Estados Unidos subió la tasa de interés y los capitales que estaban en los países “emergentes” retornaron hacia allí. En Argentina, después de dos semanas de corrida del dólar, donde las ratas especuladoras estuvieron viendo que les rendía más, si apostar al dólar o al peso por la suba de tasas de interés, el gobierno se jugó una de sus últimas cartas recurriendo al FMI.
La juventud viene de protagonizar marchas enormes por la legalización del aborto, el año pasado contra el crimen de Estado por la desaparición y muerte de Santiago Maldonado y ahora son miles los estudiantes terciarios que copan las calles en defensa de sus profesorados. También fueron miles los jóvenes que junto a los trabajadores salieron en diciembre para enfrentar al gobierno de Macri contra la reforma previsional. Ahora la pregunta es ¿qué rol jugará el Movimiento Estudiantil en este contexto?
Una oposición que no es opción
El peronismo -en su versión kirchnerista- en ningún momento de los últimos 12 años que gobernó el país cuestionó la privatización heredada del menemismo
en los servicios esenciales. Incluso pagaron subsidios millonarios a las empresas concesionarias que no solo no sirvieron para mejorar los servicios, sino que ni siquiera fueron auditadas por parte del Estado. En el último año de gobierno de Cristina Kirchner, el gasto en subsidios llegó al 5% del Producto Bruto Interno, mientras que el presupuesto de la educación superior era de 1,32% del PBI.
Cambiemos disminuyó los subsidios y los costos los están pagando los trabajadores, los jóvenes precarizados y los sectores populares. De distintas maneras, macristas y kirchneristas aseguran la ganancia empresaria. El Estado financió esos subsidios para las empresas y congeló la tarifa. Pero lo hizo desfinanciando partidas presupuestarias importantes como salud y educación. En esta misma sintonía, para el tarifazo del gobierno de cambiemos, los peronistas y kirchneristas proponen retrotraer la tarifa a finales de 2017, sin cuestionar el lucro con los servicios esenciales.
El kirchnerismo gobernó durante la excepcionalidad de las condiciones económicas favorables a nivel internacional, con un aumento del valor de las materias primas. Fueron pagadores seriales de una deuda ilegitima. Ni bien empezó a golpear la crisis, devaluaron y pusieron el impuesto al salario (mal llamado impuesto a las ganancias). Ahora, con una situación internacional compleja, menos que menos pueden hacer otra cosa.
El Gobierno de Macri con sus despidos, tarifazos y ataques al salario, es parte de una ofensiva reaccionaria en América Latina, donde la derecha quiere hacer pagar la crisis económica a los trabajadores y el pueblo pobre. Scioli hubiera hecho lo mismo que hizo Dilma en Brasil cuando ganó el balotaje: aplicar un ajuste brutal que no tiene nada que envidiarle al de Macri. Y, en las provincias donde el kirchnerismo y el peronismo gobierna, ajusta igual que Cambiemos. Es puro verso que harían otra cosa.
Desde que asumió Macri, un hit común es "¿por qué no se unen todos?". Pero eso sería una gran bolsa de gatos o, mejor dicho, una bolsa con los que votan las medidas de los “gatos”. Cuando gobernaba Menem, la alianza se presentaba como esa “unidad” para sacar a los privatizadores. Terminó con más del 50% de pobreza, con un país prendido fuego, y con decenas de muertos.
El gobierno de los Kirchner es el que más deuda externa pagó, una deuda fraudulenta e ilegal que se contrajo en la dictadura militar. Los gobiernos “nacionales y populares” pagaron 200.000 millones de dólares, que fue lo que permitió que el gobierno de Macri pueda volver a endeudarse, mientras convalida la fuga de capitales, saca impuestos a las patronales y paga intereses de deuda.
Paremos el saqueo
Una medida básica de soberanía nacional es el no pago de la deuda externa, como afirmó Nicolas del Caño en la sesión de diputados del miércoles pasado. Hay que derrotar el acuerdo con el FMI y nacionalizar los bancos, bajo gestión de los trabajadores. Necesitamos evitar que se sigan fugando recursos y romper con la dependencia extranjera. No hay manera de un capitalismo e imperialismo humano. Si los trabajadores, en alianza con los miles de jóvenes que queremos que la crisis la paguen los empresarios, no paramos el saqueo de la deuda, no habrá solución. Decir otra cosa es hacer demagogia electoral o directamente es un plan utópico.
El Frente de Izquierda, junto a la exigencia de anulación de los tarifazos, está discutiendo en todas las facultades con los estudiantes y docentes la nacionalización del sistema energético y de transportes bajo gestión de los trabajadores y control de los usuarios populares, para que sean de calidad, baratos y no se lucre con los servicios esenciales.
En este contexto: ¿Qué rol jugará el movimiento estudiantil?
El movimiento estudiantil a lo largo de la historia jugó distintos roles. Es imposible que sea neutro ante la preparación del gobierno de ricos de un próximo saqueo. En 1955 apoyó el golpe militar de la “Revolución Libertadora” contra el peronismo que era respaldado por la mayoría de los trabajadores, mientras que en el Cordobazo se alió a los trabajadores en lucha que desafiaron el sistema capitalista. En el 2001, el movimiento estudiantil no intervino como sujeto político, sino que más bien estuvo disperso en distintas manifestaciones y asambleas populares. Tal es así que la recuperación de la FUBA, que estaba en manos de la Franja Morada, fue luego de la caída del gobierno de la alianza.
Lo que pasó en diciembre sirve de termómetro. En las jornadas contra la reforma previsional muchos estudiantes universitarios, terciarios y secundarios movilizaron al Congreso y a los cacerolazos de sus barrios. El centro de estudiantes que dirige la Juventud del PTS en la Facultad de Filosofía y Letras (CEFyL), fue el único que participó de estas jornadas.
Mientras miles de estudiantes estaban en las calles, la reciente ex presidenta de Federación Universitaria Argentina (FUA), Josefina Mendoza, debutó en el congreso votando la ley de la reforma previsional. Su corriente, la Franja Morada, es la representante de Cambiemos en la UBA, que mantiene los centros de estudiantes como expendedoras de servicios mientras avalan los ajustes y ataques del gobierno.
Evitan mostrar su identidad política en las facultades, escondiéndose detrás de “fotocopias y jabón líquido”. Pero no hay que descartar que puedan ser un actor político que apueste a movilizarse en defensa de las medidas del macrismo más anti obreras. Así como también que el peronismo lo haga, con los métodos punteriles que lo caracterizan, como el uso clientelar actual de las becas por parte de la UES en la Facultad de Sociales, para contener, desviar, o atacar a los trabajadores.
Actualmente, los centros de estudiantes y federaciones están en manos de corrientes patronales (macristas y kirchneristas) que de lo que se trata es de grandes maquinarias que a cambio de servicios, o prebendas cumplen el rol de pasivizar al movimiento estudiantil, mientras el gobierno de CAMBIEMOS -los mismos que dirigen los centros de estudiantes más masivos de la UBA- con apoyo de los gobernadores atacan con tarifazos, suba de dólar, inflación, devaluación.
A pesar de las conducciones –incluso el PO que mantiene como chapa vacía la FUBA- los estudiantes vienen saliendo dispersos por la legalización del aborto, se movilizaron por la aparición de Santiago Maldonado y con bronca contra el Estado y la gendarmería por su muerte.
El movimiento estudiantil tiene una potencia enorme. en Argentina hay casi 2 millones de estudiantes universitarios. Si la FUA, la FUBA y los centros de estudiantes fuesen herramientas políticas de los estudiantes, podrían ser realmente un actor con mucho peso.
Desde nuestra perspectiva, esa potencia cobra sentido si está puesta en función de pelear para que los conocimientos de la universidad estén al servicio de solucionar los grandes problemas sociales, en una poderosa alianza con los trabajadores, que son la única clase que puede terminar con este sistema de explotación y opresión.
Hay una disputa política e ideológica por qué rol juegan la universidad, los profesionales y el conocimiento que allí se produce. Actualmente la UBA está pensada para formar profesionales que aporten al mercado o a reproducir la ideología de la clase dominante.
Nosotros peleamos por ejemplo para que los economistas, contadores, y las distintas profesiones colaboren para detener la decadencia nacional. Son los trabajadores los que pueden llevar adelante la nacionalización de la banca y las distintas profesiones podrían estar completamente al servicio de esta pelea, pensando cómo desarrollarlo y cómo colaborar, en común con los trabajadores de los bancos, que son los que más “clara” la tienen. Así como también para llevar adelante la nacionalización de los servicios energéticos y el transporte, bajo gestión de los trabajadores y control de los usuarios.
Si el conocimiento tuviese otra orientación en la UBA, podría aportar toda la producción y los profesionales a dicho fin. Liberando la producción de conocimientos de las ataduras del mercado y del lucro, se pueden desarrollar las mejores maneras de llevarlos a cabo, para que sean de calidad y baratos, con los trabajadores dirigiendo la producción y con la ayuda de ingenieros, físicos, matemáticos, diseñadores, arquitectos, y otros estudiantes y profesionales. En definitiva, las agrupaciones que construímos en común con estudiantes independientes desde la Juventud del PTS, defienden la educación pública, pero pelean por una universidad al servicio de los trabajadores.
Es hora de organizarse
El dilema sobre qué rol va a jugar el Movimiento Estudiantil es actual. La pelea para que un sector significativo de los estudiantes se alíe con los trabajadores en lucha será enfrentándose con los macristas, los kirchneristas y los peronistas.
Nuestra perspectiva es por la emergencia de un movimiento estudiantil que cuestione que la crisis económica recae sobre la espalda de los trabajadores. Pero también que cuestione a este sistema de conjunto, levantando un programa para que la crisis la paguen los empresarios. También está planteado el combate contra la ideología que desarrolla la universidad y la pelea por espacios de autoorganización. Por ejemplo los centros de estudiantes, que pueden permitir ligar la mayor cantidad de estudiantes posible con los trabajadores que, tarde o temprano, saldrán a enfrentar al gobierno. Ya lo hicieron contra los despidos o la reforma previsional en diciembre.
Como lo demuestra la conformación del PRO, los empresarios y sus políticos se organizan, destinan su tiempo para hacer sus planes. Hace rato que Cambiemos está conspirando para acordar con el FMI. Si no queremos que esta historia se siga repitiendo, todos los que compartimos el odio al imperialismo, al capitalismo y sus crisis que generan desocupación, hambre y miseria, tenemos que organizarnos para pelear en común.
Por un movimiento estudiantil que una sus demandas a la de los trabajadores y el conjunto de los oprimidos, contra la ideología meritocrática del ascenso individual, contra las ideas tradicionales de la academia y el régimen universitario, que fomentan la competencia y que pregonan la idea de que el avance de cada estudiante es parte de un problema y una solución individual. El individualismo es el valor por excelencia del neoliberalismo: en las facultades con los exámenes individuales, en la investigación con los “papers” para hacer carrera.
Las agrupaciones como En Clave Roja, La Izquierda en Derecho, o Contra Imagen, dicen bien fuerte ¡No al pago de la deuda externa, fuera el FMI! Que se nacionalice la banca y por el monopolio del comercio exterior, por la nacionalización de los servicios energéticos y del transporte, bajo gestión de los trabajadores y control de los usuarios. ¡Que la crisis la paguen los banqueros, terratenientes y empresarios! |