La economía está en zona de recesión desde al año pasado. La industria automotriz (la principal del país) no deja de retroceder a pesar de la intervención estatal para sostener los negocios de las terminales multinacionales. Es una expresión, quizás la más destacada, de la situación que atraviesa a la mayoría de las ramas económicas.
Una de las pocas excepciones donde la producción crece es en el agro. Este año podría haber una nueva producción récord de soja. El problema es que el “yuyito” a pesar de ser muy rentable, ya no rinde como antes a causa de la caída de su precio, al igual que el de otras commodities.
Las condiciones que permitieron que el país creciera a tasas elevadas hasta 2011 se agotaron. Además de la crisis económica mundial y de la caída de los precios de las materias primas, la inflación se fue devorando los efectos favorables para los negocios empresarios que tuvo la devaluación de 2002 (ese gran legado de Duhalde a los Kirchner).
Ahora el gobierno se contenta con objetivos más moderados. La estabilidad del tipo de cambio luego del último desafío a la política cambiaria de octubre y una débil desaceleración de la inflación son motivo de celebración en el elenco oficial. Pero ese logro fue al costo de inducir a la economía a la recesión. El “modelo” de crecimiento ya fue.
Ayuda china y vuelta a los “mercados”
Unos de los principales factores que detuvo la economía es la traba a las importaciones para ahorrar dólares.
Pero en la estabilización del tipo de cambio también ayudó en gran medida el ingreso de dólares por el “swap” con China. Este financiamiento fortaleció las reservas dando herramientas al Banco Central para administrar la cotización del dólar.
Hasta ahora el gobierno logró detener una escalada del dólar y de la inflación, pero la gran pregunta que se hacen todos es a qué instrumentos acudirá para reactivar el consumo. Es una necesidad frente al panorama electoral.
Desde el establishment financiero y consultoras económicas se esperanzan con una vuelta a los “mercados” para conseguir dólares que permitan elevar la demanda en los meses que quedan hasta las elecciones. Y de paso ir instalando la política económica del nuevo gobierno.
La voluntad del gobierno desde principios de 2014 se movió decididamente hacia un nuevo endeudamiento. Ese fue el sentido del arreglo con Chevron, el acuerdo con el CIADI y la negociación con el Club de París.
Pero la vuelta a los “mercados” fue interrumpida por el fallo del juez Thomas Griesa que alteró los planes oficiales. Hoy ese fallo, aunque sigue significando una crisis para la deuda argentina, fue perdiendo eficacia.
Es que el magistrado para superar las contradicciones de su dictamen fue levantando progresivamente las restricciones en varias autorizaciones de pago “por única vez” que ya se convirtieron en prácticamente un “para siempre”. Aun así el juez se reserva la capacidad de arbitrar sobre los bonos “soberanos” argentinos.
Varios analistas opinan que están dadas las condiciones para una vuelta al endeudamiento. Pero el equipo económico intentó en diciembre un canje de bonos que a pesar de ser calificado de exitoso resultó ser un rotundo fracaso. Hoy las opiniones son favorables a intentarlo de nuevo. Dicen que con un poco más de “timing” que en diciembre las cosas saldrían bien.
Entre los que llaman a esa aventura está el Estudio Bein que asesora a Daniel Scioli. El gobernador bonaerense necesita comprar un poco de “aire y sol” con algo de consumo popular para tapar los nubarrones que el caso Nisman trajo a sus posibilidades presidenciales.
Pero la vuelta a los “mercados” hace tiempo que es realidad con las colocaciones de YPF. Hace días emitió deuda por 500 millones de dólares y ya acumula más de 2.000 millones en los últimos 18 meses. La última operación fue orquestada por Itaú, Citibank, y JP Morgan. Otro tanto hizo el gobierno con los bonos “dollar linked”.
Según Ámbito Financiero se apilan ofertas de financiamiento en el Ministerio de Economía. Argentina es un gran negocio porque paga tasas altísimas en comparación a la mayoría de los países con tasa de interés cercanas a cero por ciento.
Reestructuración del relato
El inicio de las discusiones en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la elaboración de un marco jurídico multilateral para las reestructuraciones de deudas es presentada por el kirchnerismo como un modo de poner límites al capital financiero.
El oficialismo no deja de producir su relato aprovechando que varios países, con Grecia a la cabeza, enfrentan problemas de deuda y la necesidad de restructuración.
Pero el mecanismo de reestructuración que propone el gobierno no implica un enfrentamiento contra el capital financiero, sino más bien una mejor forma de procesar las crisis de endeudamiento. Allí siempre ganan los especuladores. Recordemos que entre los beneficiarios de los canjes de Argentina están el millonario mejicano David Martínez y el magnate George Soros. Son los buitres buenos que hicieron amistad con el gobierno.
Mientras el gobierno hace propaganda sobre la necesidad de un mecanismo universal para reestructuración, su política para afrontar la propia crisis de deuda (todos los dólares que el oficialismo busca ahorrar tienen como destino principal cumplir con los pagos de los bonos) va por otro carril.
El supuesto desendeudamiento, tan promocionado por el relato oficial, no impidió que la deuda crezca en términos absolutos a pesar que los “pagadores seriales” dilapidaron unos 200 mil millones de dólares en favor de los especulares durante la última década.
Sumando los montos acordados en negociaciones nada soberanas con el CIADI, Repsol y el Club de París, la deuda pública supera los 215 mil millones de dólares. Un aumento del 70% en relación a 2005 cuando se efectuaron los canjes.
Otro tanto habrá que sumar por los acuerdos con China que ya incrementaron en casi 3 mil millones de dólares la deuda del Banco Central mientras se tejen nuevo lazos de dependencia con el gigante asiático.
Lo que requiere una reestructuración es el relato oficial sobre el “desendeudamiento”.
Sin viento de cola
Los dólares ingresados por los acuerdos con China, el negocio de 4G de las telefónicas y las colocaciones de YPF por ahora sirvieron para estabilizar coyunturalmente el dólar, pero son insuficientes para reactivar la economía como lo demuestra el arbitraje permanente del Banco Central sobre las importaciones.
Por eso la política de vuelta a los “mercados” podría potenciarse hacia las elecciones. Las presiones son múltiples. En primer lugar la necesidad electoral. Pero no sólo eso. Los exportadores agrarios volvieron a las especulaciones con la liquidación de dólares.
El oficialismo ya mostró deseos de aventurarse hacia un nuevo ciclo de endeudamiento en gran escala en los “mercados”.
Mientras, los compromisos con China ya están incrementando la deuda. Es una respuesta pragmática a la crisis que no obstante dejará consecuencias de largo alcance en términos de entrega de recursos naturales y estratégicos.
Aun así el ingreso de dólares no es la panacea. En las alternativas que maneja el gobierno se combina el desembarco de China en negocios de gran magnitud con la posibilidad de un nuevo salto del dominio del capital financiero internacional sobre la economía local.
La crisis económica mundial todavía puede hacer infructuosos los “esfuerzos” oficiales. No sólo están afectadas las principales potencias, sino que está arrastrando al estancamiento o recesión a muchas de las mal denominadas “economías emergentes”.
En Brasil se está practicando un ajuste recesivo. Es la receta que eligió Dilma luego de las elecciones. Podría estar anticipando lo que pasará en nuestro país después de las presidenciales de octubre con todos los candidatos del régimen patronal corridos a la derecha. |