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La Izquierda Diario
11 de febrero de 2015 Twitter Faceboock

Cine // En Cartelera
Whiplash, el deseo rabioso
Diego De Angelis | @DieDeAngelis

Hace algunas semanas se estrenó en Argentina Whiplash (2014), la segunda película de Damien Chazelle que cuenta con cinco nominaciones para los premios Oscar.

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Durante algunos pocos segundos solo escuchamos la percusión in crescendo de un redoblante. Un golpeteo rítmico y preciso cuya intensidad crece exacerbada hasta que alcanza su elocuencia máxima. Recién después observamos la batería y a un joven que practica con determinación.

Así comienza Whiplash (2014), la segunda película de Damien Chazelle. Una breve introducción sonora que revela en su devenir la trayectoria de una pulsión extremada. Andrew Neyman (Miles Teller) no busca tocar bien su instrumento, desea convertirse en el mejor. Para lograrlo estudia en el colegio de música más prestigioso de Estados Unidos; no tiene amigos, no sale casi con nadie. Ensaya. Y en uno de los ensayos llama la atención de Terence Fletcher (J. K. Simmons), el director de la orquesta de jazz del conservatorio. Un profesor severo que descubre su talento y que intentará, a través del despliegue implacable de su severidad, desarrollarlo a cualquier precio. En primer lugar, y como advertencia, mediante una simple anécdota: “Charlie Parker se convirtió en Bird porque Jones le tiró un platillo por la cabeza”.

Porque si bien el joven baterista admira al legendario Buddy Rich, la referencia fundamental es Parker. “Prefiero morir borracho, quebrado y a los 34 y que la gente hable de mí, a vivir hasta los 90, sobrio, rico, y que nadie recuerde quién era”, responde Andrew, bien afincado en su soberbia brillante, a los embates recibidos por un círculo familiar estupefacto. La advertencia del profesor se cumple de inmediato. Por los aires vuela una silla;arrecian los insultos y los golpes. Andrew recibe pero también persiste, siempre al pie de su obsesión.

No hay secretos a develar, ni palabras que verter en vano. Whiplash no amplifica con pesado romanticismo las razones de la aspiración enfermiza y acalorada de su personaje. Lo sabemos desde el principio: su padre fracasado, su madre que lo abandonó cuando era chico. Esto se dice rápido, como al pasar. No influye en la trama, no hay misterio ahí. Porque no importa. O no importa demasiado. Porque lo que importa es el ritmo. Mantenerlo hasta alcanzar cierto dolor. Y la película de Chazelle lo mantiene; sin forzar no frena, avanza. Estira la cuerda, la tensiona. Donde el espectador predice un corte, el fin de una secuencia, el director decide continuar.
Porque sí, otra vez: la obsesión. La obsesión tensiona. Tensiona hasta casi lograr perderlo todo. ¿Cómo narrar la tensión que desespera? Whiplash desarrolla narrativamente aquello mismo que representa. Por eso sobran las palabras y la historia se desliga rápido de lo meramente anecdótico: la historia del padre, de la madre, etc.

Con sus leves, levísimos desaciertos (alguna escena excesiva), Whiplash configura una película políticamente incorrecta. Lo es cuando no juzga y no concede, cuando abandona el veredicto de la conciencia biempensante. En definitiva, cuando no traiciona el deseo rabioso de su protagonista. ¿Qué importa lo demás?

Estreno 22 de enero

Reparto: J. K. Simmons, Miles Teller, Melissa Benoist, Austin Stowell, Jayson Blair, Kavita Patil.

Ficha técnica:
Dirección: Damien Chazelle
Guión: Damien Chazelle
Producción ejecutiva: David Lancaster, Michel Litvak, Jason Blum.
Fotografía: Sharone Meir
Música: Justin Hurwitz
Montaje: Tom Cross
Año: 2014 | EEUU

Trailer oficial:
https://www.youtube.com/watch?v=khLbT8CDGlQ

 
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