Luego de 3 meses, culminó la toma de planta de la autopartista de Burzaco, que dejaría a 130 familias en la calle y sin cobrar salarios adeudados. La necesidad de asambleas como órgano soberano de lucha y coordinación para tener más fuerza. Algunas lecciones de esta dura e importante lucha.
Luego de 3 meses de significativa lucha, hace unas semanas concluyó la toma de planta de la autopartista Stockl de Burzaco. Aún, los trabajadores no han percibido los sueldos adeudados desde noviembre del año pasado, tampoco han sido desvinculados en términos legales con despidos, ni han percibido su correspondiente indemnización. Resta ver si la intención de Rodolfo Stockl, es reabrir la planta buscando imponer peores condiciones de explotación laboral, o ira al completo vaciamiento de la misma.
Los trabajadores de Stockl mostraron una amplia predisposición de lucha, mantuvieron una vigilia permanente sobre la planta ocupada, realizaron movilizaciones al centro de Almirante Brown buscando comprometer al municipio de Mariano Cascallares, cortaron accesos al Parque Industrial de Burzaco, además de impulsar la coordinación entre distintos sectores con la convocatoria a asambleas solidarias, y para no quebrar la lucha por hambre, subsistieron a través de un fondo de lucha y sin la ayuda del sindicato, UOM. Fueron parte de distintas acciones, como la caravana que desde Cresta Roja, en la zona sur del conurbano bonaerense, se dirigió hacia el Obelisco para confluir en un corte junto a los trabajadores del Hospital Posadas y otros sectores en lucha.
Los trabajadores de Stockl han sido una referencia de lucha frente a un conflicto muy duro, y recibieron el apoyo de metalúrgicos de distintas fábricas como Canale, Siam, SIAT Tenaris y Zoloda, como también de La Salteña, La Serenisima, Coca-Cola, Shell, ferroviarios, de Pepsico, aeronáuticos y trabajadores de todo el país, así como estudiantes del Nacional de Adrogué, UNLZ y UNLa.
La patronal, el intendente peronista, Vidal y la burocracia sindical
Durante el transcurso de la lucha, los trabajadores de la autopartista, se encontraron con que la patronal no estaba sola, sino que tenía (y tiene) aliados que actuaron como garantes de su plan. En ese plano interactuaron el Ministerio de Trabajo, el municipio del peronista Mariano Cascallares, el Gobierno de Vidal y la burocracia sindical de la UOM.
En este escenario, el municipio, operó como un factor de desvío y contención de la bronca de los trabajadores, frente a la abierta jugada del Ministerio de Trabajo que nunca dio una respuesta favorable para que se mantengan las fuentes laborales, con la convocatoria a una “Mesa de Diálogo”, en la que tampoco se planteó una sola salida al conflicto, mientras los trabajadores veían pasar los meses sin un peso para mantener a sus familias. En este sentido, más allá del discurso opositor, el peronismo de la mano del intendente Cascallares, no se diferenció en absoluto a la política de ajuste y despidos del macrismo. Sólo promesas vacías, buscando que la lucha no trascienda ni cobre magnitud en su propio municipio. Era conocida la relación de Rodolfo Stockl con el intendente de Almirante Brown, quien incluso, visitó la planta años antes.
Metalúrgicos de Stockl junto a trabajadores de Shell y Coca-Cola en movilización contra los despidos impulsada por la asamblea del Hospital Posadas
Para revertir esta política, los metalúrgicos debieron tomar medidas de magnitud para responder. Las acciones de lucha para recuperar su fuente laboral, movilizaciones en el centro de Adrogué, cortes de la entrada al Parque Industrial de Burzaco fueron un paso en el intento de desenmascarar las maniobras de la patronal que se fugó de la planta, y de comprometer al gobierno exigiendo una respuesta al reclamo. Pero no hubo una respuesta positiva por parte del municipio, como tampoco de la burocracia sindical de la UOM, que actuó como un condicionante para que se corte el camino de las movilizaciones y organización democrática y solidaria.
La triada conformada por la burocracia sindical, el gobierno y la patronal, con la que se toparon los trabajadores al calor de la lucha, debió ser enfrentada con aliados y con la unidad de todos los sectores en lucha. Por esta razón, el rumbo de las asambleas de solidaridad cobraba vital importancia para ganar apoyo popular, coordinar con otros sectores, difundir el conflicto para que no quede aislado, y tomar medidas contundentes que realmente golpeen al gobierno y a la patronal, elementos claves. Y a todo esto, que la lucha se mantuviera en los márgenes que pretendía la burocracia de la UOM, con la expectativa de que en algún momento iba a pelear, generó desmoralización en muchos compañeros. Así, el activismo se debilitó, y fue llevado a un callejón sin salida, dejando pasar semanas enteras en el mes de febrero sin que se tomen medidas de lucha y sin convocar asambleas solidarias.
Por otro lado, aunque en el mismo sentido, es lamentable que algunas organizaciones de izquierda que estuvieron en el proceso, no hayan acompañado nuestras propuestas para salir de esta encrucijada, sino que por el contrario se ubicaron en forma acrítica porque había que "acompañar la experiencia de los trabajadores", cuando nos encontrábamos frente a una evidente maniobra de la burocracia sindical.
A lo largo del conflicto, los trabajadores organizados en el Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC), solidarios con los metalúrgicos de Stockl, alertamos sobre las maniobras de la burocracia sindical, que apostó al desgaste y a la derrota. Polemizamos con los dirigentes de la lucha y con compañeros de distintas fábricas metalúrgicas que son opositores a la actual conducción, y que promulgaban que la pelea debía mantenerse dentro de los márgenes de la UOM porque el sindicato vendría a ser un "un mal necesario" con el que habría que mantener un diálogo para maniobrar e intentar mantenerlo del lado de la lucha.
Sin embargo en los hechos, la UOM explícitamente se jugó a la derrota del conflicto e intentó frenar todo tipo de iniciativa por parte de la base. La política de exigencia hacia la dirección del sindicato para que realice un paro general y aporte de sus amplias arcas para el fondo de lucha, era una medida elemental para llegar al conjunto de la base del gremio. Era una forma de exponer y comprometer a la burocracia sindical, y en caso de que la burocracia no actúe favorablemente (como finalmente hizo), ganar el apoyo de la base del gremio metalúrgico para la lucha de Stockl, transformándola en una referencia de lucha y organización.
Si se hubiera tomado nota, desde el comienzo del conflicto, sobre las maniobras de la UOM, y con una orientación que superara la traición de la burocracia y con una dirección independiente y antiburocrática, no estaba garantizado el triunfo, pero se podía haber luchado en mejores condiciones. Cuando la dirección del conflicto tomó lecciones de este aspecto, momento en el que también la UOM directamente les retiró la obra social a los trabajadores y sus familias, el desgaste era importante. Para revitalizar la lucha, había que reorganizar al activismo y volver a buscar a la base. No era imposible, como lo demostró la última reunión de la comisión de solidaridad que se hizo en la fábrica, donde decenas de obreros acompañaron las propuestas que llevamos desde el MAC de sacar el conflicto hacia afuera, coordinar con las luchas y no depender de la conducción del sindicato.
Asambleas como órgano soberano de lucha y coordinación para tener más fuerza
Las asambleas de trabajadores de Stockl debieron ser el órgano soberano de la lucha. Los delegados, al comenzar la lucha habían sido recientemente electos, desplazando de la comisión interna a representantes que solo eran un apéndice de la burocracia sindical de la UOM. Si bien los nuevos delegados marcaban una ubicación completamente nueva con respecto a la anterior comisión traidora y propatronal, los métodos de asamblea como organismo máximo para que no solamente se voten medidas sino que también se garanticen las mismas, en este caso fue un método irregular.
Por momentos los delegados concentraban el poder de decisión, o apelaban a asambleas informativas, y en otros, a medidas que se tomaban colectivamente en asambleas democráticas. Pero el método de la democracia obrera, con libertad de tendencias de los compañeros que se encuentran en la lucha, no fue la norma en la cual se actuó. Y la vez, las asambleas solidarias, que tendieran a la coordinación con otros sectores en lucha, como el Posadas, Inti, Cresta Roja, y otros, nunca tuvieron que abandonarse, menos aún, cuando era un pedido exclusivo de la burocracia sindical que extorsionó a los trabajadores amenazándolos para que no recurran al apoyo solidario y aislar la lucha.
El boicot directo de la UOM para evitar que confluya la lucha de Stockl con la del Posadas, por ejemplo, fue evidente. Más allá de eso, los trabajadores de Stockl y algunos de sus delegados participaron de instancias de coordinación, pero ese camino había que llevarlo hasta el final para sacar el conflicto del aislamiento al que lo querían condenar y forjar una unidad obrera que los fortalezca.
Una visión desde la izquierda clasista
Desde un primer momento, el PTS en el Frente de Izquierda y en el MAC, apostó al triunfo de la lucha de Stockl. Destacadas delegaciones participaron en cada medida de lucha, con la colaboración y participación del diputado Nicolás Del Caño que aportó 20 mil pesos al fondo de lucha, impulsado la venta de bonos solidarios, colecta de alimentos, 130 litros de gaseosas donada por trabajadores de Coca-Cola, remeras para ser estampadas con el logo de los trabajadores de Stockl. Fue la corriente que propuso las asambleas solidarias como método para garantizar y extender el apoyo y que se resuelvan medidas fuertes. Que se establezcan comisiones de trabajadores para diversas tareas, la coordinación de medidas en común con trabajadores del Hospital Posadas y Cresta Roja. Ha planteado como norte del conflicto la pelea por la estatización de la planta, para comprometer tanto al gobierno municipal de Cascallares como a Vidal, para que se reabra la fábrica y se produzcan mobiliarios para hospitales y escuelas públicas.
Los legisladores del PTS-FIT, Nicolás del Caño y Patricio del Corro junto a los trabajadores de Stockl
Sin embargo, no existió una fuerte organización clasista en la fábrica que pueda enfrenar las maniobras de la burocracia sindical, y es crucial que las lecciones de la lucha de Stockl sirvan para abrir un debate al interior del gremio metalúrgico de qué tipo de oposición se necesita al interior del gremio, para sacar a la podrida burocracia sindical y que la UOM sea conducida por sus trabajadores. Porque de lo que se trata es de recuperar los sindicatos para los trabajadores y trabajadoras. Por esto, es imperioso formar fuertes agrupaciones clasistas en cada gremio, empezando por aprovechar que en las bases metalúrgicas hay descontento y bronca con la conducción del gremio y las condiciones de trabajo que incluyen bajos salarios, precarización, persecuciones, entre otras, así como experiencia de delgados y luchadores honestos, que se propongan este objetivo.
Es necesario que los trabajadores no comiencen de cero ante cada lucha por venir, las patronales buscan constantemente atacar las conquistas del movimiento obrero, y la rama metalúrgica es un sector que se encuentra en la mira. Las lecciones de la lucha de Stockl son cruciales para no caer nuevamente en las trampas de la burocracia sindical. Desde el Movimiento de Agrupaciones Clasistas, compuesto por militantes del PTS e Independientes, referentes obreros de más de 62 gremios, intentamos trasladar estas conclusiones apostando al avance en la conciencia de los trabajadores y su organización en agrupaciones clasistas, antiburocráticas, y por la independencia política de los trabajadores.