En el ciclo "Santa Fe debate ideas", el pasado miércoles la periodista Luciana Peker, el escritor Hernán Casciari y el filósofo Darío Sztajnszrajber abordaron y debatieron sobre la temática ‘el valor de la palabra’, cada uno desde su perspectiva: feminismo, narrativa y filosofía, respectivamente.
En el ciclo ‘Santa Fe debate ideas’, el pasado miércoles la periodista Luciana Peker, el escritor Hernán Casciari y el filósofo Darío Sztajnszrajber abordaron y debatieron sobre la temática ‘el valor de la palabra’, cada uno desde su perspectiva: feminismo, narrativa y filosofía, respectivamente.
Faltaban diez minutos para las 18 p.m. y la calle Sarmiento se distinguía por una larguísima fila de jóvenes. Podía notarse que muchos de ellos, la mayoría, rondaban los veinte años. Todos ellos se juntaron el miércoles en Ciudad Cultural Konex para presenciar uno de los encuentros de Santa Fe Debate, y escuchar los abordajes de referentes intelectuales sobre el valor de la palabra en nuestros tiempos, desde distintas perspectivas.
Más de mil personas se distribuyeron en tres salas para presenciar la conferencia. Solo en una de ellas, la principal, se podía observar en vivo a los oradores, mientras que en los otros dos espacios una pantalla era la que les hacía llegar el espectáculo que se vivió durante tres horas.
Organizada por el gobierno santafesino, el ciclo mensual que comenzó hace un año, y se extenderá a lo largo de éste, convoca a grandes figuras locales e internacionales del pensamiento social, cultural y político contemporáneo. Se esperan grandes presencias como la de ganadores del Premio Nobel como Malala Yousafzai, el de la paz en 2015, y en economía a Joseph Stiglitsz en 2001 y Angus Deaton, en 2015.
El primero en interpretar ‘el valor de la palabra’ desde su disciplina fue Hernán Casciari. Desde el paradigma de la narrativa, el escritor comentó la complejidad que tienen las obras literarias en nuestro tiempo. ¿Qué pasa con el conflicto de las obras, con los clásicos, si fuesen llevados hacia estos tiempos? “Estaba con mi hija, contándole la historia sobre ‘Hansel y Gretel’, de los hermanos Grimm, cuando ella tenía 5 o 6 años. Y en el momento culmine de la historia, cuando los pájaros se comían las migajas de pan que utilizaban como un sistema muy simple para saber qué camino habían utilizado para volver a casa, cuando yo contaba que los protagonistas estaban perdidos en el bosque y no sabían adonde volver, me dice ‘no importa papá, que llamen por WhatsApp’. Y fue ahí, la primera vez en mi vida que pensé que los chicos que nacieron en el siglo 21 no saben cómo era la vida cuando la palabra no viajaba tan rápido como ahora.” Según él, los que nacieron en este siglo no tienen esa memoria emotiva. La palabra es veloz de nacimiento, y agrega que “descubrí qué espantosa resultaría toda la literatura en general si Whats app hubiese existido siempre”.
En toda la literatura la palabra es protagonista; todos los clásicos tienen el mismo nudo dramático: hay una palabra que no llega a tiempo.
Casciari afirma que su hija le “abrió una puerta espeluznante, trágica: la tecnología actual, con todas sus ventajas, puede hacer inútil las historias que contemos. Las puede convertir en palabras que llegan demasiado rápido y que nunca se convierten en historias de verdad”. Cita, de manera cómica, algunos ejemplos: Con un celular en la mano, Penélope ya no espera con incertidumbre que Ulises vuelva del combate, porque Ulises le manda la ubicación por WhatsApp. ¡Ya no tiene sentido la obra! Otro, con un celular en la canasta, Caperucita le avisa a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria. Antes de terminar su discurso, dice: “Un enorme porcentaje de las historias escritas o cantadas en los veinte siglos que anteceden a este, tuvieron como principal fuente de conflicto una palabra que no llega a tiempo. La distancia, el desencuentro y la comunicación fueron hasta ayer los tres ingredientes principales de las historias clásicas. Y esas historias pudieron existir gracias a que nadie tenía un teléfono en el bolsillo”. Aplausos.
Luego, la periodista Gisela Busaniche, que moderaba el encuentro, presentó a Luciana Peker, reconocida periodista especializada en temas de género. Luego de unos minutos que usó para recitar un manifiesto feminista, que fue muy aplaudido por muchas mujeres en el público, cada una con su pañuelo verde, habló específicamente del punto en el que se entrecruzan la lucha por la igualdad de derechos y la palabra, sobre todo en los medios de comunicación: “Costó mucho implementar el término ‘femicidio’ en los medios. El debate que hay en los noticieros para decir ‘femicidio’ y no homicidio es otra de las luchas que se ganó por la pelea de las mujeres”. Otro de los términos que se puede ver en la agenda de noticias es ‘travesticidio’ que, según Peker, es otra palabra negada. Comentó una anécdota donde en el diario Crítica logró que su editor ponga en la nota la palabra ‘femicidio’.
Sin embargo, desde la corrección se decía que la nota estaba mal redactada porque el término no se encuentra en la Real Academia Española. “Sigue no estando, pero en Argentina se la ganamos. Esa es una de las luchas ganadas. Se la ganamos a los diccionarios, no encajábamos y nos fuimos fuera de las normas para nombrar con nuestras propias palabras que las mujeres morimos por ser mujeres”, fue una de las últimas frases antes de que el micrófono pasara a la mano del siguiente expositor.
Luego le tocó el turno a Darío Sztajnszrajber. ‘¿Podemos tomar la palabra, o la palabra nos toma? ¿Hablamos realmente el lenguaje?’, preguntó al auditorio. “Incluso cuando lo hablamos revolucionariamente, ¿somos dueños de la palabra? Ese imaginario que suponemos que cuando hablamos decimos lo que queremos decir. Ese gran imaginario moderno y metafísico que es el yo. El primer debate se da con uno mismo: ¿quién soy yo? Nietzsche respondía que él era ‘un campo de batalla’. Entre distintos fragmentos que están en conflictos permanentes. Se suele pensar que el conflicto trae violencia; yo pienso que la violencia se genera cuando una de las partes del conflicto se impone sobre las demás en nombre de su verdad”, afirma el divulgador de filosofía.
‘El lenguaje es un virus. Viene del espacio exterior, toma nuestros cuerpos para él reproducirse’ es una de las frases que escribió el poeta William Burrows y que citó el orador para proseguir con que “esta idea de que uno habla el lenguaje, pero las palabras ya tienen un significado previo. La copa ya era la copa, y el celular también. Entonces, esto de ‘elijo las palabras y digo lo que quiero’, creo que no es tan así, ni tampoco creo que uno pueda decir las palabras en el orden que uno quiere, por la normativa gramatical que existe. Entonces no le ponemos el significado de las palabras ni las combinamos como en la historia es ‘te amo’. “Todo el mundo le dice te amo a todo el mundo. Dos palabras que suponen sintetizar en esas cinco letras, expresar la sensación particular que tengo por tu singularidad y alteridad reproductiva. O sea, ‘sos única’, diferente y singular: ‘¿qué sentís? te amo’. ¿Dónde está presente la singularidad?”, dice al referirse a las problemáticas que tiene el lenguaje, entre ellas los límites estrechos entre el significado y el significante.
El filósofo y ensayista abordó, por último, también las controversias de la democracia y el debate, que consiste en intercambiar ideas con alguien con quien no comparte ideas, ya que hablar para que el otro diga lo mismo sería una ‘masturbación narrativa’. El dinamismo va acompañado con las constantes contradicciones que aparecen cuando enunciamos algo, contradicciones con otros, y con uno mismo también. “Retomo lo que dijo Nietzsche: él es un campo de batalla porque en todo momento hay cosas que se contraponen. La democracia es eso, sino sería un país con un pensamiento único, autoritario, y la democracia es sentarse con el otro que piensa diferente y debatir”.