En su primer discurso frente a la Asamblea Nacional, el nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, reivindicó a la vieja generación que luchó en la Sierra Maestra y dijo que su gobierno seguirá el ejemplo de ella y dará "continuidad a la revolución". En particular, saludó al presidente saliente Raúl Castro y dijo que él, desde la dirección del Partido Comunista, seguirá tomando las "principales decisiones del gobierno", todo lo cual arrancó un cerrado aplauso de los 605 diputados que componen el parlamento cubano.
Además, el nuevo jefe de estado aseguró que en Cuba no habrá "ninguna restauración capitalista" y que esta legislatura "velará por la actualización y el perfeccionamiento del modelo socialista cubano". Por último ratificó la línea que hace años plantea el gobierno, de negociar sobre todos los temas con EEUU en un marco de "igualdad y respeto". La relación con el imperialismo va a ser una de las claves del mandato de Díaz Canel en momentos que Donal Trump encabeza un cambio en su política hacia Cuba, con una retórica agresiva y medidas que refuerzan el bloqueo económico como la prohibición de viajes turísticos y el comercio con el holding estatal cubano Gaesa (en manos de la cúpula de las FAR).
Conseguir apoyo popular y consenso en las alturas
Toda la retórica en su discurso sobre la defensa de la revolución, parece más que nada dirigida a resolver el primer problema que enfrentará el nuevo gobierno y que es clave para encarar el resto de la abultada agenda pendiente: conseguir asentar políticamente su administración ya que no cuenta con el prestigio de la dirección histórica y debe ganar legitimidad (más allá de la que puede darle el proceso de elección constitucional) frente a las masas y conseguir consenso (o disciplina) entre las alas de la burocracia que tienen intereses y visiones propias sobre las políticas a seguir, especialmente en cuanto a los ritmos de implementación de las reformas pro capitalistas.
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Para ganar esa legitimidad, necesita ser la figura excluyente de continuidad con la vieja dirección, tarea que viene encarando todo el gobierno desde hace meses. Pero más allá del discurso, la realidad es que este nuevo gobierno tendrá en sus manos la tarea de dar nuevos pasos en la implementación de las reformas procapitalistas y en imponer nuevos ajustes a las masas. Lo que se desconoce son los ritmos y la profundidad, aunque se apuesta en primer lugar al gradualismo. Pero esto también van a depender de factores como la situación internacional, la relación con EEUU y el nivel de resistencia de las masas (no solo en Cuba sino también del desarrollo de la lucha de clases en Latinoamérica).
Qué se espera para el próximo período
Notablemente, la primera medida de gobierno de Díaz Canel fue la solicitar a la Asamblea Nacional que se posponga la designación de los miembros del Consejo de Ministros hasta la próxima sesión que se realizará en junio debido a “la complejidad de las circunstancias y la necesidad de hacer un estudio más profundo de quiénes deberán integrar el equipo de gobierno para los próximos años”.
Es que en la agenda política y económica para el próximo período de 5 años se destacan temas muy difíciles que ya habían sido discutidos en el V Pleno del Comité Central del PC a fines de marzo:
La unificación monetaria, la promoción de la inversión extranjera y del turismo, una nueva ley de pequeñas y medianas empresas para el sector cuentapropista que ya cuenta con 580.000 personas y continuar la expansión de las cooperativas no agropecuarias. También se plantea una reforma de la Constitución “que deberá reflejar las principales transformaciones económicas, políticas y sociales” de los últimos años, “al tiempo que ratificará el carácter irrevocable de nuestro socialismo y el papel dirigente del Partido en la sociedad cubana”.
Las consecuencias de la unificación monetaria
En Cuba circulan legalmente el peso nacional CUP y el convertible CUC que desde 2004 reemplazó al dólar y vale 25 veces más que el CUP. El avance hacia la única moneda implica la devaluación del CUC, no se sabe en qué grado, pero podría estar en torno a 10 CUP, quizás pasando por varias etapas intermedias. Por lo tanto es un tema clave para el proyecto de reformas porque entre otras consecuencias, revaluaría el dólar impulsando la inversión extranjera.
Otra consecuencia será el impacto en el sector estatal de la economía. El actual valor del CUC en paridad al dólar siempre fue artificial y no refleja la realidad de la economía cubana de baja productividad. Así, las empresas que tienen sus balances construidos sobre esta enorme disparidad, no tienen una medición real de su patrimonio, deudas, costos de producción, etc.. Si bien el gobierno anunció en 2013 el inicio de la unificación para dar tiempo a “ordenar” las cuentas, muchas empresas sentirán inevitablemente el golpe.
Además del probable aumento de la desocupación, el proceso inflacionario será difícil de contener porque Cuba importa el 80% de lo que consume. De hecho ya hay inflación en el país. El economista especializado en Cuba, Carmelo Mesa Lago, afirma que entre 2006 y 2016 el salario real de los empleados estatales (un 75% de la masa laboral) cayó a pesar de que aumentó nominalmente. Similar suerte corrieron las jubilaciones y pensiones y la seguridad social que se recortó sustancialmente para reducir el gasto fiscal.
Por las impredecibles consecuencias sociales que podría generar, la implementación de la unificación monetaria se viene dilatando y no se conocen detalles de cómo y cuándo se aplicará. Lo cierto es que implicará inflación y probablemente el cierre de numerosas empresas.
Secundariamente, otros sectores afectados podrían ser quienes tienen algún capital en CUC como algunas franjas acomodadas del sector cuentapropista. En la zona del Mariel ya se utiliza una tasa de 1 CUC=10 CUP por lo que si se extiende a nivel nacional sin mediar alguna compensación impulsada desde el estado, quienes tienen ahorros en CUC perderían buena parte de su valor.
Recambio generacional, ¿una tendencia al cambio en la estructura de poderes?
El traspaso generacional al frente del Consejo de Estado y de Ministros, que ha dejado a la mayor parte de la dirección histórica en el Partido Comunista con Raúl a la cabeza, está directamente vinculada a la agenda de ajuste contra las masas y nuevo impulso al mercado, en un momento delicado por la política agresiva de Trump que ha reforzado el bloque económico. En la estructura del poder político cubano, el rol del PC tenderá a pasar al de un controlador o supervisor de un gobierno que tendrá más autarquía en la gestión cotidiana tanto de los asuntos económicos como políticos. Esto no se contradice con ser “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado” como reza la Constitución, pero paulatinamente se plantea quedar como una suerte de “reserva” que garantice en última instancia la preservación del carácter “irrevocable” del socialismo, otro rezo de la carta magna desde la última reforma en vida de Fidel Castro en 2002.
El partido seguirá controlando las organizaciones de masas como hasta ahora, cuestión clave para el próximo período, así como manteniendo la profunda imbricación con las Fuerzas Armadas (FAR) especialmente su cúpula. La implementación de las reformas económicas pro mercado, aprobadas por el VI Congreso del partido en 2011 y conocidas como los “Lineamientos”, irá quedando paulatinamente en manos del Consejo de Estado y de Ministros salido de la Asamblea Nacional que probablemente también cobre mayor relevancia para refrendar las medidas del gobierno cuando sea necesario.
Mientras todo esto ocurre por arriba, los trabajadores y sectores populares siguen en la dura situación de tener que cubrir la canasta básica, cuya mayor parte solo se consigue en CUC, con salarios mensuales promedio de 600 CUP (25 CUC). En Cuba se mantienen, a pesar del criminal bloqueo imperialista, importantes conquistas del período revolucionario como la salud y educación gratuitas y otras fuertemente subsidiadas como la vivienda o los servicios públicos, o la libreta de racionamiento (cada vez más recortada), que cubren gran parte de las necesidades elementales. Sin embargo, las necesidades cotidianas sobre todo de alimentos es muy fuerte y como vemos, las perspectivas son de más ajuste, tanto sobre el salario real vía la desocupación y/o inflación, como sobre la seguridad social que viene siendo recortada sistemáticamente para reducir el gasto fiscal.
Los beneficiados del proceso de reformas pro mercado, como ha venido siendo hasta ahora, serán los capitales extranjeros, la burocracia del PC en particular la cúpula de las FAR que dirige el conglomerado empresarial Gaesa y controla el comercio exterior y las empresas mixtas con el capital extranjero, y en mucha menor medida algunos pequeños sectores acomodados que tienen acceso al dólar y les favorecen las reformas pro mercado como la entrega masiva de tierras a campesinos privados o cooperativas o una pequeña minoría de cuentapropistas que viene haciendo buenos negocios.
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