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La Izquierda Diario
3 de junio de 2018 Twitter Faceboock

Semanario Ideas de Izquierda
“Esto es América”: racismo y resistencia en EE. UU.
Letícia Parks
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https://www.youtube.com/watch?v=VYOjWnS4cMY

Después del lanzamiento del más reciente videoclip de Childsh Gambino, "This is America", se abrió un amplio debate en las redes sociales. El único acuerdo es: el clip es una bomba de denuncia al racismo. ¿Pero es posible hacer una denuncia de verdad sin hablar de la resistencia?

Link: https://www.laizquierdadiario.com/Esto-es-America-racismo-y-resistencia-en-EE-UU

“This is America” es un clip de denuncia al racismo. En cuanto a eso no hay dudas. Pero sería imposible hacer una denuncia sin hablar de la resistencia, porque cada una de las medidas de represión y de racismo también se da en respuesta a las increíbles manifestaciones de resistencia de las masas negras. Se volvió común en la crítica al arte contar historias para intentar explicar lo que un artista quiso decir con su obra. Nuestro objetivo no es ese. No es contar una nueva historia que no sea la que Gambino contó. Queremos solo mostrar cómo los símbolos que contó se asemejan, en mucho, a los símbolos que persiguen nuestra realidad como negros, pero más que eso. Los grandes símbolos que propone la batalla por un nuevo futuro para los negros.

El escenario: un galpón itinerante

El galpón gris, casi industrial, es el escenario madre de todos los escenarios que surgen dentro del video. Pero todo comienza con este como un escenario único, con su primer personaje: la guitarra, sola sin músico. Gambino sigue escondido al fondo del galpón mientras el músico Calvin The Second se dirige a la guitarra y comienza a tocar. El ritmo es el blues.

La cámara enfoca a Gambino oculto al fondo, que inmediatamente comienza a bailar y hacer caras. La danza, que para algunos recuerda a la racista blackface de los Jim Crows [1], está hecha en este caso trayendo rasgos de los movimientos de las umbigadas [2] negras y el rostro triste. El personaje encarnado en Gambino es ciertamente una mezcla de dos mundos. Esto se prueba en lo que está por venir.

En la pose de Jim Crow blackface, Gambino empuña un revolver y mata a Calvin. El Jim Crow asesina al blues después de que el ya perdió su guitarra y tiene las manos atadas, un verdadero prisionero del escenario que comienza a construirse. El revólver es llevado con cuidado y cariño, retirado con un paño rojo, mientras el cuerpo de Calvin es arrastrado sin ceremonias por un par de chicos con uniforme escolar.

El galpón ahora alcanza un escenario de calle. Podemos casi imaginar que Gambino está debajo de un puente donde circulan pandillas. Pero el escenario es más que eso. Allí hay también jóvenes empuñando palos y cuchillos, sus ropas menos modernas que las de nuestra época nos lanzan a algún tipo de protesta que puede hacer sucedido hace décadas atrás. Los estudiantes entran en la danza de Gambino. En los rostros hay lujuria, hay alegría. En los movimientos, hay África.

En el fondo, el mundo gánster sigue en escena, mientras cada vez más jóvenes en uniforme circulan dentro del cuadro. Las gallinas en el piso captan la mirada por algunos segundos, así como los dólares arrojados por un joven encima de un auto. Otras escenas paralelas se muestran de a una: a la derecha un hombre uniformado como policía, dos hombres que golpean contra un auto. La contradicción de los símbolos es el trasfondo de ese momento en que la coreografía negra es realizada por los jóvenes uniformados.

Un coro de iglesia entra en escena incorporándose al coro del tema, rompiendo el ritmo de rap que venía de la escena anterior. Gambino invade la escena, nuevamente bailando con una mueca profundamente caricaturesca. Detiene la danza, mira hacia la derecha y con un revólver mata a todos. “This is America” reinicia la voz rítmica del rap. El revolver es otra vez tratado con el mayor cuidado. Del tiro surgen dos hombres corriendo con bastones y cuchillos, y después muchos otros. El auto de la policía al lado de ellos podría hacer recordar cualquier escena parecida con las que vimos durante las luchas contra la violencia policial. Jóvenes negros armados con lo que consiguen a su alcance, corriendo en dirección a la lucha, o de la propia policía que los amenaza cotidianamente.

El galpón reaparece y hay más personas en ritmo acelerado. Con ese trasfondo, vuelven los jóvenes estudiantes en uniforme, otra vez bailando en una estética corporal bastante sudafricana. Mientras bailan y corren, alguien se tira de pecho. Pero la vida continúa. La policía corre superuniformada, preparada para reprimir.

Mientras el caos de la represión y de la resistencia parece instalarse, los jóvenes uniformados continúan bailando, sonrientes, al tiempo que otros jóvenes usan mordazas y filman con sus celulares. El caos continúa en la parte de abajo de la baranda, desde donde ellos filman, donde otra escena repentina aparece: pasa un caballo blanco con un caballero vestido de negro. ¿Un mensajero de la muerte?

Y resurgido de la muerte aparece el hombre que en los primeros 20 segundos del video fue muerto por el personaje principal. Sus manos no están más atadas, tocan la guitarra. Gambino sube encima de los autos. SZA también está sentada sobre uno de los autos. La escena del galpón, claro, es con autos antiguos; se cierra en un escenario oscuro, donde Gambino corre junto a otras personas. Su gesto es de miedo puro.

Capas 1 y 2: Mientras haya racismo, habrá resistencia

Si los Estados Unidos pudiesen estar contenidos dentro de este galpón, ciertamente las escenas resultantes serían el conjunto de las muertes violentas a las que los negros son sometidos cotidianamente. La primera capa visible en todo el video, por lo tanto, es la composición de profunda y dura violencia viva dentro de ese galpón. Y eso no es cualquier cosa. Gambino está haciendo esta denuncia tan explícita desde dentro de la mayor potencia imperialista del mundo, una potencia que es directamente responsable por el golpe en Brasil, por la muerte y sufrimiento de mucho de los países de África y Medio Oriente. Solo por esto, Gambino ya realizó un gran hecho.

Pero incluso esa capa se vuelve compleja en relación a algunos símbolos en especial. Desde la primera vez que vi el video me intrigó los jóvenes en uniforme bailando ritmos marcadamente sudafricanos. Cuando los vi junto con la aparente revuelta al fondo, me hizo un click. ¿No te hacen acordar a las escenas de la masacre de Soweto? Jóvenes que en 1976 se rehusaron a recibir el afrikáner como idioma enseñado en la escuela, y que salieron de a millares a las calles exigiendo una educación no colonial. El 16 de junio de 1976 uno de los actos masivos es reprimido por la policía, que deja un número incierto de jóvenes muertos. Las masas sudafricanas dicen 700, mientras que los números oficiales asumen unos contradictorios 95.

La tesis que defiendo es que este video trata como capas al racismo junto a la resistencia, sin sobreponer una a la otra, reafirmada por la imagen cruel del coro asesinado, seguida inmediatamente por la entrada en escena de una resistencia también violenta, pero aquella violencia que se desarrolla cuando es preciso defender la propia vida, recurriendo a lo que se tiene disponible –palos y cuchillos– como armas de defensa de la propia vida y de la comunidad.

Los hombres cargando palos y cuchillos no podrían dejar de recordar, inclusive, las imágenes de la histórica huelga de los mineros de Marikhana, que fue respondida por el gobierno del Congreso Nacional Africano con la represión y muerte de, oficialmente, 43 mineros. El propio uniforme del policía que pasa rápidamente por la cámara durante el video de Gambino hace acordar MUCHO al uniforme de los policías sudafricanos.

No podría dejar de mencionar la más obvia de todas esas representaciones. Mientras son reprimidos por la mordaza, los jóvenes estudiantes empuñan los celulares y registran la escena. No es absurdo decir que junto con la expectativa de saber lo que se graba, hay también la memoria de lo que ya vimos que fue grabado así: Claudia siendo arrastrada por la policía, Mike Brown siendo asesinado.

En la letra, en ese momento, las palabras son:

This a celly (ha) / Esto es un celular (ha)
That’s a tool (yeah) / Es un herramienta (yeah)
On my Kodak (woo, Black) / Oh mi Kodak (woo, Negro)
Ooh, know that (yeah, know that, hold on) / Ooh, lo sabés (es, lo sabés, continúa)
Get it (get it, get it) / Agarrálo (agarralo, agarralo)
Ooh, work it (21) / Ooh, hacelo funcionar (21)

Sería absurdo decir que el esfuerzo de construir esta imagen sea solo para decir lo que ya sabemos: hay violencia policial, estatal e civil contra los negros, no solo en Norteamérica sino en todo el mundo. Gambino fue más lejos. Si hay violencia, hay resistencia. De todo tipo. Agarrálo. Hacelo funcionar.

Capas 3 y 4: la resistencia en la cultura y la corrida por un nuevo futuro

Pero Gambino tampoco se queda ahí. Porque la masacre contra los negros no se queda en la bala. La resistencia negra tampoco.

La imagen inicial es un preanuncio de ese combate que Gambino decide hacer a lo largo de la estética de la música, de manera por decirlo así, genial. La escena del asesinato podría resolverlo todo, pero más allá de ella, voy a hablar también de la escena final, de los automóviles, que me parece aun mal comprendida.

La guitarra que estaba sola es agarrada por un artista negro, que comienza a tocar un ritmo de blues. Gambino lo asesina en una postura que, como muchos ya describieron en internet, es explícitamente referenciada a la pose de Jim Crow, el primer personaje de blackface de la historia de la cultura norteamericana. Jim Crow, junto con su simbología, está robando la guitarra de la mano del negro, haciéndolo preso y después, matándolo. Esto por dos motivos.

Primero que la práctica del blackface era apreciada por las enormes comunidades de supremacistas blancos norteamericanos, que gozaban de los shows que ridiculizaban a los negros, su danza, sus facciones, etc. Segundo porque Jim Crow, además de bautizar al primer blackface de la historia, también bautiza las leyes que fueron utilizadas para excluir de derechos a las masas negras que durante la recuperación económica, después de la guerra civil norteamericana, exigían derechos plenos junto a la libertad. El hecho es que sin los negros, el norte ciertamente habría perdido la guerra, pero la burguesía decide con ese conjunto de leyes no pagar el precio de la libertad de Inglaterra entregando a los negros puestos de comando. Mantener a los negros en una posición profundamente miserable era fundamental para que las ganancias de la burguesía blanca fuesen mantenidas, así como para mantener la superexplotación de las enormes masas negras que se mantuvieron en el sur, en condiciones de trabajo análogas a la esclavitud.

Es en este sur que surge el blues, asesinado por el Jim Crow de la misma elite blanca que intentó robarlo y descaracterizarlo de toda su carga de resistencia e insubordinación. Pero ni la insubordicnación del blues, ni ninguna forma de resistencia negra, podría morir de esa manera. Esto porque las balas no son capaces de matar lo que la tradición, la memoria y la lcuha mantienen vivos.

Es por esto que durante la caótica escena de la lucha, el caballero de la muerte trae el blues de vuelta. Pero vean bien. Él no vuelve tampoco a un galpón vacío. Vuelve exactamente dentro de la misma escena de autos que la misma Beyonce eligió para hablar sobre Nueva Orleans.

Siguiendo la parte final de la letra, Gambino dice que su abuela lo mandó a que fuera a buscar el dinero que es suyo: “Grandma told me, ‘Get your money’, Black man / Get your money, Black man (Black man)”.

Pero el dinero no va a resolver esa situación. El hombre que pasó por nuestros ojos en el medio del clip lanzando dinero por los aires deja eso en claro. No para nosotros que estamos solo viéndolo, sino por el mismo mensaje que Beyoncé intenta pasar a los que ven “Formation” y que podrían pensar que la salida de los negros para no morir por el desinterés de sus gobernantes sería:

Get what’s mine, take what’s mine / Agarrá lo que es mío, toma lo que es mío
I’m a star, I’m a star / Soy una estrella, una estrella

Mientras la respuesta de Beyoncé incorpora en sus símbolos las marcas de ropas caras, los autos caros, el dinero; la respuesta de Gambino asume que incluso con todo eso, la persecución rasista encierra la trama. No es en vano, en la estética de la música, su síntesis en el video se repite. El hiphop no es ostentación, como Beyoncé se somete a hacer contra la tradición de este ritmo. La melodía es basada en golpes (batuques) africanos, mientras que la de Beyoncé está hecha para agradar la necesidad de repetición de la música pegadiza.

Nada en Gambino fue indiferente o accidental. Nada fue reproducido del status quo. Cada capa del video asimila una síntesis de lo que hay más profundo de la enorme crisis política, social y económica que vivimos: cada día los ataques son más duros, hay falta de perspectiva en cada nuevo suicidio, hay lágrimas y dolor en cada tiro que alcanza a un niño, una mujer, un hombre negros. Pero hay para cada uno de esos actos, como una especie de espejo de terror que el negro da vuelta contra los ricos y poderosos, de manera simétrica a cada experiencia de dolor, tristeza y miseria, una puñalada de resistencia. Una respuesta a las armas volcadas contra nosotros que no se limita, inclusive a solo bajarlas, sino a trazar una ruta en alta velocidad de disputa también por un nuevo futuro.

Cuando vi a Gambino corriendo en el final, no vi solo terror. Vi energía del artista que se sumó a los que corrían en las calles rumbo a un futuro todavía difícil de identificar, un futuro oscuro, pero un futuro que va más allá de la resistencia.

En las calles, en las fábricas, en las escuelas, en el video que circula en internet grabado en forma clandestina, en la poesía, en la música o en el video. Caminan juntos denuncia, resistencia y los pasos desesperados y masivos en la lucha por una realidad que se sobreponga a ese caótico y violento galpón. Haití es aquí. Nosotros ya vimos esta historia contada antes. Y es preciso decir: no nos contentaremos con el racismo, la policía, la burguesía. Verteremos nuestro terror contra aquellos que hoy nos aterrorizan. Y aquí, también es preciso decir: corre, burguesía, corre.

Traducción: Elizabeth Young

 
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