Esta pregunta está en el aire en Brasil, hay un clima de tensión, y mucha confusión alimentada por las fake news y los grupos de Whatsapp. Esto nos exige encarar la realidad de frente, porque no siempre es fácil ver al conductor real detrás del volante.
En primer lugar, hay que buscar qué es lo que está en juego en este conflicto. Las primeras preguntas que nos podemos hacer para entender la cuestión son: ¿Qué defienden? ¿Cuál es el programa de los bloqueos?
Esto quedó bien claro con el correr de los días: no se trata de una petición de reducción del precio de los combustibles en general (incluyendo el gas de cocina y nafta, lo que favorecería a la población). La principal demanda del movimiento es la reducción del precio del diesel, con un paquete que incluye, entre otras cosas, el costo de los peajes.
¿Esa es una demanda popular? No, no es ni obrera ni popular: favorece particular y principalmente a un sector importante de los empresarios del país, que es el de las compañías de transporte y también a un sector pequeñoburgués de camioneros autónomos (entre los cuales una parte tiene otros camiones y actúan como pequeños empresarios).
¿Y de dónde saldrá el dinero para cumplir sus demandas? De la creación de nuevos impuestos y la quita de fondos públicos a través de recortes en los servicios para la población, como la salud y la educación. En resumen, lo que está en juego es la transferencia de dinero público en beneficio de las grandes transportistas.
¿Qué sectores están detrás de los bloqueos?
Entender la clave de las demandas en disputa nos lleva a pensar ¿qué sectores quieren modificar el precio del combustible y quieren más subsidios, al punto de conseguir hacer una dura pulseada con gobierno? Las empresas de logística… que están ligadas, sobre todo, al agronegocio.
Para poner solo un ejemplo: el grupo Bom Futuro, del “rey” de la soja Erai Maggi, uno de los mayores exportadores de soja de Brasil, tiene una inmensa flota de transporte propia, según relatan el sitio web de la empresa:
"El aumento significativo en los volúmenes de producción, exigió del Grupo Bom Futuro la inversión en logística: nació así en el año 2012 la División Transportes, con cerca de 400 camiones, siendo 320 de gran porte, a cada cosecha de la compañía la flota del Grupo Bom Futuro transporta toneladas de pluma de algodón beneficiada, de las algodoneras de la misma empresa a los puertos de Santos y Paranaguá, a la vuelta se transportan insumos que se utilizan en las labranzas del Grupo Bom Futuro, lo que es planificación logística al servicio de la productividad”.
Otro ejemplo es la empresa liderada por el primo de Erai, André Maggi, llamada AMAGGI Commodities, que ya en 2013 estaba entre las 20 mayores exportadoras de Brasil, teniendo instalaciones propias para almacenar 2,5 millones de toneladas de granos y que sin duda es parte interesada en los gastos de transporte de esas millones de toneladas por Brasil y también hacia el exterior. O el grupo Scheffer, que según su página web "tiene su propia flota, completa y estandarizada. Compuesta principalmente por 40 rodotrenes graneleros tirados por Volvos FH540, que garantizan la distribución de los productos cultivados con seguridad y optimización del proceso de producción. Y 69 camiones más entre Ford / Volvo / Mercedes que hacen el transporte interno entre las Unidades de Producción".
Estos sectores, uno de los más fuertes del capital nacional, del agronegocio tiene más que un interés especial en bajar el precio del diesel, porque influye directamente sobre sus ganancias. Estos son sólo algunos de los grupos del agronegocio, pensemos en una escala ampliada teniendo en cuenta todos los sectores, para ver la influencia que tienen sobre los camiones de transporte.
Con el desmantelamiento de la ilusión del gobierno de Lula, que unificaba los intereses de Petrobras, los contratistas, el sector de la industria, el financiero y parte de las empresas agropecuarias - todos sectores golpeados por la investigación Lava Jato - además de los enormes flujos de capital imperialista (en el contexto de crisis económica internacional), la tendencia es que el peso del agronegocio en el PIB aumente aún más, gane más fuerza la bancada ruralista y, por consiguiente, sus intereses en el conjunto del país. Es más que evidente que detrás de los transportistas existe un fortísimo sector burgués.
Una disputa interburguesa: entre el agronegocio, las finanzas y los monopolios petroleros
Partiendo de que los sectores burgueses en juego tienen el mismo interés de avanzar en la privatización la Petrobras, existe una disputa interburguesa, que en rasgos generales expresa el conflicto, entre por un lado los sectores del agronegocio que quieren subsidios para el transporte (por lo tanto, aumentar su ganancia pagando el Diesel más barato), y sectores financieros y monopolios petroleros transnacionales que quieren los combustibles más caros, porque se beneficiarán más en la medida en que ya se han "liberalizado" los precios, dejándolos flotantes de acuerdo con el mercado internacional. En general, los sectores industriales apoyan el segundo bloque, pero no quieren pagar más gastos de transporte.
A partir de eso, cuando se busca comprender mejor los sectores que están detrás del lock out transportista, no se puede ver que el movimiento existió sólo por un interés económico inmediato. Tienen un interés más estructural: es necesario imponer ajustes fiscales mucho más brutales de lo que logró implementar Temer, empezando por la reforma de la seguridad social.
La solución hasta ahora de las distintas fracciones burguesas estaban mayoritariamente vinculadas a apostar a un candidato de "centro-derecha", particularmente Geraldo Alckmin (PSDB), por tener experiencia en San Pablo, y haber enfrentado muchas huelgas importantes, ser de un partido fuerte del régimen político, en suma, un cuadro político burgués para ser la cara de los ajustes. Pero en los últimos días el nombre del derechista Jair Bolsonaro empezó a resonar entre las paredes de algunas de las entidades empresariales, entre ellas las ligadas al campo y las que ven que se necesita una figura "fuerte" para llevar adelante cambios estructurales.
Alckmin no mejoró hasta ahora en las encuestas y ya está más que claro que sin el mínimo de popularidad y algunas fortalezas como figura política va a ser imposible enfrentar el fuerte movimiento obrero brasileño, incluso a pesar del rol pasivizador de las grandes centrales sindicales.
Esta debilidad de Alckmin se expresó en la migración decisiva -que aún debe probarse en las elecciones- del agronegocio que expresó su apoyo a la candidatura de Bolsonaro. "Hoy el agro es un 95% Bolsonaro", sentenció a Federico D’Ávila, vicepresidente de la Sociedad Rural Brasileña y principal consultor del área de Alckmin. También quedó bien explicito el apoyo que Bolsonaro recibió en el Agrishow (el evento que reúne a las empresas del campo brasilero).
¿Qué papel juegan las direcciones sindicales y el PT?
¿Puede decirse entonces que la crisis generada a partir de los bloqueos de los camiones liga la disputa económica a una disputa política, en el marco de la coyuntura electoral? Sin duda.
Esta crisis ha polarizado aún más los ánimos en la sociedad y, a partir de la total incapacidad de las direcciones de las centrales sindicales, como la CUT, de ofrecer una alternativa contrapuesta a ese movimiento de los empresarios transportistas con intereses reaccionarios, le dan aire a la derecha política para que pueda capitalizar el lock out de camioneros. Ya sea en la versión liderada por el DEM (partido de centro derecha) en el Congreso que quieren llevar la desestabilización hasta el final aventurando un gobierno indirecto que implicaría la caída de Temer, o de quienes levantan las banderas de intervención militar o el sector bolsonarista que apoyaba el movimiento hasta ahora para fortalecer la candidatura Bolsonaro como mediación electoral.
El PT solo vio la oportunidad para seguir haciendo campaña electoral, pero en esta situación eso solo sigue abriendo espacio para que se fortalezca Bolsonaro. La apatía sindical del PT y la CUT en la actual situación equivale a una enorme traición a los trabajadores, que observan temiendo el crecimiento de ese movimiento de derecha, de actos (aún pequeños) verde-amarillos pidiendo intervención militar, de las fracciones burguesas reaccionarias detrás de esos actos y de la propia figura de Bolsonaro que estaba apoyando hasta el lunes por la noche - y en la última encuesta de XP inversiones. Bolsonaro ya aparece empatado con Lula en una hipotética segunda vuelta, y ganando en todos los demás escenarios.
Entonces, ya sabiendo quiénes son los que están realmente detrás de estas protestas y bloqueos de ruta, la posición de los trabajadores debe ser clara: rechazo a los bloqueos provenientes del lock out patronal, rechazo a la disputa interburguesa que tiende a acrecentar los impuesto que pagan los trabajadores, rechazo a la demanda de intervención militar y pro-Bolsonaro.
No hay nada de "contradictorio" en las protestas –durante el golpe institucional algunos sectores también decían que debíamos "disputar a las clases medias golpistas que están en las calles". No. La única disputa real por la conciencia obrera es separarse de ese movimiento y sus direcciones patronales y buscar construir una nueva alternativa.
La posición de la izquierda ante la ¿rebelión?
Los partidos de izquierda como el PSOL que demuestra un "apoyo avergonzado" a los transportistas adaptándose completamente al movimiento, para no hablar de organizaciones como el PSTU que llaman "rebelión" a lo ocurrido, expresan sólo la falta de voluntad teórica de examinar con profundidad la cuestión y el anhelo de oponerse a cualquier costo al gobierno reaccionario de Temer, aunque sea por el lado de la ultraderecha. Van a contramano de la necesidad de los trabajadores de entender lo que pasa y saber cómo actuar.
La huelga de los petroleros y demás huelgas en curso de los trabajadores deben oponerse claramente programática y estratégicamente a ese fortalecimiento de la derecha y ofrecer una alternativa obrera, partiendo de la denuncia de la parálisis a la que la CUT ha conducido a esos movimientos y avanzando en levantar un programa que comience por plantear una Petrobras 100% estatal controlada por los trabajadores, contra las aves de rapiña de los monopolios imperialistas extranjeros que quieren llevarse nuestras riquezas.
También aclarando que el PT, en 13 años de gobierno, sometió a Petrobras al capital extranjero, pagó a accionistas privados con dinero público y asimiló los métodos de corrupción de toda cúpula de altos burócratas que viene desde la Dictadura, pasando por el gobierno de FHC y los gobiernos del PT, que usurparon miles de millones de reales.
Con esas políticas abrieron el camino a la privatización que los golpistas quieren llevar agresivamente adelante. Sólo podemos confiar en los propios trabajadores para gestionar las grandes empresas estatales y ponerlas al servicio de la mayoría de la población, incluso con precios populares. Esa es la respuesta profunda a la crisis de los combustibles del país. |