Llegó la hora de la verdad. Mañana en Paraná se escribirá un nuevo capítulo en la larga historia de las obscenas relaciones de poder entre la jerarquía eclesiástica y el Estado, en este caso a través de la mal llamada “Justicia”.
Después de casi un mes de audiencias llega a su fin el primer juicio oral contra Justo José Ilarraz, de quien se ha escrito largo y tendido en este sitio. En las sucesivas audiencias testimoniaron los sobrevivientes querellantes e incluso una víctima que no formó parte de la querella y por cuyo caso ya se abrió una nueva causa contra Ilarraz.
A su vez declararon cuatro exsacerdotes, 24 curas en ejercicio y tres obispos. Ilarraz dio su versión de la historia también, esa que dice que es inocente y que la víctima en realidad es él, por culpa de un “plan” orquestado por sus querellantes.
La acusación que dio origen a este juicio fue por “abuso y corrupción agravada de menores” (se analizaron siete casos pero se estiman que fueron más de cincuenta las víctimas). Los hechos se produjeron cuando Ilarraz era prefecto en el Seminario Menor de Paraná, entre 1984 y 1995. Sus víctimas hoy promedian los 40 años, es decir que pasaron gran parte de sus vidas enfrentando la más absoluta impunidad de su victimario, quien se pasó varios años en Roma dándose todos los gustos y luego regresó al país, pero a Tucumán para evitar que lo reconozcan.
Durante el juicio se cosecharon innumerables pruebas de que Ilarraz es lo que todos (menos sus encubridores, claro) dicen que es. Por eso la fiscalía (a cargo de Álvaro Piérola y Juan Ramírez Montrull) y las querellas coincideron en pedir 25 años de prisión efectiva para el cura y solicitaron su prisión preventiva inmediata, más allá de que la sentencia no sea aún firme. La pena solicitada se emparenta con la condena que ya pesa sobre otro de los curas cobijados por la curia entrerriana, Juan Diego Escobar Gaviria, sentenciado en septiembre de 2017 a 25 años de prisión, también efectiva.
Las audiencias del juicio fueron orales pero no públicas. De hecho la prensa de la región debió ingeniárselas para poder obtener novedades importantes de las alternativas del proceso. Sin embargo, este lunes la lectura de la sentencia podrá ser vista, literalmente, por todo el mundo. Es que el tribunal compuesto por los jueces Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel decidió habilitar un canal de Youtube para transmitir la definición. Según se anunció, será a partir de las 12:30.
La expectativa de una condena ejemplar
Leonardo Tovar es uno de los curas que declaró en el juicio como testigo. Según él, “hay muchas víctimas que por hijos, trabajo o vergüenza social no se animaron” a testimoniar. “Se va a hacer justicia, Ilarraz va a ir preso y los que lo encubrieron también”, dijo a la agencia Télam luego de declarar.
El lunes 23 de abril fue el turno de José Dumoulin, quien tras 22 años vistiendo sotana decidió abandonar la Iglesia y hacer público su cuestionamiento a los vidriosos manejos sobre estos temas por parte de la jerarquía eclesiástica, tanto de Paraná como del Vaticano.
En diálogo con La Izquierda Diario Dumoulin recordó que nunca conoció a Ilarraz ya que ingresó al seminario en 1993 (cuando el abusador ya se había refugiado en Roma). Pero sí supo de los crímenes del cura “a partir del relato de una de sus víctimas en el año 2010” y de la catarata de relatos similares que fueron apareciendo.
Entre el momento en que supo del prontuario de Ilarraz y su apartamiento de la Iglesia, Dumoulin batalló para que se avance en un proceso real de investigación y juzgamiento de Ilarraz tanto al interior de la Iglesia Católica como en el Poder Judicial. Finalmente fue él quien optó por abandonar su condición de cura y seguir peleando junto a las víctimas desde afuera.
Hoy integra la larga lista de personas con las más altas expectativas en la sentencia. “Yo creo que quienes encubrieron a Ilarraz en todos estos años están siguiendo este juicio con mucha atención y preocupación porque quedaron de manifiesto sus propias actitudes, tanto lo que hicieron como lo que no hicieron en su momento. La realidad quedó totalmente demostrada en el juicio. Tan es así que los curas que fueron a declarar, cuando terminaban se iban corriendo, escapando de los periodistas para no decir palabra”, reflexiona Dumoulin.
“Si bien la Iglesia en el terreno del discurso o del marketing promueve el combate a los abusos sexuales, le falta llegar a las acciones concretas. Si no, esos discursos son vacíos”, define quien conoce muy desde adentro a la rancia institución.
Dumoulin también espera “ansiosamente, junto a las víctimas, que este juicio termine en una condena ejemplar a Ilarraz y que sirva de ejemplo para tantos otros casos que están dando vueltas, aquí en la diócesis de Paraná y en otros lados. Ojalá la Justicia no mire para el costado y no sea convivente con ese método de encubrir y tapar”.
Ilarraz estuvo presente en todas las audiencias y se preocupó particularmente por mirar desafiante a cada testigo que se sentó frente a él para contar partes de su miserable anecdotario. Quizás aún mantenga viva la ilusión de quedar en libertad. Y quizás cuente con fundamentos para mantenerla. No es común que el Poder Judicial cometa la herejía de meterle palos en la rueda a los representantes de Dios en la tierra.
Pero Ilarraz, aunque mire desafiante, ya no podrá dejar de ser maldecido por una multitud. Aún si cometieran un nuevo crimen, no condenándolo y declarándolo inocente, Ilarraz ya está sentenciado. |