Fotografía: Hernán Moreno
Los cientos de afectados por las inundaciones provocadas por el desborde del río Chico y sus arroyos afluentes, producto de las intensas lluvias que azotaron a la provincia la semana pasada muestran el tremendo fracaso y cruel bofetada con la realidad tras una década de supuesta bonanza y recuperación económica en la provincia del norte argentino.
Contradicción entre el relato oficial nacional / provincial / municipal de crecimiento económico sostenido con inclusión social y las condiciones materiales en que se desarrollan los miles de tucumanos que asisten indefensos a un despojo de lo poco que el “modelo” les acerca.
Desde las 8 de la mañana asistimos a los pormenores del corte de ruta de los vecinos organizados luego de una catástrofe que los dejó sin nada, o mejor dicho sin lo poco que tienen. El día de la tormenta cuando el río creció su caudal en cuestión de minutos hasta casi dos metros por encima de su normal nivel, el agua arrastró todo a su paso, ensañándose con los que menos tienen, o sea con la mayoría del pueblo tucumano.
El relato de los lugareños es escalofriante. Veían cómo colchones, televisores, heladeras, muebles, comestibles e incluso animales domésticos eran arrastrados por una mezcla de lodo, agua turbia y restos de casas, sin poder hacer nada. El desborde los encontró descansando de madrugada, y los gritos entre vecinos sin luz tratando de ubicar a sus familiares es todavía difícil de asimilar al escribir estas líneas.
Tras este cuadro de situación, es lógico e imprescindible que salgan a reclamar a las autoridades, y eso hicieron durante estos días. Es interesante destacar las condiciones de reproducción de estos hermanos del norte en estas localidades. Infinidad de peones recolectores de limones, papas, frutas y la caña de azúcar, sumados a los tantos que reciben subsidios del Estado o son empleados del municipio y que refuerzan esa dependencia de lo estatal y el clientelismo político. Sin tener en cuenta esto, es probable que no se llegue a comprender el enorme peso que conservan las estructuras políticas del PJ provincial en lo que respecta a la dependencia de muchos de ellos cuando se deciden a reclamar o manifestarse.
Es un contexto cruel de dependencia y sumisión de grandes sectores de la población que no encuentran salida dentro de los límites que el capitalismo asume en esta provincia, mezcla de rasgos cuasi feudales de dominación y una explotación de la fuerza de trabajo intensiva y desgastante.
En todo este complejo panorama vino a impactar el hecho de abandono y desidia a la que son sometidos los pobladores de estos parajes.
Dialogando con uno de los representantes del corte, nos explica que están cansados de promesas incumplidas y de ser usados políticamente por los punteros y dirigentes locales que tantas veces les prometieron soluciones a sus problemas y otras tantas más los defraudaron en sus expectativas.
Es por eso que los manifestantes esta vez no van a abandonar la ruta hasta no tener un compromiso escrito por parte de las autoridades de que al menos por esta vez sus reclamos sean satisfechos. Reclaman nada menos que no ser dejados a un total abandono, sin nada más que lo puesto.
Una situación que desde la ruta se percibe tensa y con un desenlace incierto, pero desde esas caras agotadas y pies descalzos curtidos por la miseria a las que los condena este sistema y su estado cómplice, se respira lucha y ganas de ser escuchados.
A la vera de ambos lados del corte varios camiones esperan con sus acoplados llenos de lo que los mismos perjudicados por la inundación cosecharon pero que no puede ser enviado a los mercados. Observamos así la enorme fuerza de la clase obrera, que sin sus manos curtidas no se puede recolectar esas cosechas, que no disfruta del producto de su trabajo que es apropiado por los capitalistas de la provincia, pero que conserva en sus manos la capacidad de interrumpir el proceso de circulación de esas mercancías como lo estamos viviendo en estos momentos. Y que puede si se lo propone asumir el control pleno del proceso productivo sacándose de encima a los parásitos del capital y su estado garante.
Muchos se suman, y lo más interesante de destacar es la notable solidaridad que emana de los cientos que llegan hasta aquí y se sienten hermanados en la necesidad de los que esta vez, como tantas otras son condenados a una exclusión que indigna. |