El proyecto “Más cerca es más justo” se propone acercar los extremos más débiles de la cadena productiva (pequeños productores y consumidores), cambiando los mecanismos a través de los cuales accedemos a nuestros alimentos, y pagando un precio más justo y transparente a los productores. La organización funciona a través de su página web, donde la gente puede hacer sus pedidos online y retirarlos los sábados en los distintos “nodos” de distribución.
Las pésimas condiciones de trabajo y de vida de esos pequeños productores suelen quedar ocultas detrás de lo que Marx llamó “fetichismo de la mercancía”. Los abusos de los grandes jugadores dentro de la cadena de valor y las condiciones laborales de los trabajadores (que en su mayoría no son dueños de las tierras en las que trabajan), quedan velados tras las múltiples ofertas y esas coloridas góndolas repletas que producen un “encantamiento” entre los consumidores y esa ilusión de poder acceder “libremente” a todo.
En Argentina, el 70% de los pequeños productores no son dueños de sus tierras, teniendo que alquilar su lugar de trabajo. Esos pequeños productores son los responsables del 60% de los alimentos que consumimos en el país, según la Unión de los Trabajadores de la Tierra.
“Más Cerca es Más Justo” pretende transformar culturalmente el proceso de comprar alimentos, para que se conozca el trabajo de quienes están detrás de lo que comemos, volviendo a “humanizar” un proceso totalmente despersonalizado, sujeto a meros vínculos mercantilistas. Entienden que la comercialización de alimentos debe ser un servicio y no un negocio.
Si bien es un proyecto sumamente valioso que apoya a esos pequeños productores que compiten con los grandes mercaderes de los alimentación y las cadenas de supermercados, no deja de tener muchos límites dentro del marco actual. Para que experiencias así prosperen -y no caigan en la trampa de transformarse en un actor más de la cadena de comercialización-, y lograr que todos los alimentos salgan del mercado capitalista, se requiere del accionar del Estado y de un Gobierno de los trabajadores que entienda que los alimentos son un bien elemental con el que no se debe lucrar ni especular.
Su centro de distribución está ubicado en Avellaneda. Los galpones eran una fábrica de engranajes recuperada por sus trabajadores tras más de una década de lucha que impidió su vaciamiento.
Conocé el proyecto “Más Cerca es Más Justo” y a los trabajadores metalúrgicos que cambiaron de rubro para contribuir con este proyecto que lucha por subsistir a pesar de los límites propios e ineludibles de la economía de mercado. | 
