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1) La juventud, punta de lanza contra el Régimen del 78
En el actual curso, la juventud está siendo protagonista de un cambio. Del otoño a la primavera catalana, desde la gran huelga del 8M hasta las manifestaciones por las pensiones, desde la lucha contra la represión hasta los conflictos laborales que encabezan jóvenes trabajadores en precario. La lucha de clases parece volver al centro de la escena, contra el gobierno del PP, el bloque monárquico que encabeza y el Régimen del 78.
Mientras tanto, ellos se rearman con medidas cada vez más y represivas para hacernos frente y que sigamos pagando la restructuración y ajuste económico, para que los capitalistas maximicen sus ganancias millonarias.
Salimos a luchar después de un periodo en el que hubo desmovilización y grandes ilusiones en que el cambio llegaría por la vía institucional. Pero la cantinela de que la movilización social y la protesta ya no servían, que se vendió desde la “izquierda del cambio”, convence cada vez menos. Las jóvenes y los jóvenes estamos al frente del retorno de la lucha en las calles, en los centros de estudio y de trabajo.
No es para menos. ¿Qué nos ha dado y qué nos ofrecen el Régimen del 78 y el capitalismo español? Absolutamente nada, o mejor dicho nada bueno. El relato idílico de la Transición y las mieles de la democracia del 78 no nos ha convencido nunca. Vemos decrépita y antidemocrática la institución monárquica, no aceptamos la opresión y negación de los derechos democráticos de catalanes, vascos, gallegos y el resto de naciones del Estado, nos rebelamos contra una casta política que vive y trabaja al servicio de las grandes empresas y familias, también contra el resto de castas que nutren el régimen heredero de la dictadura, la judicial, la policial, la eclesiástica, la mediática o la universitaria, que conocemos y sufrimos en primera persona.
El sistema social al que dicho andamiaje político sirve, el capitalismo, nos quiere condenar a ser una “generación perdida”. Nos expulsan de las universidades y las entregan a las empresas. Nos condenan al paro masivo y la mayor de las precariedades. Nos impiden algo tan básico como poder salir del hogar familiar debido a la especulación inmobiliaria y la gentrificación de nuestros barrios.
Por ello, decimos basta a los ataques contra la libertad de expresión y nos sumamos a la exigencia de desprocesamiento y libertad de todos los presos políticos; somos parte activa y solidaria con el movimiento democrático catalán, contra el 155 y por el derecho a decidir; en definitiva, luchamos por acabar con el régimen heredero de la Dictadura, la Monarquía y la democracia del IBEX35. Esto debería ser parte central de nuestra “agenda” como generación.
2) Revolucionar las facultades e institutos y convertirlos en trincheras de lucha
Nuestros centros de estudio deben ser lugares de organización, debate y, sobre todo, de combate. Porque sólo desarrollando la lucha podremos conquistar una educación pública, gratuita, laica, suficientemente financiada y realmente democrática.
Porque queremos revertir todas las contrarreformas impuestas en las últimas décadas, desde la LOU hasta el 3+2, pasando por Bolonia, la LOMCE y las reválidas. En los últimos años éstas han llevado a una elitización brutal de la universidad. A la vez la universidad ha quedado “en venta”, convertida en el coto privado de las empresas y bancos. Ellos ocupan directa e indirectamente la mayor parte de los puestos en los infames “Consejos Sociales”, deciden qué estudiamos, qué se investiga y en qué condiciones.
Como parte de este proceso hemos visto cómo se despedían profesores y se precarizaban a cientos de miles. La universidad pública del Estado español es hoy por hoy una de las “empresas” con peores condiciones laborales, con docentes que cobran 400 y 800 euros, trabajadoras de la limpieza y cafetería explotadas por las mismas subcontratas que lo hacen con Las Kellys en los hoteles y una legión de estudiantes y becarios trabajando jornadas completas por menos de 500 euros.
Todo este proceso ha contado con la participación de la casta universitaria. Rectores, decanos y catedráticos han apoyado activamente la privatización de la universidad y han sabido beneficiarse de la misma. El antidemocrático sistema de gobierno universitario (que garantiza el absoluto control de la institución por esta casta que no supone más del 5% de la comunidad universitaria) les ha permitido estrechar los lazos con los gobiernos y empresas, combinando su trabajo ordinario con cursos, estancias, puestos en la empresa privada y otras prebendas, así como la dirección y participación en los másteres a cambio de sobresueldos de escándalo. El escándalo del máster de Cifuentes no sólo es una prueba más de la corrupción de la casta política, sino que también saca a la luz la convivencia de esta con la casta universitaria.
Llama la atención que desde la “izquierda del cambio”, que nació con un discurso contra la casta política, no se haya levantado nunca la más mínima denuncia a esta otra casta, de la que provienen por otro lado buena parte de sus cuadros dirigentes. En el escándalo Cifuentes no denuncian al régimen universitario que hace posible ésta y otras muchas corruptelas, sino que proponen como “alternativa” al PP un gobierno del PSOE presidido por un prohombre de la casta universitaria, Ángel Gabilondo, antiguo rector de la UAM y presidente de la CRUE.
La situación no es mejor en la educación secundaria y la FP. Los recortes presupuestarios han cerrado aulas, despedido más de 80.000 profesores, masificado las aulas, mantenido a miles de estudiantes en barracones o sin calefacción e imponiendo matrículas cada vez más caras para los ciclos formativos.
Leyes como la LOMCE han reforzado los aspectos más autoritarios del gobierno de los centros, donde los estudiantes solo cuentan con representaciones simbólicas, han fortalecido los itinerarios segregadores, las divisiones entre centros de primera y de segunda y aumentado los obstáculos académicos para llegar a los estudios superiores, con el endurecimiento de las PAU y la amenaza de las reválidas.
Los centros de la Iglesia siguen recibiendo miles de millones, incluidos los del Opus Dei, favoreciendo así el adoctrinamiento en las ideas más oscurantistas. Y en la escuela pública se intenta reforzar la enseñanza religiosa, el adoctrinamiento españolista y la persecución de la enseñanza en las lenguas cooficiales, como hemos visto con la ofensiva contra el catalán.
Luchamos por una educación pública realmente gratuita en todos sus niveles, incluida la universidad, y un sistema de becas salarios para que los hijos e hijas de las familias trabajadoras puedan cursar estudios superiores. Para ello defendemos una financiación suficiente, que garantice una bajada de las ratios de alumnos, libros, materiales, comedores y transporte gratuitos, y condiciones laborales dignas para todos los trabajadores de la enseñanza. Estos fondos solo pueden salir de impuestos a las grandes fortunas y empresas, que sirvan para financiar los servicios públicos que llevan años desmantelando.
Peleamos por una educación que sea laica, por el fin del concordato entre la Iglesia y el Estado, que se cierren las capillas que hay todavía en los centros públicos, los acuerdos entre universidades y obispados, y que toda la red de enseñanza concertada sea nacionalizada e integrada en una red única de enseñanza púbica bajo el control democrático de los estudiantes, docentes y los trabajadores.
Queremos ver a todas las empresas fuera de la universidad y acabar con el reinado de la “casta universitaria”. Defendemos sistemas de gobierno de mayoría estudiantil, sin votos ponderados y con todos los cargos revocables. Peleamos por esta mayoría estudiantil también en los centros de secundaria y luchamos por los plenos derechos de reunión, organización y huelga de los y las estudiantes. Y luchamos por el fin del trabajo gratis y en precario de los estudiantes, por las prácticas remuneradas de FP, grados y másteres, con plenos derechos sindicales y por el pase a plantilla de todos los becarios que hoy están trabajando en condiciones de semi esclavitud.
También es necesaria una auténtica revolución pedagógica dentro de las escuelas. Estamos en contra de la enseñanza memorística, libresca, aburrida, competitiva y sin sentido que nos imponen. Queremos un sistema educativo que no esté basado en premios y castigos y en el sistema de exámenes. Queremos generalizar y multiplicar las experiencias de distintas escuelas pedagógicas alternativas que cuestionan este sistema educativo, olvidadas por Gobiernos conservadores que solo buscan convertirnos en máquinas bajo la autoridad del mercado.
3) Del cuestionamiento de la universidad de clases, a la crítica de la sociedad de clases
Las universidades no sólo son una fábrica de mano de obra para la precariedad, sino también y principalmente un gran instrumento de fabricación de ideología burguesa. Históricamente, la burguesía en ascenso transformó las viejas instituciones educativas en sus contenidos y en su organización, para ponerlas al servicio de las necesidades e intereses de la nueva clase hegemónica. Desde entonces, esta estructura fue conmovida por la entrada masiva de sectores de las clases medias a partir de los años ’60 dando lugar al surgimiento de las universidades de masas. Sin embargo, la universidad como institución nunca dejó de funcionar como fábrica de la ideología de la clase dominante.
Mediante una verdadera ofensiva contra lo que otrora fue la universidad de masas, la burguesía ha hecho de la universidad su sueño: acceso restringido, arancelada y a la medida de los pulpos capitalistas, que financian las carreras según sus necesidades, mientras forman “profesionales” dedicados a justificar la irracionalidad del sistema capitalista. En la mayoría de las clases y seminarios, en todos los planes de estudio, se fomenta la glorificación del liberalismo, el individualismo y se libra una guerra contra el marxismo y todas las ideas contestatarias.
Por ello, para nosotros, la lucha en la universidad pasa por proponernos librar una lucha a contracorriente también en el terreno de las ideas, promoviendo debates o iniciativas como la Cátedra Libre Karl Marx, para convertir nuestras aulas en espacios de crítica profunda a la sociedad capitalista, a la academia y en defensa del marxismo.
“Del cuestionamiento de la universidad de clases a la crítica de la sociedad de clases” fue una de las grandes conclusiones que nos dejó el movimiento estudiantil en el Mayo Francés. Esa es la tradición que queremos retomar hoy.
Hoy ponemos nuestras fuerzas en dar esta pelea, para desarrollar una corriente anticapitalista y revolucionaria en el movimiento estudiantil y en la juventud. Una corriente que recupere la idea de la revolución, hoy borrada de la conciencia de la juventud. Que recupere las banderas que recorrían el mundo en la década de los ´60: “prohibido prohibir la revolución”.
4) Luchar contra la precariedad junto al resto de la clase trabajadora
La precariedad que ya vemos en la universidad y en las prácticas obligatorias es sólo el adelanto de lo que nos encontramos cuando llegamos al mercado laboral. El capitalismo español reserva a la juventud, como a las mujeres e inmigrantes, las peores condiciones laborales desde hace décadas. Si en la época del milagro económico ya sufríamos la temporalidad y los salarios de miseria, con la crisis esta situación avanza sin freno y de manera aún más brutal.
Todavía sufrimos un paro juvenil que se sitúa en torno al 50%, y los que pueden encontrar un trabajo lo consiguen en forma de minijob, contrato basura, cuando no son obligados a darse de altas como autónomos. Cobrar 300, 400 o 600 euros es la tónica habitual. Nuestros derechos sindicales son papel mojado ante esta situación de precariedad y de prácticas antisindicales. Con este panorama, algo tan elemental como irse a vivir solo se convierte en una empresa imposible, más aún ante las subidas desbocadas de los precios del alquiler en las grandes ciudades.
Esta situación tiene responsables concretos. En primer lugar, los grandes partidos del Régimen, que llevan desde los 80 legislando para dividir a la clase trabajadora, formando una franja cada vez más amplia de sectores ultraexplotados en el que siempre ha estado la juventud trabajadora. Pero también las direcciones de los grandes sindicatos. No olvidamos que CCOO y UGT firmaron las reformas laborales de Aznar y las primeras de Zapatero, y que ante las del 2010 y la de Rajoy optaron por dejarla pasar, negándose a plantear un plan de lucha serio más allá de jornadas de paro de 24 horas aisladas.
Estos sindicatos vienen aceptando convenios de segregación como el de Delivery, dobles tablas salariales, la subcontratación y externalización de cada vez más servicios y áreas de la producción. La burocracia sindical ni defiende, ni mucho menos organiza a los sectores más precarios. Abona así una división de la clase trabajadora que la perjudica de conjunto y que facilita también que, sobre todo desde el inicio de la crisis, se quiera ahora arremeter contra los sectores obreros que aún conservan algunas conquistas y mejores condiciones.
Contra esta situación y esta casta sindical se vienen organizando y dando batalla cada vez más sectores de la juventud trabajadora y los sectores precarios. Lo hemos visto en Telepizza o Deliveroo, en Amazon y su reciente huelga o en los profesores interinos andaluces en estas semanas. Pero no solo ellos: la marea de pensionistas está dando un gran ejemplo de lucha, se organiza y cuestiona a las viejas direcciones sindicales.
Como jóvenes estudiantes, en paro o con trabajos precarios queremos ser parte de estos procesos de organización y lucha. La juventud tenemos que ser parte de la regeneración del movimiento obrero, hasta barrer a la burocracia sindical. Por ello defendemos el método de las asambleas, las coordinadoras y los comités de solidaridad con las luchas obreras, promovemos la sindicalización entre los estudiantes de FP y peleamos por la unidad de los trabajadores y trabajadoras más allá de las divisiones sindicales o por categorías que vienen impuestas.
Contra la precariedad, luchamos por la derogación de todas las reformas laborales, la prohibición de los despidos, las externalizaciones y de todos los contratos basura existentes. Que todos los trabajadores y trabajadoras pasen a plantilla fija, con un SMI de 1.200 euros, jubilaciones iguales al SMI y a los 55 años y que se repartan las horas de trabajo entre todos los brazos disponibles para acabar con el desempleo. En definitiva, queremos imponer un programa para que la crisis y la resolución de los grandes problemas sociales recaigan sobre los capitalistas, porque nuestras vidas valen mucho más que sus ganancias: ¡Valemos más que esto!
5) Acabar con el patriarcado y todas las formas de opresión aliadas al capitalismo
El movimiento de mujeres ha llevado adelante una jornada histórica de huelga el pasado 8M. Es que la igualdad ante la ley no se corresponde con la igualdad en la vida. Para nosotras, el capitalismo tiene reservados los trabajos peor pagados y las jornadas parciales, mientras mantiene sobre nuestros hombros los trabajos de cuidados que el Estado se niega a cubrir. El patriarcado se demuestra como el mejor aliado del capitalismo y de la maximización de las ganancias.
Nosotras luchamos contra la violencia machista y los feminicidios, que son el último eslabón de toda una cadena de violencias: la violencia sexual, los abusos, la violencia laboral, la imposición de estereotipos físicos y de belleza, etc. Somos parte del movimiento de mujeres para decir bien fuerte “Ni una menos, porque vivas nos queremos” y luchamos contra la alianza criminal del patriarcado y el capitalismo.
Esta lucha también la tenemos que llevar al interior del sistema educativo. Queremos cuestionar el currículum de todos los niveles de enseñanza, en el que los roles de género se enseñan desde la primera infancia y las mujeres, sus contribuciones a la historia y la perspectiva de género está prácticamente ausente. También a la casta universitaria patriarcal que hace acuerdos con la Iglesia, bloquea o elimina estudios de género y dificulta el acceso de las universitarias a la carrera docente e investigadora. Estamos a favor de levantar comisiones de mujeres y LGTBI en las facultades y demás centros de estudio, junto a las profesoras y las trabajadoras de los servicios, la mayoría en condiciones laborales miserables.
Tampoco olvidamos que el derecho al aborto está vetado e incluso castigado con cárcel para millones de mujeres del mundo. Pero en el Estado Español tampoco es un derecho universal, restringido para las menores de 18 años y para las inmigrantes sin papeles que no pueden acceder a la sanidad. Exigimos un derecho al aborto libre, seguro y gratuito para todas.
A la vez, queremos pelear junto a la clase trabajadora. Con las mujeres precarias que comienzan a organizarse y ser ejemplos de dignidad obrera, como Las Kellys, con quienes marchamos el 8M. Por la igualdad salarial y el fin de la segregación funcional en las empresas, por guarderías gratuitas en los centros de trabajo a cargo de la patronal y la socialización de los trabajos reproductivos y de cuidados. Por todo esto es que impulsamos la agrupación de mujeres Pan y Rosas en todo el Estado y a nivel internacional, una agrupación feminista anticapitalista y revolucionaria, que lucha contra la alianza del capitalismo y el patriarcado.
Luchamos contra todo tipo de opresión. Contra el machismo y la LGTBIfobia, contra el racismo y la triple explotación que sufren las personas migradas. Exigimos la despatologización trans y la inclusión de todo el proceso transicional en la Seguridad Social. Somos una juventud antirracista y antiimperialista, que pelea por el fin de las leyes de extranjería, el cierre de los CIEs, la apertura de fronteras y los papeles para todos.
Estamos junto a los grupos de inmigrantes que se organizan y resisten. Junto a los manteros que luchan contra la criminalización y la represión de los Ayuntamientos “del cambio” -como el caso de Mame Mbaye quien murió en Madrid después de ser perseguido por la policía municipal de Manuela Carmena-. Nos rebelamos contra esta Europa fortaleza que deja morir a miles en el Mediterráneo o en las vallas de Ceuta y Melilla, mientras la extrema derecha racista gana terreno en Europa. También denunciamos la xenofobia presente en la escuela y las universidades, como se muestra en el hecho que los estudiantes extracomunitarios tengan que pagar matrículas y tasas mucho más caras.
Luchamos contra el capitalismo porque hoy, más que nunca en la historia, pueden verse las consecuencias destructivas del capital contra la sociedad y la naturaleza. La crisis ambiental global que nos amenaza se manifiesta en graves problemas como la degradación y devastación de ecosistemas completas, de nuestra tierra, el aire y las aguas; desastres como inundaciones o incendios, despilfarro energético o crisis alimentarias, destruyendo la calidad de la vida humana y del resto de las especies y con una dinámica que amenaza nuestra propia supervivencia.
Ante esta realidad hay quienes alientan ilusiones acerca de la posibilidad de lograr una planificación ambiental en los marcos del sistema capitalista. Pero los explotadores jamás planificarán nada en beneficio del ambiente ni de la calidad de vida del pueblo, porque la lógica de la acumulación del capital va precisamente en contra de la preservación de los ecosistemas y los ciclos ecológicos.
Por ello creemos que no es posible resolver la crisis ambiental sin cambiar la sociedad, es decir sin terminar con sus responsables: la gran propiedad privada y la explotación capitalista. En torno a la crisis ambiental global se juega la supervivencia de la humanidad. El dilema “socialismo o barbarie” planteado por Rosa Luxemburg es hoy más vigente que nunca.
6) Partir de las lecciones del ciclo de luchas anterior
Para proponernos emprender nuevas batallas, debemos partir de las lecciones que dejan las luchas emprendidas desde el inicio de la crisis capitalista. El Régimen del 78 entró en crisis con la irrupción de la juventud indignada del 15M. Aquel movimiento se extendió a las universidades, animó diversos movimientos sociales e impactó en sectores de la clase trabajadora, obligando a la burocracia sindical a convocar dos jornadas de huelga en 2012. Sin embargo, si por algo trabajaron las direcciones de CCOO y UGT, fue por evitar que la clase trabajadora entrara en escena con toda su fuerza, lo cual se convirtió en la principal debilidad de aquel ciclo de movilizaciones.
En esta situación, mientras retrocedía la lucha en las calles, las plazas y las empresas, emergió un nuevo fenómeno político: Podemos y las candidaturas del cambio. Tomando muy parcialmente algunas de las demandas democráticas y sociales que se venían planteando desde las calles, propugnaron abiertamente pasar de la calle a las instituciones, apostando a una reforma del régimen y a un programa redistributivo.
Sin embargo, ni tan siquiera estos limitados fines han mantenido. Unidos Podemos ha ido confeccionando un programa cada vez más moderado y respetuoso con el régimen político, como vimos claramente en la cuestión catalana, negándose a reconocer el 1-O como un referéndum por no contar con la venia de Moncloa y Zarzuela. Su apuesta ya no es siquiera regenerar el Régimen del 78, sino simplemente formar un gobierno de coalición con su pata izquierda, el PSOE del 135 y el 155.
Donde más claramente se ha mostrado esta integración es en los llamados “Ayuntamientos del cambio”. Aquí se ha pasado de la “auditoria y restructuración de la deuda” a presumir de ser los campeones de pagarla, de oponerse a los desahucios a practicarlos, de denunciar la criminalización del top manta a estar a la cabeza de esta, de defender la remunicipalización a entregar de nuevo servicios esenciales a las grandes constructoras.
Por otro lado, en Catalunya, el 15M, como movimiento que impugnaba el Régimen del 78, tuvo una continuidad en el movimiento independentista. Sin embargo, desde el comienzo los partidos del régimen catalanes (CiU y ERC) fueron capaces de reubicarse y ponerse al frente del mismo para salvarse de la quema –aunque CiU acabo estallando y CDC transformándose en el PDeCAT- y a la vez tratar de contener su potencial.
Lamentablemente esta maniobra no fue advertida por la CUP, que con su política de “mano extendida” contribuyó a alimentarla y no preparar una “hoja de ruta” independiente. Una política que en el movimiento estudiantil tuvo también su reflejo en la línea del SEPC, negándose a que la lucha en los centros de estudio uniera las demandas democráticas con las sociales y estudiantiles o llegando incluso a renunciar a demandas como la universidad gratuita en favor de una posible rebaja de tasas acordada con ERC y el PDeCAT.
En los más de 5 años de proceso la izquierda independentista se ha negado a plantear una estrategia basada en la movilización social y con un programa transicional para hacer pagar la crisis a los capitalistas. Esta era la única vía para lograr sumar a la clase trabajadora catalana y tender puentes con la del resto del Estado para luchar en común contra la Corona y el Régimen del 78.
El resultado del otoño catalán no se puede separar de esto. La escalada represiva y la claudicación cada vez más abierta de las direcciones procesistas deja al movimiento catalán en una situación compleja. Reemprender esta lucha sobre bases nuevas, sobre las lecciones del otoño, debe partir de la ruptura hasta el final con la política de conciliación con la burguesía y pequeñaburguesía catalana.
7) ¿Cómo combatir para lograr terminar con el capitalismo y el patriarcado?
Las agrupaciones estudiantiles impulsadas por la CRT y Pan y Rosas impulsamos este encuentro en la perspectiva de poner en pie una juventud anticapitalista, antipatriarcal y revolucionaria. Nuestro proyecto es el de generar una juventud de combate, que se proponga pelear por la autoorganización en los centros de estudio y de trabajo. Defendemos un movimiento estudiantil inspirado en las grandes gestas históricas como el mayo del 68 o el movimiento estudiantil de los años 70 contra la dictadura.
Un movimiento estudiantil que se base en asambleas de facultad e instituto como centro de deliberación y decisión, con elección de delegados revocables y con mandato que constituyan coordinadoras para conformar una dirección del movimiento estudiantil realmente democrática y representativa y que no piense en el movimiento estudiantil con una perspectiva corporativa.
Estamos por tanto en contra de toda tentativa de autoproclamación y burocratismo como el que encarna el Sindicato de Estudiantes que suele convocar huelgas estudiantiles sin consultar en asambleas al propio movimiento estudiantil, y tampoco acordamos con las políticas de otras corrientes juveniles como el Frente de Estudiantes que solo aspiran a sustituir su posición hegemónica empleando sus mismos métodos.
Contra toda idea de que las huelgas y movilizaciones se decretan por arriba, proponemos discutir un plan de lucha desde las asambleas que busque la confluencia y unidad con la clase trabajadora. Queremos llevar a los centros de estudio las luchas de los trabajadores, apoyarlas y contribuir a todos los procesos de organización que se den y ser parte de las luchas contra los despidos, la precariedad y la burocracia sindical.
La unidad-obrero estudiantil es una cuestión estratégica. Sólo la clase obrera está verdaderamente interesada en la gratuidad de la universidad y en poder acceder a ella, y sobre todo en conquistar una enseñanza pública que esté realmente al servicio de los intereses de las grandes mayorías sociales. Por ello buscar la alianza con ella es clave para conquistar la educación que queremos.
Que permita el acceso a las y los hijos de los trabajadores y el resto de los sectores populares para la formación de profesionales e intelectuales que sirvan a las necesidades de las amplias mayorías y no de la minoría capitalista. Que forme ingenieros que solucionen el problema de la vivienda, abogados que nos defiendan frente a los ataques del régimen y la patronal, a sociólogos, politólogos e historiadores que desmitifiquen la ideología capitalista, sanitarios al servicio del pueblo y no de las farmacéuticas...
Esta unidad es para nosotros la bandera distintiva para poder construir un movimiento estudiantil que se proponga pasar del cuestionamiento de la universidad y la educación de clase, a la crítica y combate contra la sociedad de clases.
Porque nuestra lucha es por la superación del sistema capitalista y todas las formas de opresión que le sirven de aliadas, como el patriarcado y el racismo. Un sistema en el que las ganancias de una minoría de capitalistas están por encima de nuestras vidas no se puede “humanizar” con pequeñas reformas. Resignarse ante el sistema capitalista es conformarse con un futuro de explotación y opresión, sin derecho a la cultura, al ocio, a la recreación, para convertirnos en meras mercancías al servicio de la reproducción y engrandecimiento de las fortunas de unos pocos. Contra este sistema nos rebelamos, y contra todo el aparato estatal y represivo que lo defiende.
Luchamos por un mundo en el que todos los avances de la técnica, la ciencia y la cultura pasen a estar en nuestras manos y al servicio de las mayorías sociales. Un mundo en el que podamos reducir al mínimo el tiempo dedicado al trabajo y amplificar las posibilidades de dedicarnos a la cultura, la investigación, el arte, la recreación. Queremos acabar con la explotación, porque es la única posibilidad de poder ser realmente libres, y desterrar las formas de opresión que hasta ahora vienen sirviendo al capitalismo para dividirnos y fundamentar una sociedad que se encamina a formas cada vez peores de barbarie como vemos en Siria o en la existencia de millones de personas que mueren de hambre en el mundo.
Somos conscientes de que esta pelea transciende las fronteras. Por eso somos internacionalistas, luchamos contra nuestro propio imperialismo y emprendemos este proyecto como parte de una juventud que está también organizándose y luchando desde esta perspectiva en otros países. Por ejemplo, en Francia, nuestros compañeros de la CCR están enfrentando la reforma laboral y universitaria de Macron, luchando en las calles junto a los ferroviarios en una “primavera francesa” que tiene aires de mayor del 68. En Brasil, nuestros compañeros de FAISCA son parte de la lucha contra el golpe de Temer y en Argentina, la juventud del PTS está a la cabeza de las luchas de la juventud contra los ajustes del gobierno derechista de Macri.
Por todos estos motivos, desde las agrupaciones estudiantiles y la agrupación de mujeres Pan y Rosas, convocamos a este encuentro para impulsar la formación de una juventud anticapitalista, antipatriarcal y revolucionaria, que luche contra la corriente del individualismo, el conformismo y la idea de que es posible humanizar al capitalismo. Una juventud que llamamos Contracorriente, porque nos rebelamos contra las corrientes del pensamiento oficial y el Estado, que nos quieren precarios y callados.
La historia del siglo XX está llena de revoluciones en las que la clase obrera y el pueblo pobre dieron todo de sí, pero no contaron con una organización propia a la altura de esos combates, como ocurrió en revolución española de 1936. No empezamos de cero cada día. Nuestra lucha por nuevas revoluciones en el siglo XXI tiene que partir de las grandes lecciones que dejaron planteadas las principales gestas revolucionarias del pasado, hombres y mujeres de la clase trabajadora. Es por ello que, como parte de esta lucha por una sociedad sin explotación, nos planteamos la necesidad de construir una gran organización revolucionaria de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.
¿Por qué lucha Contracorriente?
· Defensa de una educación pública, totalmente laica y gratuita en todos sus niveles, con becas y ayudas para las rentas bajas, suficientemente financiada mediante impuestos a las grandes fortunas y empresas. Por el regreso inmediato de los y las estudiantes expulsados por no poder pagarse los estudios. Universidad radicalmente democrática y bajo control de estudiantes, profesores y trabajadores con mayoría estudiantil, sin empresarios privados ni privilegios para la casta universitaria.
· Poner fin a la precariedad laboral, el desempleo, los salarios de miseria y por unas pensiones y servicios públicos gratuitos y de calidad. Por la solidaridad y ser parte de todas las luchas de las y los trabajadores y sectores populares que se movilizan contra los desahucios, la pobreza y el resto de las reivindicaciones populares.
· La lucha contra el heteropatriarcado y la opresión sexual y de género. Defendemos la creación de comisiones de mujeres y LGTBI en todos los centros de estudio y de trabajo para acabar con la violencia machista. Por una plena educación sexual.
· Por una juventud antiimperialista, antirracista e internacionalista, que luche contra la opresión ejercida por el Estado español, la Corona y sus multinacionales en los países semicoloniales, contra sus intervenciones militares. Plenos derechos para los inmigrantes y derogación de las xenófobas leyes de extranjería. Derecho de autodeterminación a los pueblos del Estado español.
· La defensa de un movimiento estudiantil de base, combativo y democrático, basado en asambleas y coordinadoras, con libertad de tendencias y opiniones que busque la confluencia entre todos los estudiantes de medias, FP y universidad, y retome la bandera de la unidad obrero-estudiantil.
· Terminar con el Régimen del 78, contra la Monarquía y la herencia franquista que sigue en pie en forma de poder judicial, ejército y policía.
· Por la defensa del legado teórico del marxismo, que brinda las herramientas teóricas para proponernos transformar de forma revolucionaria el mundo.
· Anticapitalismo para acabar con este sistema que no tiene nada que ofrecernos. Queremos un mundo sin opresión ni explotación, poniendo la riqueza al servicio de la mayoría y no al de engordar las ganancias de un puñado de capitalistas. Como parte de esta tarea consideramos que hay que pelear también por construir una gran organización revolucionaria de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.
A 50 años del mayo francés -esa gran oleada revolucionaria que sacudió al mundo-, queremos retomar las mejores tradiciones de lucha y autoorganización del movimiento estudiantil y de mujeres para luchar junto a la clase trabajadora para poner en jaque a este sistema. |