUU eran boicoteados.
Por otra parte, el Ejército Libertador del Sur no pudo cumplir con la encomienda de obstaculizar el paso de las tropas de Obregón al tiempo que perdía posiciones sobre la Ciudad de México y era replegado hacia el sur de la capital, cada vez más hacia Morelos, en donde los límites de su política comenzaban a manifestarse. El agrarismo revolucionario había sido incapaz de consolidar un programa nacional para el conjunto de los explotados y oprimidos del territorio en disputa, dichos límites ahora se trasladaban a la arena militar al encontrar un impás para liquidar a los “enemigos de la revolución”.
Mientras tanto los constitucionalistas con Carranza a la cabeza comenzaban un ciclo ascendente. Impulsado principalmente por la alianza que éste hizo con el gobierno estadounidense, dicho convenio no sería público en tanto que la relación de fuerzas todavía no vislumbraba una victoria clara del bando constitucionalista.
Así, el gobierno encabezado por Woodrow Wilson, quien había desconocido a Huerta como presidente de la república y conspirado su caída, buscaba entre las distintas facciones en pugna cual garantizara la dominación económica y, por lo tanto, su injerencia política en el territorio mexicano de manera estable.
Pasado el periodo de finales del 1914 con el punto más alto de la revuelta campesina con la ocupación de la Ciudad de México, el ejército constitucionalista combinaba varias tácticas militares.
La consolidación de los "puntos fuerza" donde se apoyaba, en este caso Veracruz (puerto comercial más importante de la época y desde el cual recibía armas del extranjero principalmente EEUU), al mismo tiempo que retomaba la ofensiva sobre los puntos conquistados por sus adversarios. Tal fue el caso de Puebla, arrebatado a los zapatistas en conspiración con la retaguardia de la Convención mediante Eulalio Gutiérrez, quien desde este espacio boicoteaba y entorpecía las operaciones de sus “aliados”.
Francisco Villa para la primavera, apostó por la campaña “extensiva” desplegando al conjunto de sus tropas en varias ciudades del Bajío. Esta “maniobra” contenía una gran debilidad: no contaba con bastiones que le permitieran consolidar su autoridad política en dichas regiones. Obregón, luego de recuperar gran parte de la Ciudad de México como continuidad de su campaña que desde Veracruz y Puebla avanzó hacia el Bajío buscando interceptar a Villa, sabiendo que una de las operaciones de éste apuntaba hacia la toma del puerto de Tampico.
Ya desde inicios de marzo el general Eugenio Martínez había encontrado un primer enfrentamiento con las fuerzas villistas en el Estado de Querétaro, toda vez que éstas buscaban arremeter contra las tropas constitucionalistas para mantenerlas alejadas de los puntos convencionistas ubicados en la parte norte del Bajío. Esta primera escaramuza militar daría como resultado la victoria del general carrancista, quien de inmediato informó a Obregón del triunfo y así perfiló el formidable encuentro de ambos ejércitos.
Ante el avance de Obregón por el sur de la Sierra Gorda, precipitadamente Villa salió de Torreón con 8,000 hombres que uniría a las que ya tenía destacadas en esa región sumando así con 22,000 hombres para enfrentar al enemigo, aunque las sugerencias de su compañero Felipe Ángeles discrepaban de esta decisión, el Centauro del Norte se aferró a la idea de terminar de una vez por todas con la amenaza obregonista sobre la Convención.
El comienzo de la Batalla
Al cuarto día de abril, el general Obregón se hacía del control de Celaya y concentraba al conjunto de su división en Querétaro al tiempo que Villa concentraba sus fuerzas en Irapuato. Unos cuantos kilómetros eran los que separaban a estos dos poderosos destacamentos, que para muchos analistas hasta el inicio del combate ese 6 del mes, se encontraban en igualdad de fuerzas.
De inmediato y ante la proximidad de los ejércitos comenzaron los combates. Las tropas villistas, que venían de importantes triunfos en la zona norte del país mantenían una moral alta. La actitud del general Villa era fundamental ya que en su imaginario estaba decidido a vencer a Obregón en esta ciudad.
El exceso de confianza del general Villa se transmutaba en valentía y arrojo por el conjunto de la tropa. Por el contrario, las fuerzas constitucionalistas tenían una táctica más conservadora pero efectiva, ya que poseían un armamento superior al de sus contrincantes. Esta superioridad se encontraba concentrada principalmente en la sección de artillería, que contaba nada menos que con 130 piezas. Superaban así a los cañones villistas como herramienta de combate a distancia y funcionaban perfectamente contra la carta fuerte de la División del Norte: la caballería.
La actitud militar del mando obregonista fue hábil, sabía que Villa no había llegado para defender Irapuato, sino para atacar Celaya, por lo cual el conjunto de su táctica estuvo orientado a la defensa de sus posiciones, desgastar al ejército villista y aprovechar una oportunidad para la ofensiva.
Francisco Villa, eufórica y apresuradamente lanzó un ataque frontal contra las trincheras constitucionalistas. La artillería de punta y el método de combate en trincheras reducidas que era utilizado por los mejores ejércitos europeos en la Gran Guerra mostraba su eficacia contra el ejército campesino del norte. Éste no pudo avanzar en dos días de combate y, luego de cuarenta cargas de caballerías rechazadas y diezmadas por el enemigo, tuvo que replegarse urgentemente para reorganizar sus fuerzas en Salamanca.
El resultado objetivamente era una victoria parcial para los destacamentos obregonistas. De esta manera no solo se empezaba a romper el punto de equilibrio en detrimento de las fuerzas comandadas por Villa, sino que la batalla comenzaba a tener claramente un contenido estratégico, es decir, se perfilaba una victoria decisiva para uno u otro bando, por lo que ambos generales hicieron el llamado a la conformación de divisiones auxiliares y reforzamiento de las tropas.
De esta manera se completaba el primer combate de Celaya, aunque breve, adquirió una enorme relevancia para el conjunto del destino de la lucha armada por la que atravesaba la nación. Continuaremos con el desenlace de este combate y los factores que hicieron posible este desenlace en una próxima entrega. |