Desde temprano se está debatiendo en Diputados en una sesión histórica que puede dar la media sanción al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Mientras tanto, afuera del congreso cientos de miles de mujeres y varones, mayoritariamente jóvenes, ya demostraron que la opinión mayoritaria en la sociedad es a favor del aborto legal.
Sin embargo, adentro, la diferencia de votos está muy ajustada y todavía no hay claridad de si saldrá a favor o en contra. Existe la posibilidad de que sea el presidente de la Cámara baja, el macrista Emilio Monzó, quien defina la aprobación de la ley impulsada por el movimiento feminista si es que hay doble empate.
Siendo que Monzó es uno de los pocos que aún permanece entre los "indecisos" es bastante llamativo que en su escritorio tenga una medalla y un crucifijo, los símbolos de la iglesia católica que es la principal enemiga de esta ley.
Para que Monzó tenga que desempatar, teniendo en cuenta que hay dos ausentes, debería existir al menos un diputado que se abstenga o ausente al momento de la votación, porque sino quedarían impares.
En caso de empate, podría repetir la votación antes de verse obligado a darle o no media sanción por sue cuenta al proyecto.
Lo que está claro son dos cosas: por un lado, la iglesia católica mantuvo en duda el resultado mediante un fuerte lobby durante los últimos días. Por el otro lado, el movimiento de mujeres, junto a trabajadores y estudiantes, están protagonizando una pelea histótica.
Lo que no está claro es una sola cosa: en caso de tener que desempatar, ¿qué le pesará más a Monzó? ¿La presión eclesiástica o la marea verde? |