Fotografía: EFE-Vladimir Vladimirov
Las partes también aceptaron la retirada del armamento pesado y abordaron el estatus de las regiones de Donetsk y Lugansk –que se proclamaron como repúblicas autónomas de Kiev- así como la celebración de elecciones locales en las zonas rebeldes, según detallaron fuentes que pidieron el anonimato citadas por TASS.
Las consultas comenzaron con varias horas de retraso debido a la lluvia de misiles que se abatió hoy sobre la ciudad de Kramatorsk, en la región de Donetsk, que causó quince muertos según los últimos datos.
Las consultas entre los representantes de Kiev, los separatistas prorrusos y los mediadores de Rusia y de la OSCE, el llamado Grupo de Contacto, se consideran clave de cara a la cumbre de mañana entre Ucrania, Rusia, Alemania y Francia.
El día martes Obama se comunicó telefónicamente con Putín para presionar por un acuerdo en Ucrania, después de que Ángela Merkel visitara la Casa Blanca y marcara las diferencias con la posibilidad de que Estados unidos envíe armas a Kiev.
El expresidente de Ucrania Leonid Kuchmá, el embajador ruso ante Kiev, Mijaíl Zurábov, y la representante de la OSCE, Heidi Tagliavini, no hicieron ninguna declaración a los periodistas el que aguardaban a las puertas de la Casa de Recepciones de la Cancillería bielorrusa el martes por la noche, pese a las temperaturas gélidas, mostrando que las negociaciones penden de un hilo.
La sombra del último bombardeo de Kramatorsk, un antiguo bastión de los rebeldes prorrusos tomado por el Ejército ucraniano a mediados de 2014, planeó sobre las negociaciones, como constatación de que los dos bandos enfrentados en el este de Ucrania tratan de avanzar lo más posible en sus posiciones sobre el terreno.
El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, acusó a los rebeldes de atacar la sede del Estado Mayor de las fuerzas gubernamentales en Kramatorsk, y los rebeldes negaron la autoría del ataque, que atribuyeron a una provocación de Kiev.
Por el momento se desconoce si ambas partes han acordado la línea de separación de fuerzas y la zona desmilitarizada de la que debe retirarse la artillería de grueso calibre tanto de las fuerzas gubernamentales como de las milicias insurgentes.
Los separatistas adelantaron que no darían "ni un paso atrás" en lo que se refiere al trazado de una línea de separación de fuerzas, la manzana de la discordia entre ambos bandos.
Las milicias separatistas han recuperado cientos de kilómetros cuadrados de territorio gracias a una fuerte ofensiva desde principios de año, unas conquistas que no reconoce Kiev, que exige un retorno a la línea del frente de septiembre de 2014, cuando se firmaron los acuerdos de paz de Minsk.
Kiev demanda el control de la frontera ruso-ucraniana, varios de cuyos sectores están bajo control separatista, y la celebración de elecciones en las zonas rebeldes de acuerdo con la legislación ucraniana.
Poroshenko dijo que espera que la cumbre, con los mandatarios de Rusia, Vladímir Putin, y Francia, Francois Hollande, y la canciller de Alemania, Angela Merkel, sea productiva a la hora de lograr una solución duradera al conflicto, que comenzó en febrero del 2014 con la caída de Yanukóvich y estalló en abril de ese año con el comienzo de la guerra civil en el este.
El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, de visita hoy en Kiev, también aseguró que la cumbre de mañana en Minsk es "una de las últimas oportunidades para la paz", tras reunirse con Poroshenko.
Al referirse al plan de paz franco-alemán, Poroshenko advirtió el pasado fin de semana que el este de Ucrania no necesita fuerzas de pacificación ni una congelación del conflicto, ya que eso impediría el arreglo político de la crisis. Algo que entra en contradicción con las propuestas que se vienen barajando desde Alemania y Francia, y que hace que las negociaciones in extremis sigan pendiendo de un hilo, que se puede cortar al menor movimiento. |