Foto: El país
El gobierno de Evo Morales se ha propuesto “reestablecer” la economía del país, que después de una época de vacas gordas parece dirigirse a una de vacas flacas producto de la recesión internacional, la caída de reservas de gas, entre otros; y no encuentra mejor manera de hacerlo que abriendo las puertas al fracking de mano de las transnacionales.
Es por ello que, el día de ayer, en un evento realizado en Tarija, el presidente Evo Morales, quien presidió la firma de convenios entre la empresa Cancambria Energy Company S.A y la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), dio paso a la exploración de hidrocarburos en las regiones del Chaco, Santa Cruz, Chuquisaca y principalmente, Tarija, mediante la controversial técnica llamada fracking.
El fracking o extracción por fracción hidráulica es una técnica usada por las trasnacionales a la hora de destruir el medio ambiente; las poblaciones que se han visto afectadas por la misma saben muy bien el daño irreversible que provoca.
La técnica del fracking, parte de la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales en la roca de esquisto, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros. Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, la fracturación hidráulica conlleva la ocupación de grandes extensiones de territorio. Uno de los mayores impactos es la contaminación de grandísimas cantidades de agua que se usan para realizar estas inyecciones en las rocas con objeto de que liberen el gas, además de dejar el suelo sumamente inestable y propenso a movimientos sísmicos. En conclusión, el fracking es un atentado medioambiental en toda regla, y mientras hay países que están evaluando su prohibición, Evo junto a su gabinete buscan implementarlo nada menos que dentro de áreas protegidas.
Una de estas áreas protegidas es Tariquía. Desde que el gobierno del MAS dio piedra libre para la exploración y explotación petrolera dentro de las áreas protegidas, mediante el decreto supremo 2366, hubo un fuerte y contundente rechazo por parte de la mayoría de los comunarios en Tariquía a la entrada de las petroleras en su territorio, y por eso mismo, el año pasado vinieron marchando desde la Reserva a la capital del departamento en señal de protesta, ya que su decisión estaba siendo ignorada. Felicindo López, ejecutivo de la subcentral del cantón Tariquía, a fines de marzo, expresó:
Se ha realizado una reunión entre los comunarios de toda la zona de Tariquía, donde se ha emitido un voto resolutivo que señala el rechazo rotundo del ingreso de las empresas petroleras al corazón de la reserva.
A pesar de eso las actividades petroleras ya se están realizando, en los distritos 10 y 11 de la reserva, en lo que se denomina como corazón de Tariquía, donde habitan la mayor cantidad de comunarios.
Imagen: Reserva de Tariquía
La estrategia del gobierno es clara, dividir y comprar. En el último año se han construido casas para los comunarios, además de ofrecer servicios básicos como si fueran un privilegio y no una obligación de parte del Estado.
En este marco y en conmemoración de un nuevo aniversario del Departamento de Tarija (15 de abril), Evo Morales promulgó la nueva ley 1051 que autoriza a YPFB a suscribir los contratos para la exploración y explotación en el área de Iñiguazú, ubicada en este Departamento, próxima a la reserva de Tariquía.
“En estos contratos de nuevas exploraciones y explotación del gas, el ministro (de Hidrocarburos, Luis Sánchez, NdR) nos informa que Huacarate Jaguar X-6, a cargo de Shell, con una inversión de 1.987 millones de dólares; en Iñiguazu con 490 millones dólares por parte de Repsol, estas nuevas inversiones para el departamento de Tarija suman 2.477 millones de dólares”, expresó Evo Morales en un acto público el pasado jueves.
En medio de todo este panorama, Morales, el día de hoy, hizo gala de un cinismo indignante, al presentarse en la Cumbre de las Américas que se realiza en Perú, con un discurso “pro-pachamama”, y pidió nada menos que la armonía de la acción humana en la explotación de recursos con la preservación de la naturaleza. Aseguró que la crisis del capitalismo compromete la vida de la humanidad, y llamó a cambiar las acciones de depredación para cuidar el continente americano, como si la hermandad de su gobierno con los grandes empresarios y las transnacionales no fuera una representación del capitalismo más burdo. Textualmente dijo: "La Madre Tierra nos ha dado todos sus dones, no es posible que tratemos de explotar más allá de lo necesario y elemental", como si el fracking no fuera un ejemplo exacto de lo que significa explotar más allá de lo racional.
No está demás recalcar que esta ofensiva extractivista de parte del MAS contra los territorios indígenas y campesinos y la naturaleza en general ya se viene dando hace algunos años. Primero comenzó con el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure) queriendo construir una carretera -cuya utilidad es al servicio de las trasnacionales- que dividiría a este territorio a la mitad; luego siguió con las mega represas que se pretenden construir en el Bala y Chepete y en Rositas, en desmedro de los procesos naturales de los ríos y de los habitantes del lugar. Ahora el territorio que se encuentra en inminente amenaza es la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía, en la que se pretende realizar exploraciones para extracción de gas.
Lo que hasta ahora ha salvado a Bolivia de la deforestación en gran escala, de la extracción agresiva de recursos, de la extinción de algunas especies, ha sido el resguardo de las áreas protegidas, que tenían calidad de intocables. Pero ahora que Evo Morales ha cruzado esa frontera, y contra toda lógica de su discurso pachamamista, está entrando a destruir el corazón mismo del patrimonio natural nacional. Debemos oponer franca y abierta lucha contra él, en apoyo a las decisiones de los pueblos indígenas y campesinos, a la exigencia de los mismos de tener condiciones dignas de vida sin que eso signifique sucumbir a la lógica extractivista del gobierno y las trasnacionales. Al derecho de todas y todos de vivir en verdadera armonía y respeto con la naturaleza reestableciendo, como decía Marx, el metabolismo entre el ser humano y la naturaleza, mientras el capitalismo, defendido por gobiernos imperialistas y falsamente socialistas, la destruye. |