Este pasado primero de junio la coalición entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la xenófoba Liga Norte (LN) por fin lograron armar gobierno para intentar ponerle fin a la crisis política que desde las elecciones legislativas del 4 de marzo tenía al país sin ejecutivo.
A la cabeza del gobierno, como Primer Ministro, está Giuseppe Conte, una figura consensuada entre los líderes de ambos partidos de gobierno, Luigi di Maio,el líder del M5S, y el jefe de la LN, Matteo Salvini - quienes además oficiarán de ministros muy cercanos a Conte, Di Maio como ministro de Desarrollo Económico, Trabajo y Políticas Sociales, y Salvini, como ministro del Interior.
Además, el reparto del gabinete entregó al M5S los ministerios de Sanidad (Giulia Grillo), Cultura y Turismo (Alberto Bonisoli), Defensa (Elisabetta Trenta), Justicia (Alfonso Bonafede), Asuntos para el Sur (Barbara Lezzi) y Infraestructuras (Danilo Toninelli) y Relaciones con el Parlamento (Riccardo Fraccaro) y Mediambiente (Sergio Costa). Por su parte la LN quedó con el ministerio de la Administración Pública (Giulia Bongiorno), Asuntos Regionales (Enrica Stefani), Discapacidad y Familia (Lorenzo Fontana), Agricultura (Gianmarco Centinaio) y Educación (Marco Bussetti). La mano derecha de Salvini, Giancarlo Giorgetti, será nombrado subsecretario a la presidencia del Gobierno.
Esta será la primera vez que grupos de extremaderecha y de la derecha populista ascienden al poder en un país fundador de la Unión Europea, con un marcado discurso euroescéptico (revitalizando un Brexit a la italiana que ya descartaron llevarlo hasta el final) y cerniendo sobre Italia una amenaza reaccionaria y xenófoba.
El escenario quedó así tras el hundimiento electoral de los partidos tradicionales y la debacle de Berlusconi, castigados por 25 años de administración de neoliberal y austeridad, y como resultado del malestar social derivado de la crisis económica.
El programa que han acordado impulsar, llamado “Gobierno del cambio”, puso en primera línea la expulsión masiva de inmigrantes – prometiendo la expulsión de 500.000 refugiados -, bajar impuestos a los empresarios, reestructurar el gobierno de la Unión Europea y acabar con las sanciones a Rusia.
Además, según su programa, promoverán un registro de musulmanes y rever el financiamiento a mezquitas (las que "serán cerradas en caso de propagar un credo radical o de ser construcciones ilegales"), en materia delictual quieren aumentar las penas y reducir la edad de imputabildiad.
En toda línea este futuro gobierno promete, con sus políticas reaccionarias, racistas y liberticidas, nuevos ataques hacia los trabajadores, mujeres, migrantes y jóvenes, pero disfrazadas demagógicamente, lo que podría despertar al movimiento obrero para la defensa de derechos democráticos a los que el gobierno pretenderá cortar.
Los trabajadores deberán prepararse para estas batallas sin confiar en proyectos neoreformistas a lo Syriza o Podemos, que como en Grecia y España han terminado como furgón de cola de las instituciones financieras de la eurozona, o subordinados a los partidos tradicionales, para, con un discurso “alternativo”, terminar aplicando las mismas políticas neoliberales y antiobreras que los partidos tradicionales.
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