Con el paso de los días se van conociendo los hombres y mujeres de confianza del nuevo líder del Ejecutivo. Entre los más destacados se encuentran Carmen Calvo, que ocupará el cargo de ministra de Igualdad y la Vicepresidencia del Gobierno.
Por su parte el ex ministro de Obras Públicas en el Gobierno de Felipe González y declarado antiindependentista, Josep Borrell, ocupará la cartera de Asuntos Exteriores.
Magdalena Valerio será la nueva ministra de Trabajo, sobre la que los socialistas buscan crear las expectativas de que derogarán la Reforma Laboral. El astronauta Pedro Duque, ocupará el cargo de ministro de Ciencias, Innovación y Universidades.
A esta lista se suman Isabel Celaá, que será la ministra de Educación y Teresa Ribera, vinculada al desastroso “proyecto castor” en su paso por la Secretaría de Estado de Cambio Climático, ocupará la cartera de Medio Ambiente.
Cierran el equipo de Gobierno José Luis Ábalos, el secretario de Organización del PSOE, estará al frente de Fomento, María Jesús Montero, será ministra de Hacienda. Nadia Calviño, al frente de Economía, Meritxell Batet, ministra para la administración territorial, Carmen Montón al frente de Sanidad y la Fiscal de la Audiencia Nacional Dolores Delgado, al frente del ministerio de Justicia.
La política del PSOE estará signada por miles de gestos pero ninguna política de calado, teniendo en cuenta que se prevé que será un gobierno corto- no más de 2 años según los más optimistas-, con una enorme debilidad parlamentaria -84 diputados propios- y una autolimitación presupuestaria asumiendo los presupuestos del PP que enmendaron en su totalidad el día de su aprobación. Uno de esos primeros gestos es la paridad entre hombres y mujeres en la formación del ejecutivo de su gobierno.
En la línea de las promesas electorales – esta vez de forma inédita durante la propia formación de gobierno ya que es la primera vez que un presidente en democracia no es elegido por las urnas- Pedro Sánchez se ha comprometido a cerrar una ley de igualdad salarial así como impulsar el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
Sánchez no ha querido dejar lugar a dudas. Con la elección de Calviño al Frente del ministerio de Economía, actual directora general de Presupuestos de la Comisión Europea, intenta enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados europeos inquietos y a Bruselas de que su gobierno se regirá por la ortodoxia y los compromisos adquiridos. Este nombramiento fue celebrado por parte de la Comisión Europea y de personajes como la propia Ana Botín, que ha definido a la nueva ministra como una “garantía para España”.
Tampoco ha dejado dudas frente a Catalunya y es que si en Berlín todo es tranquilidad y confianza, algo diferente se ve el panorama en Catalunya. Si algún ingenuo tenía la esperanza de iniciar acciones y debates de fondo, la ilusión se ha marchado más rápido que un amor de verano.
Borrell, aquel que gritaba contra el derecho a decidir subido al escenario de Sociedad Civil Catalana junto a Albiol, es hoy ministros de Exteriores y un mensaje personificado para Torra. El PSOE, como constructor más valioso de este Régimen del 78 y su Estado de las Autonomías, va a defender esto hasta el final.
Otra de las carteras más controvertidas es la de Interior, que finalmente ha sido otorgada al juez Grande-Marlaska, quien persiguió duramente a la izquierda abertzale, especialmente de la organización juvenil Segi.
Con unos movimientos continuistas en los grandes ministerios, el PSOE tiene dos años en los que buscará recomponer sus números electorales después de caer a records históricos del partido centenario fundado por Pablo Iglesias.
El inicio de la descomposición del PP actual
En la carrera de recomposición de los dos partidos que operaron como pilares del Régimen post dictadura, comprometidos con la monarquía y contra el derecho a decidir de los pueblos, la renuncia anunciada de Rajoy a la presidencia del PP da inicio a los tambores de guerra por la sucesión en un escenario de reconfiguración de la derecha.
Rajoy ya anunció que si bien supervisará la renovación de la dirección del partido, mantendrá un perfil bajo, sin por lo pronto decantarse por ninguno de los aspirantes a sustituirlo, lo que augura una guerra interna cruenta.
Algunos sectores del PP intentan buscar un candidato de consenso, entre los que suena el nombre de Alberto Núñez-Feijóo, con la esperanza de evitar el choque entre dos de las figuras de primera línea de la era Rajoy, la ex vicepresindenta Soraya Sáenz de Santamaría y la ex ministra de Defensa y actual Secretaria General del PP María Dolores de Cospedal.
Dentro de esta reconfiguración del ala derecha del Régimen del 78, incluso hizo aparición el propio expresidente Aznar, ofreciéndose a contribuir a reconstruir un partido de centroderecha fuerte, señalando que “lo que estaba unido hoy está dividido”, en referencia implícita al PP y Ciudadanos en su discurso pronunciado en la escuela de negocios Next.
Una salida por arriba para los de arriba
Más allá de la alegría que despierta, como no puede ser de otra manera, el fin del Gobierno de Rajoy, la elección de gobierno por parte de Sánchez busca dar un mensaje claro, que será un gobierno comprometido con el Régimen, al servicio de la patronal y respetuoso con las reglas de juego Europeas.
La lógica del mal menor se convierte en un callejón sin salida y una nueva y segura decepción. Y esta lógica ha llevado a Podemos de pretender ser el azote del bipartidismo a ser un balón de oxígeno para uno de sus pilares, el PSOE.
Alejado por completo del ingenuo “sí se puede de Podemos” y de la alegría de Monedero, y de que a Rajoy “le ha echado la gente”, la intentona de salida programada por arriba del Régimen con Pedro Sánchez no depara nada positivo, más allá de las limitadas acciones estéticas que de buen seguro intentará el nuevo Presidente, para la mayoría de la clase trabajadora y sectores populares.
Nada bueno se cocina en la política de palacio para la plebe. Solo la perspectiva de la movilización de los trabajadores y los sectores populares es una verdadera alternativa al nuevo gobierno de Sánchez así como la construcción de una izquierda de clase y anticapitalista, independiente de todos los partidos del régimen. |