Ya en su tiempo tanto el escritor como el director de cine o el intelectual politizado nadaban en un mar de contradicciones. Si vaticinó la Europa que domestica a los jóvenes nunca fue claro con sus postulados en torno a la religión, el marxismo o los derechos de la mujer llegando a posiciones radicalmente o aparentemente opuestas, desde visiones críticas.
Admirador de Gramsci heredero de la cultura popular italiana, Pasolini defendió un cine de poesía, aunque sus orígenes se remontan a una visión particular del neorrealismo, la desestructuración social y los chicos de la calle.
Vilipendiado por la cultura oficial y la derecha cristiana o la Iglesia oficial, sus declaraciones siguen siendo, aún hoy, objeto de encontradas polémicas y variopintas interpretaciones, aún abiertas a múltiples lecturas.
“Todos estamos en peligro” incluye sus polémicas con los jóvenes de izquierda, su dialéctica sobre el cine y la literatura, su amistad con Moravia, sus homenajes a Gramsci, la Italia desolada de su bello y desgarrado filme “Accatone”, las polémicas que suscitaron sus películas más iconoclastas, así como otros muchos testimonios de su vida y su obra, desde sus orígenes hasta su trágico asesinato en la playa de Ostia.
Poeta de las palabras y las imágenes, novelista que arremetió sin tapujos contra las formas de fascismo insertas en la cultura oficial y de consumo, canto a la libertad creativa y el retrato personal de la Italia de los desheredados, así como viajero a otros lugares del mundo en busca de otros modos de organización social.
Pasolini admiraba el espíritu de resistencia de la izquierda que conoció en EEUU en los setenta, aunque tampoco vaticinaba un futuro prometedor. El pesimismo humanista y el canto a la libertad están presentes en toda su obra y aparecen en estos textos y declaraciones varias.
Lingüista y semiólogo del verbo y la imagen, no obstante, se rebeló contra la etiqueta del tradicional intelectual del momento con su continuado compromiso político y su mezcla de provocación y apasionada subjetividad.
Pasolini nos anunció la Europa de los mercaderes y domadores. Con una peculiar visión del cristianismo y el marxismo, su libertad sexual e ideológica lo alejaron progresivamente de los grandes partidos políticos del momento.
Su muerte en extrañas circunstancias (posiblemente vinculada a la extrema derecha o facciones en el poder) revelan que, a pesar de no ser plato de gusto de nadie, era un pensador incómodo, un poeta, un trovador sin pelos en la lengua al que hoy debemos releer con distancia, pero también con pasión. |