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29 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

DÍA DEL ESTUDIANTE
Dicen que somos el futuro, pero nos niegan el presente
Diana Alvarez

Al menos 12 países reconocen en diferentes fechas el Día del Estudiante; de ellos, la mayoría son latinoamericanos, pero el Estado Español es el único que lo hace fuera de América. En México, este día se recuerda desde 1930 cuando la Universidad Nacional de México consiguiera, tras una larga lucha, el título de Autónoma.

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De 1910 y hasta 1929, el Rector de la Universidad Nacional era nombrado por el Presidente de la República y el Ministro de Educación Pública era el jefe.

El 5 de mayo de éste año estudiantes de la Facultad de Derecho llamaron a huelga para pelear la autonomía universitaria. Sin embargo, dos días después el presidente Emilio Portes Gil mandó a clausurar el plantel.

Aún así, los estudiantes resistieron hasta el 23 de mayo, cuando fueron violentamente reprimidos por la policía en calles aledañas a San Ildefonso hasta que lograron replegarlos.

Seis días después de la represión, el Ejecutivo Federal declaró la autonomía de la máxima casa de estudios; además, en memoria de esto, la Plaza de Santo Domingo también fue nombrada como Plaza del Estudiante.

En un día que no debería ser de fiesta, sino de lucha y de protesta, por la situación de criminalización tan dura que vivimos jóvenes y estudiantes, instituciones y políticos responsables de la criminalización de la juventud se llenan la boca con felicitaciones.

Sin embargo, la vida del estudiante mexicano está llena de obstáculos. Desde los miles de niños y niñas que tienen que caminar kilómetros para llegar a la primaria más cercana -si es que la hay-, hasta los miles de jóvenes que año con año son rechazados de las principales universidades del país.

No hay que dejar de lado a quienes estudian y trabajan, en total suman 2,391,806. Según el Inegi, por cada 100, 75 son subordinados y 71 no tienen acceso a instituciones de salud por parte de su trabajo, esto producto de la reforma laboral.

De la aprobación de la reforma educativa al replanteamiento de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) del sistema de financiamiento para las escuelas públicas de educación superior, pasando por sus mismos planes de aumentar medidas de seguridad en planteles universitarios; cada día queda más claro que la educación se está reduciendo a egresar mano de obra calificada para las empresas que invierten en México. Mientras, el gobierno mexicano sólo invierte 3,703 dólares por estudiante al año.

Querer acceder a la educación superior -aún siendo instituciones públicas- es bastante caro, una renta cuesta en promedio 4,800 pesos en la CDMX; 12 pesos el transporte en Tijuana; 120 pesos la comida en Culiacán.

Y tema aparte es pensar en la recreación de la juventud, que debería tener un acceso real al teatro, el deporte, el cine o cualquier otro tipo de recreación que apunte a desarrollar capacidades y habilidades. No sólo a escapar de la dura realidad en la que miles de jóvenes viven.

A principios de este mes, la ANUIES se reunió con El Bronco, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y la ex candidata Margarita Zavala -AMLO declinó por "razones de agenda"- para presentarles su propuesta con cinco ejes:

  • El primero es la gobernanza para el desarrollo del sistema de educación superior, que contempla aprobar la Ley General de Educación Superior para facilitar la creación y regulación del sistema nacional de educación superior.
  • El segundo es la ampliación de la cobertura del sistema universitario.
  • El tercero es la mejora de la calidad de la educación superior.
  • El cuarto considera ampliar la contribución de las instituciones de educación superior en la solución de problemas locales y en el desarrollo de proyectos de innovación social.
  • El último es que se defina una nueva política para el financiamiento de la educación pública universitaria “para brindar certeza jurídica y presupuestal a las instituciones de educación superior, lo que les permitirá planear para el largo plazo y mejorar de manera sostenible”.

¿De dónde vendrán esos recursos? De la alianza con el sector privado y una injerencia cada vez mayor de los empresarios en la delineación de los planes de estudio para adecuarlos a sus necesidades de generar cada vez más ganancias a costa del trabajo de las mayorías.

Sí hace falta más presupuesto para la educación, pero esos fondos tendrían que venir de impuestos a las grandes fortunas, como la de Carlos Slim, de dejar de pagar la deuda externa, para que haya acceso irrestricto a la educación pública y de calidad para todos, así como salarios y condiciones laborales dignos para las trabajadoras y los trabajadores del sector.

Con información de Milenio, El Siglo de Torreón y El Economista

 
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