En un comunicado emitido en la noche del sábado 26, la Federación Única de los Petroleros (FUP) brasileros decidió convocar a una huelga a partir del próximo miércoles. El paro, según lo discutió la FUP, es contra el aumento de los combustibles en general y también por la salida de Pedro Parente de la presidencia de Petrobras.
Sin embargo, en algunas refinerías del país los trabajadores decidieron iniciar acciones parciales inmediatamente, como la no entrada en los turnos de la mañana, frente al anuncio de Temer de un nuevo acuerdo con la movilización de un sector de la patronal del transporte de carga. Mientras otro sector mantiene el lock out por su reclamo de intervención militar, los trabajadores petroleros se ven amenazados por esos mismos militares que se preparan para reprimir su huelga.
Buena parte de los bloqueos que existían en el país se fueron levantando, luego del anuncio de Temer. Los que se mantuvieron, exigían la reivindicación no atendida: intervención militar. Lo curioso es que hasta el final de la semana pasada, circulaba en las redes sociales un debate, presentando dudas sobre el carácter del movimiento de transportistas.
Atendidas las demandas patronales, la gran mayoría del movimiento salió de las calles. Las demandas que fueron respondidas por el gobierno eximen por cerca de 10 mil millones de reales en recaudación de impuestos a las compañías y empresas logísticas, favoreciendo a los patrones y cediendo recursos que podrían ser dedicados a derechos sociales, salud pública, etc.
Esto demuestra que es un movimiento dirigido por los empresarios, con un programa que no tiene nada de "popular". Políticamente, podemos decir que el saldo del movimiento es uno solo: el fortalecimiento de la candidatura del ultraderechista Jair Bolsonaro, enemigo feroz de los derechos de los trabajadores, de las mujeres, de los negros y de la comunidad LGBT.
El PT, después de mucho silencio y de defensa de su "política de precios" de Petrobras (entrega de dinero público a los accionistas y petroleras extranjeras a través de subsidios), se expresó públicamente a través de su presidenta, Gleisi Hoffman, diciendo que la actual política de precios de Petrobras es culpa de la privatización. Hoffman esconde que quien incentivó la privatización fue justamente el gobierno del PT, que inició y mantuvo la política de venta de las reservas marítimas conocidas como Pre-Sal por años, reprimiendo incluso la huelga de petroleros que luchó contra esa venta en 2015.
El PT ahora busca con la huelga de la FUP, aunque el retrasó el inicio de la huelga durante 30 días, sacar algún benefició de este movimiento exclusivamente para las elecciones. La estrategia del PT es seguir presentando las elecciones de octubre de este año como salida a la crisis del país -incluso cuando está en duda que pueda presentar su candidato fuerte-, en un momento en que dejaron de existir las condiciones económicas que dieron margen para su política de conciliación de clases.
Por otra parte, al menos desde el golpe institucional en 2016, fue una elección del PT y la CUT dejar vacío el rol de dirigir el enfrentamiento al ajuste, y por lo tanto, seguir allanando el camino para que la derecha capitalice el descontento popular contra Temer. Podríamos citar muchos eventos que lo comprueban. Pero basta hablar de cómo fue (des)organizada la huelga general del 5 de diciembre de 2017, o incluso la decisión de no resistir la prisión de Lula con organización de las bases sindicales de la CUT.
Un sector de la izquierda, como el PSOL, que ni siquiera habló del tema, y cuando lo hizo, en boca de su dirigente carioca Marcelo Freixo, fue para pedir el apoyo a los transportistas:
Por otra parte, hubo convocatorias de sectores de la izquierda en todo el país, a actos moleculares en apoyo a las patronales del tranporte, que al no diferenciarse de la derecha y al no refutar con vehemencia el programa que defendía a esos empresarios, mantiene la ilusión de que es posible unificar banderas con los patrones y con burguesía para conquistar cualquier cambio en la realidad, lo que, sabemos, es totalmente utópico e infantil.
Sectores de la izquierda, como el PSTU, durante todo el movimiento saludaban las acciones de los empresarios transportistas como una rebelión popular contra Temer. En ese caso olvidaron decir que esa tal “rebelión” es de derecha, fortalece la candidatura presidencial del ultraderechista Bolsonaro, y que incluso sectores llegaron a exigir la intervención militar. No es por nada que hasta la apariencia de simpatía popular ya se debilita.
Los que saludaron los bloqueos de los empresarios del sector transportista olvidaron decir que el resultado de esta “rebelión” tendrá un costo carísimo que va a ser pagado por los trabajadores de todo el país para garantizar la exención de impuestos para los patrones de las compañías y empresas logísticas.
En esa misma sintonía se expresó el sobre el MAIS/ Resistencia, que no dudó en decir que "la huelga de los camioneros" fue un éxito !!!. Según este grupo, una movilización reaccionaria que transfiere 10 mil millones de reales de las arcas públicas al bolsillo de los capitalistas merece aplauso.
La movilización de la patronal de los camioneros, que de acuerdo a un sector de la izquierda sería la antesala de un levantamiento popular, en realidad expresa una voz que fortalece una salida aún más de derecha y llega a exigir una intervención militar. El decreto de Temer de activar la GLO (Garantía de la Ley y el Orden), una atribución constitucional del presidente de otorgar a las Fuerzas Armadas poderes de la policía, es un botón de muestra de esa política, que podrá ser usado para reprimir a los petroleros en huelga. |