Según las primeras declaraciones realizadas en los medios de comunicación se trataba de Cristian Alon, de 39 años, quien recibió una descarga eléctrica mientras se encontraba realizando tareas de mantenimiento y falleció casi de forma instantánea. El hecho ocurrió durante la noche que va del lunes al martes. La muerte del trabajador fue constatada, según diversos medios, por la policía presente en el lugar.
Cristian trabajaba en una de las empresas tercerizadas que se encuentran dentro de la planta de la multinacional italiana. Para la patronal y para la conducción del SMATA se trata de trabajadores “de segunda”, condenados a los peores trabajos, de noche, en las alturas, con pésimas condiciones.
Esto significa también ser condenados al olvido. Al no ser parte de la “familia Fiat”, la patronal se ocupará de esconder el caso como ocurrió en Fiat en el 2014, cuando un obrero de limpieza -que también trabajaba en altura- cayó al vacío.
Muertes obreras en Córdoba
Esta pérdida se suma a la larga lista de muertes y accidentes graves de trabajo que ocurren anualmente en Córdoba. La causa principal de los fallecimientos reside en la desidia empresarial. Desidia que se halla estrechamente ligada con el objetivo capitalista de obtener una mayor productividad del trabajo y mayores ganancias.
Como se había señalado en este medio, a partir de un informe hecho entre el Ministerio de Trabajo de la provincia y la Superintendencia de Registro de Trabajo de la Nación, a lo largo del 2014 fallecieron 6 trabajadores en la provincia.
Pero esa cifra no da la magnitud real de la situación que sufren los trabajadores y los riesgos que afectan su salud. El mismo informe da cuenta de 50 y 32 muertes ocurridas en 2012 y 2013 respectivamente. Una parte de la caída en estos escalofriantes números tiene que ver con que el gobierno provincial, después de casi 15 años de gestión, decidió implementar un número mayor de inspectores del Ministerio de Trabajo para controlar los establecimientos y, en particular, las obras de construcción. Eso no ocurrió por preocupación propia sino que fue una respuesta a los reclamos de familiares de las víctimas y organizaciones de izquierda como la Juventud del PTS y organismos como del CeProDH.
Pero la otra cara del informe, la que “ayuda” a bajar el número real de muertes, tiene que ver con dejar de lado en el recuento a quienes fallecieron en tránsito entre sus lugares de trabajo y su domicilio o viceversa. En años anteriores, ese dato había implicado el 60 % del total de las personas muertas. Un verdadero maquillaje de los números para mostrar “gestión” provincial en un área donde abunda la impunidad patronal.
En IVECO la vida obrera no vale nada
Dentro del marco de los datos generales de la provincia hay que agregar lo que ocurre puntualmente al interior de la planta de Iveco. Repasemos algo de lo ocurrido en los últimos años para mostrar hasta donde llega el desprecio por la vida de los trabajadores por parte de esta multinacional imperialista de capitalistas italianos.
En setiembre del año 2010, producto de la negligencia patronal, un guinche mal soldado caía en la cabeza de un trabajador contratado que terminó con 8 puntos de sutura. Ese día la indignación de los trabajadores hizo que se retiraran todos. Como denunciaron los mismos operarios en ese momento en el periódico La Verdad Obrera, ninguno de los cientos de guinches que existían en la empresa tenía el mantenimiento adecuado. El que se desprendió tenía una soldadura endeble. Una verdadera “Ruleta rusa” para la vida obrera.
Pocos días después, una cabina de camión –que pesa miles de kilos- se desprendió y cayó al suelo. El hecho de que no hubiera trabajadores cerca evitó que esto se convirtiera en una tragedia o un accidente grave donde un trabajador pudiera quedar aplastado.
Un año después, en setiembre de 2011, otro trabajador de Iveco sufría tres fracturas en un brazo, producto de otro accidente. Hecho que sucedió porque tuvo que acomodar manualmente una pieza dentro de una máquina que no contaba con el mantenimiento adecuado. Esto ocurría a pesar de los reclamos constantes de los operarios. Cuando lo estaba haciendo, la máquina se puso en movimiento y le succionó el brazo, produciéndole las quebraduras y la pérdida de parte de un dedo.
La muerte de Cristian Alon ocurre en esa misma planta. Hasta el cierre de esta edición la empresa no ha realizado declaraciones o informado cómo ocurrió el hecho. Que el trabajador haya sufrido la muerte por electrocución no puede ser explicado sólo como un “accidente”.
Ganancias y nada más
Hace casi 150 años, el revolucionario alemán Karl Marx, fundador junto a Federico Engels del socialismo científico, escribió “el capital no pregunta por el límite de vida de la fuerza de trabajo. Lo que a él le interesa es, única y exclusivamente, el máximo de fuerza de trabajo que pueda movilizarse y ponerse en acción durante una jornada. Y para conseguir este rendimiento máximo, no tiene inconveniente en abreviar la vida de la fuerza de trabajo” (El Capital).
Esa definición contiene una enorme actualidad. Como hace más de un siglo, para los capitalistas lo esencial sigue siendo obtener el mayor rendimiento posible de la fuerza de trabajo de los obreros. De allí que no fijan límites a la hora de exponer a los trabajadores y trabajadoras a los peligros que implicar la falta de mantenimiento de las maquinarias, las pésimas condiciones de higiene y seguridad o los mismos ritmos extenuantes de trabajo que ocasionan, además de accidentes, todo tipo de enfermedades laborales.
En esa constante búsqueda de exprimir más a los trabajadores deben contarse las muertes en tránsito hacia el trabajo o hacia el domicilio. Las mismas dan cuenta de los castigos o aprietes que se sufren por una llegada tarde o un retraso.
Para el capitalista los trabajadores y su fuerza de trabajo son una mercancía más. El abaratamiento de los “costos de producción” de esa mercancía va de la mano con exprimir hasta el máximo esa fuerza de trabajo, en el afán de aumentar la ganancia capitalista.
Cómplices
Así como no se conocieron declaraciones de la empresa, tampoco hubo una sola palabra, hasta el momento, por parte de la conducción del gremio de los mecánicos cordobeses. El SMATA mantuvo un silencio hermético que, lamentablemente, no resulta sorpresivo. No está de más recordar que su titular, Omar Dragún, fue el ministro de trabajo de De la Sota entre fines de 2011 y mayo del 2013. A esos años corresponden las cifras brutales de muertes antes señaladas.
Durante su gestión como ministro, Dragún garantizó a las patronales completa impunidad para jugar con la vida y la salud de los trabajadores. Ahora, nuevamente en la conducción del SMATA, sigue garantizando la impunidad de estas multinacionales a la hora de “achicar costos” que puedan afectar a los trabajadores.
La muerte de Cristian Alon parece estar dejando nuevamente al desnudo la trama de la impunidad de la que goza el gran empresariado en Córdoba. Junto a la represión policial que se cobró la vida de Ismael Sosa, ese es el “modelo” que De la Sota quiere “exportar” nacionalmente. |