Los sindicatos agrupados en la Federación Sudafricana de Sindicatos (SAFTU, por sus siglas en inglés) realizan este miércoles la primera huelga general, con protesta en Ciudad del Cabo, Johannesburgo, Pretoria y varias ciudades más.
La SAFTU es una federación que agrupa a varios sindicatos que se separaron de la central sindical oficialista (la COSATU), entre sus principales miembros se encuentra el sindicato más grande de Sudáfrica, la Unión Nacional de Trabajadores Metalmecánicos (NUMSA por su sigla en inglés), que decidió dar una demostración de fuerza contra el proyecto de reforma de la legislación laboral, en especial del salario mínimo, por considerarlo insuficiente.
El secretario general de Saftu, Zwelinzima Vavi, afirmó ante una gran movilización que “Estamos ocupando Johannesburgo ", en una declaración que también apuntó a que la huelga no tenía el respaldo de la central sindical oficialista.
Los motivos de la movilización y la huelga
El nuevo presidente, Cyril Ramaphosa, buscó tomar y utilizar la mayoría oficialista en el parlamento para implementar un salario mínimo de 20 rands por hora (unos 1,6 dólares) y otras modificaciones en la legislación laboral.
El proyecto de establecer un salario mínimo es un propuesta que Ramaphosa venía barajando implementar desde que era vicepresidente. El oficialismo defiende esta iniciativa argumentando que sería un avance para reducir la desigualdad salarial.
Desde la SAFTU por un lado rechazan la cifra de 20 rands por hora, unos 3500 rands por mes (alrededor de 280 dólares), una propuesta que está muy por debajo del salario que precisa una familia para vivir que se encuentra por arriba de los 10000 rands.
Los sindicatos denuncian la propuesta reforma de la Ley de Relaciones Laborales (LRA). La propuesta del gobierno implicaría cambios que limitan el derecho de huelga, especialmente para las organizaciones más pequeñas, también permite una mayor injerencia del estado en las disputas laborales.
"Es una huelga contra el intento de quitar a los trabajadores el único instrumento que les da relevancia en las negociaciones colectivas. Es una huelga contra el intento de reducir la negociación colectiva a súplica colectiva", afrimó Zwelinzima Vavi, secretario general de la federación, en declaraciones a la televisión pública SABC.
Esta iniciativa contra los derechos laborales y sindicales del presidente no son extrañas. Antes de ser el actual multimillonario y presidente, Ramaphosa, fue organizador del sindicato minero NUM (Unión Nacional de Mineros por sus siglas en inglés) en la resistencia contra el Apartheid y uno de los principales negociadores de la transición que llevó a la caída de ese régimen. De dirigente sindical minero paso a ser parte de la nueva élite negra como empresario ligado a las compañías mineras.
En su doble papel de dirigente sindical y empresario, Ramaphosa quedó implicado en la masacre de Marikana, cuando la policía mató a 34 trabajadores en huelga en una mina operada por la empresa Lonmin. En el momento de los asesinatos, Ramaphosa estaba en la junta directiva de la empresa.
El malestar social continúa tras la caída de Jacob Zuma
La primera huelga de alcance nacional contra el Gobierno de Cyril Ramaphosa, muy pocos meses después del “golpe de palacio” cuando el oficialismo forzó a dimitir a Jacob Zuma, muestra que el nuevo gobierno necesitará algo más que un discurso anti corrupción para apaciguar el clima social.
La huelga de este miércoles coincide con la séptima jornada de paro nacional de los conductores de autobuses, que se encuentran en conflicto con la patronal por los aumentos de los salarios.
Por otro lado, en la provincia Noroeste de Sudáfrica, el fin de semana hubo saqueos y violentas manifestaciones para reclamar la salida del jefe del Gobierno local, el oficialista Supra Mahumapelo, acusado de ineficiencia y corrupción. El detonante de las protestas fue la falta de atención y la muerte el martes de dos pacientes en una clínica de salud que no brindaba atención debido a la falta de pago a sus trabajadores.
La calma momentánea volvió Mahikeng, la capital de esa provincia, luego de una durísima represión policial con balas de goma y gases lacrimógenos. El presidente debió interrumpir un viaje oficial al Reino Unido para responder a la situación.
Lo que aceleró la salida de Jacob Zuma de la presidencia es que el CNA acumula años de desgaste, y un sector de trabajadores y estudiantes viene haciendo una experiencia con una dirección política que está en manos de millonarios con múltiples lazos con las empresas transnacionales, alejados de los padecimientos del pueblo sudafricano.
Ramaphosa apostó por un discurso conciliador, contra la corrupción que incluye a buena parte de su partido y la promesa de la llegada de inversiones para mejorar la economía que tiene al desempleo en un nivel histórico alto del 27.7% de la población, golpeando especialmente a los jóvenes donde llega al 68%.
El gobierno busca, con la reforma en la legislación laboral, quitarle poder a los sindicatos e imponer con el salario mínimo un techo a posibles negociaciones salariales, de esa forma busca favorecer los negocios capitalistas precarizando aún más las condiciones laborales en el país.
La huelga y movilización de este miércoles mostró que los sindicatos opositores al gobierno tienen capacidad para dificultarle la tarea y desgastar la imagen de un mandatario que busca recuperar el prestigio del CNA de cara a las elecciones del 2019.
Mientras Ramaphosa pide tiempo y calma, el clima social no parece estar dispuesto a esperar. |