Este año se cumple un siglo de celebrar a quienes dedican su vida a la enseñanza y el aprendizaje de los niños en México. Su origen es de procedencia religiosa. Juan Bautista de la Salle (1651-1719) quien, además de ser sacerdote, teólogo y pedagogo, destinó gran parte de su vida a formar maestros para que educaran a los hijos de los artesanos y de las familias más pobres de esa época.
Bautista, con el mismo objetivo, formó la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, de origen religioso pero paradójicamente con una enseñanza laica. Siglos después, el papa Pío XII nombró a Bautista de la Salle “Patrono universal de todos los educadores”. A partir de esa fecha, se estable en el santoral católico la fiesta de San Juan Bautista de la Salle.
Por otra parte, en México en el año de la constitución política de 1917, en un país convulso, Benito Ramírez (legislador) y Enrique Viesca (diputado) presentaron una propuesta para celebrar a los docentes a nivel nacional. La iniciativa fue aceptada y celebrada por primera vez en 1918, por el entonces presidente Venustiano Carranza, quien decretó el 15 de mayo como el día dedicado al magisterio mexicano. Uno de los gremios más grandes en toda América Latina.
El día de celebración al magisterio fue recibido con gran aceptación, sin embargo este festejo poco tiene que ver con su origen religioso o civil. Fue aceptado con orgullo por los mismos maestros, los alumnos y sus familiares porque en un México con tan pocos recursos destinados a la educación, en un país semi analfabeta, con escuelas con pésima infraestructura, era un enorme desafío consagrar la vida a la educación de los menores. El pasado y presente se entrelazan con las demandas por parte del magisterio mexicano que continúan vigentes.
En la actualidad los maestros enfrentan la represión por parte del Estado cuando se organizan, desaparece a futuros maestros, como el caso de los 43 estudiantes de la Normal rural Ayotzinapa, tortura sexualmente a maestras cuando desafían el nuevo modelo educativo impuesto para limitar la reflexión del alumnado y convertirlo en mano de obra barata para las empresas. Por estas razones, maestras y maestros, salen cada año a movilizarse, a reclamar sus derechos laborales y a exigir que la educación sea pública.
El mejor homenaje que podemos rendirle al magisterio mexicano, a nuestras maestras y maestros que nos enseñaron a leer y escribir, es acompañarlos en su lucha contra la Reforma educativa, por educación pública y mejores condiciones de trabajo para las actuales y futuras generaciones.