Un virus informático ataca al Banco de Chile extrayendo US$ 10 millones. Su gerente general, Eduardo Ebensperger, declara que “el evento fue destinado a dañar al banco, no a los clientes”.
En un comunicado emitido por la entidad bancaria el día 28 de mayo, lo primero que nos aseguran es que el destino del ataque es el banco y no los clientes y que el ataque, tras “una exhaustiva investigación” es “presumiblemente proveniente de redes internacionales”. Es decir, no nos aseguran nada al respecto.
Andrónico Luksic, presidente de la Sociedad Matriz del Banco de Chile, aseguraba ya a inicios de 2018 que para el próximo año sería finiquitada la enorme deuda de más de US$ 350 millones que tiene el Banco de Chile con el Banco Central desde los 80’. El robo de US$ 10 millones más se suma de manera marginal a ésta cifra, el tema es que estos 10 millones supuestamente no estaban previstos para el Banco de Chile.
Si el evento estaba destinado a dañar al banco y no a los clientes cabe preguntarse ¿cómo resolverá el problema el banco, uno de los más importantes a nivel nacional? Los bancos acumulan capital en base a los ahorros de sus clientes, el fomento a las empresas y la especulación financiera. Puede que el ataque no haya sido dirigido directamente a clientes, a sus cuentas e informaciones, esto nos puede dejar un tanto en tranquilidad, pero el problema es que para solventar este problema el Banco no tiene capacidad de generar capital por sí solo, necesita de los ahorros de los clientes y del trabajo de sus más de 10 mil empleados.
Posibles consecuencias
El Banco de Chile sale a hablar de causas presumibles en base a una “exhaustiva investigación” que no va a poder resolver la ineptitud de los sistemas de ciberseguridad que implementan en tanto siempre están ligados a fallas informáticas. Ahora, ¿cuáles serían, basándonos en las experiencias de la historia y no en presunciones abstractas, posibles consecuencias?
En primer lugar, esbozamos que si bien el ataque no fue directo a los clientes sí puede repercutir sobre ellos y los trabajadores del Banco. La manera de resolver este tipo de problemas por parte de los grandes empresarios ha sido cargar las crisis y los parches a sus propias empresas en los hombros de sus trabajadores y en los bolsillos de sus clientes. No sería sorpresivo que los clientes se vean afectados más a mediano y largo plazo por las posibilidades de crédito que entreguen los bancos, por alza de intereses, etc. Si este robo se utiliza como excusa entonces tampoco sería sorpresivo que emprendan despidos con sus propios trabajadores. El poderoso ciudadano Luksic, por ejemplo, no va a preferir desembolsar de sus arcas lo que puede quitar por debajo a millones de personas. Incluso, en última instancia, lo que guarda en sus arcas es fruto de trabajo ajeno. La cosa es si pierde más o menos y, por contrapartida, lo que pierdan más o menos los clientes y empleados del banco.
En segundo lugar, este tipo de ataques demuestran que no existen sistemas de seguridad infalibles. Al respecto, las empresas en lugar de posicionarse desde su propio error en seguridad tienden a poner el foco en la criminalización de estos hackeos. Los gobiernos por su parte han tendido las últimas décadas a entregar como solución el recrudecimiento de las penas, que en última instancia es fortalecimiento de la represión y del régimen capitalista que sustentan. De hecho, este martes se reunirá el Comité Interministerial de Ciberseguridad, espacio del cual podremos examinar respuestas a ésta última predicción: la respuesta será más punitiva que preventiva y, en caso de ser preventiva lo será a condición de que tienda a fortalecer a las empresas y el poder de represión a futuro. |