Llevo conmigo la batalla de 629 jóvenes que habían cesado de resucitar. Mis muñecas se doblan murientes en la trinchera de sus gestos. Llevo conmigo los cuerpos infantiles rotos contra las baldosas y que ha regresado el viento. La sangre de sus cuerpos rotos contra las baldosas, que el que sabe del sabor del crimen no ha podido hundir en la porosidad del asfalto.
Tlatelolco pisotea la frente y degüella la cabeza que estremecen los gritos. Y yo acuso.
Yo acuso a las miras exactas, idiotas de nacimiento creyendo tomar el partido de perdonar a la naturaleza, vomitando vivamente su profecía de antropofagia. Yo acuso a los muros que equivocaron el futuro y fueron la agonía, haciendo nupcias entre la luz pétrea del obús y las espadas rodeadas de carne adolescente.
Yo acuso al cemento donde se cumplieron las puertas de la muerte boca abajo, y a las azoteas panteones de enterrados vivos. y bramidos de ciervos. Yo acuso a la fosa común y a los incineradores y a la piedad sobre los ojos; yo acuso al hoyo como un lobo sobre la esperanza y siempre solo en busca de su imagen completa.
Por el dos de Octubre que quiso ser dos de Noviembre mexicano. Yo acuso al dos de Octubre.
Yo acuso al laurel del poeta porque hace mucho que la poesía carece de flores y se forma en el grito y en la coagulación de la sangre que es la muerte de la sangre.Yo acuso a las páginas de los diarios, vaya un carcelero para despedir el recuerdo largo terrible y arreglar la época de nuevo.
Yo acuso a las iglesias porque te bendigo hermano y te maldigo en expresión del oro. Yo acuso a los planes sobre el escritorio y al ruido de la silla ejecutiva atornillada a la emboscada y a la desesperanza. Yo acuso al edificio seco de piedra donde se renueva la palabra legal y el último pensamiento y el grito que dijo:”el responsable soy yo” y la garganta y la lengua y la pareja que lo engendra y lo hizo posible.
Yo acuso a la lista de desaparecidos, a los proyectiles, a los vehículos, a los frigoríficos, a los heridos con su carga, al campo que custodia la paz convertido en campo de concentración 68; y a todo lo que va de pleno al golpe. Yo acuso a las cárceles y a las celdas duras como latidos de mortero para dar cabida a los perseguidos y no agrandarlos y no esconderlos.
Yo acuso a mi país por no lanzar sus cuerpos como cuchillos afilados y acometer como mariposas heridas por las calles. Yo acuso todo lo que vendrá si a mi suelo el odio cincela perforaciones y las enciende, y porque rueda castillos de cohetes de la infamia.
Yo acuso. Yo acuso. Yo acuso a mi siglo donde se baila. Yo acuso a mi siglo donde se bebe. Yo acuso a mi siglo donde se hace el amor voraz en diez minutos. Yo acuso a mi siglo donde se apila a los vivos y se abren las esclusas que queman los párpados y se grita a los muertos y se mata y se derriba al hombre.
Aquí lo puedes escuchar de viva voz y con un agregado inicial: