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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Trabajadores
Cierre de Maersk ¿quienes son los responsables?
Daniel Vargas | Antofagasta, Chile

El cierre de la empresa Maersk trajo consigo que 1200 familias quedaran en la calle. Los empresarios y sus políticos culpan a los Sindicatos y al Partido Comunista, pero esto esconde las verdaderas razones tras el cierre de Maersk.

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La semana pasada la empresa danesa Maersk anunció el cierre de su planta en San Antonio debido a los problemas de sobre producción mundial de containers y la falta de insumos para la producción, lo cual hacía inviable mantener el proyecto en el país. Dejando, en consecuencia, a 1209 familias en la calle.

En la prensa y en las redes sociales, tomando los argumentos de la empresa, han proliferado, además, las opiniones que responsabilizan del cierre y los despidos a los trabajadores y su huelga del 2017, pero también al Partido Comunista y su rol durante la misma.

Cómo llegó Maersk al país

El año 2010, existía un contexto de crecimiento de la demanda de contenedores refrigerados, lo que puso a Maersk en una encrucijada para ampliar sus negocios, en este sentido debía definir si continuaba desarrollando la producción de su planta en China o si levantaba una nueva planta en otro lugar del planeta. A todas luces, la idea de levantar una planta en San Antonio, que le permitiera a la empresa ahorrar el costo de traslado de contenedores desde China hacia Chile, resultó ser mucho más atractiva.

De modo que a partir del año 2011 inició la construcción de la planta, la cual empezó a operar el año 2015, fecha en que Maersk postula al programa de la Corfo de “atracción de inversiones de alta tecnología”, con el objetivo de facilitar la instalación de Maersk en el país, comprometiendo un aporte estatal aproximado de US$2 millones.

Desde entonces la empresa sólo aumentó su producción (según el Reporte de Sostenibilidad 2017 el volumen y velocidad de producción aumentó en un 160%) y se trató de reducir la inseguridad que vivían los trabajadores, por lo que la empresa apostó a bajar tasa de accidentabilidad (reduciendo en un 75% los incidentes, según el mismo reporte); es más, según el Reporte Financiero del primer trimestre del 2018, la empresa habría logrado aumentar en un 17% sus despachos.

Los trabajadores, en octubre del 2017, entraron a reclamar una retribución de este crecimiento de la empresa, por lo que realizaron una negociación colectiva que, por la intransigencia de la misma, implicó 15 días de huelga simultánea de ambos sindicatos con mucha actividad de la base. Sin embargo, la empresa, por el protagonismo que tomó la directiva sindical y las mesas de negociación, logró retomar la iniciativa y darle fin a la huelga concediendo algunas demandas, pero con los sindicatos divididos y los trabajadores desmoralizados.

Ésta huelga ha sido tomada como punto de referencia para explicar el cierre de la planta.

Las lecciones de los empresarios

Los empresarios y sus políticos quieren dejar sentado que las causas del cierre se deben a la escasez de incentivos a la inversión industrial, la falta de proveedores, capacitación, pero particularmente a la huelga y a los reclamos de los trabajadores.

Juan Carlos Martínez, presidente de la gremial metalmecánica ASIMET, que caracterizó la aventura de Maersk como “uno de los proyectos metalúrgicos-metalmecánicos más importantes del último siglo en Chile”, declaró que “Entre las razones que tuvo Maersk para cerrar su planta fue que el 90% de los suministros que requería debía importarlos, con los consecuentes atrasos y pérdida de posiciones comerciales frente a sus competidores. Como empresarios y sector público hemos fallado en generar encadenamientos productivos que muchas industrias hoy deben buscar fuera del país”.

Por su parte, el ex representante en Latinoamérica de Maersk, Francis Mc Cawley, sobre los factores del cierre indicó que “Efectivamente cambió el modelo de negocios, la demanda está bajísima pero si a eso le agregamos baja productividad, ausencia laboral, demandas que no tenían por qué hacer en una planta que no está produciendo ni ganando nada”. Señala, además, que “Deberían haber trabajado fuerte primero. Si tenemos una huelga y a eso le sumamos violencia, esa violencia asusta a cualquiera”.

“La huelga y la violencia desatada en los accesos de la planta fue una pésima y lamentable situación, que junto a la baja productividad, en mi opinión, apuró la decisión del cierre de la planta” finalizó el ex gerente.

Lo que desde diversos ángulos se plantea es que la sobreoferta de contenedores, la dificultad de acceder a proveedores y las relaciones laborales conflictivas se tradujeron en pérdida de competitividad de la empresa, lo cual motivaría el cierre de la misma. Sin embargo, esto no explicaría porque Maersk cierra su planta en San Antonio pero mantiene la producción de contenedores en su planta en China.

La competitividad China

En el debate planteado entró al ruedo la comparación entre la competitividad del mercado chileno con el chino. Lo cual es clave para entender el traslado de Maersk.

China es un país que tiene un importante rol en la economía mundial, el cual lo podríamos traducir en una gran productora de manufactura y que para lograr un rol más protagónico en los mercado e imponer sus propios términos comerciales necesita penetrar con su economía en más mercados. Para esto le son de gran ayuda dos elementos.

Penetración económica, dumping y valor de la fuerza laboral

El primero es el ofensivo interés económica y comercial de China en la región. No por nada, a solo dos semanas de haber sido votado Donald Trump, mandatarios chinos visitaron Chile, Ecuador y Perú. Estas visitas son coherentes con la progresiva penetración de China en Latinoamérica, donde, si bien el 90% de su inversión corresponde a recursos naturales y materias primas, hoy viene promoviendo inversiones en infraestructura y abriendo filiales en el continente (fábricas automotrices en México o la exportación de acero a Chile).

Esta penetración ofensiva en el continente le ha valido reclamos por sobreofertar los mercados, sobrepasando la capacidad de los mismos mediante la venta a menor precio, inclusive que del propio costo de producción, para ahogar a la competencia y hacerse con los mercados, lo que se ha sido llamado “dumping”.

En Chile no hemos estado ajenos a esto.El año pasado la CAP (Compañía de Aceros del Pacifico) se vio amenazada de entrar en quiebra debido a la importación de barras de acero desde empresas Chinas, las cuales afectaban la producción de barras para molienda de la acerera Chilena (que implicaban el 50% de su producción) de manera que les era imposible competir con el acero importado desde China, amenazando con ello el cierre del alto horno, el fin de la siderúrgica.

Pero este modelo tiene otro importante factor. Relacionado con la “competitividad” de los trabajadores del gigante asiático, debido a que se viven terribles condiciones laborales que son expresión de una dura explotación. La competitividad del régimen laboral chino vale su “éxito” a las condiciones laborales desfavorables del empleo, una competitividad que se vale de despidos masivos, reducción salarial y, siguiendo los consejos del FMI, del aumento de los niveles de explotación de millones de trabajadores asiáticos (aumento que se basa, a su vez, en reducciones salariales, reducción de personal y mayor intensidad de la producción).

Sin embargo, a la enorme explotación que viven los trabajadores chinos, se suma la enorme dificultad que tienen para reclamar condiciones laborales, debido a la cooptación de los sindicatos por el gobierno y la prohibición de las huelgas. Es decir que el gobierno Chino asegura a todas las empresas que se instalen en el país asiático mano de obra barata y trabajadores que no paren de producir, cooptados por las directivas sindicales instaladas por el gobierno o bien mediante la represión, persecución y cárcel.

Maersk: entre China y Chile

Volviendo al tema que origina este artículo, se pretende responsabilizar los trabajadores, a la huelga, a los sindicatos, Sin embargo, este discurso se quiere instalar para forzar a los trabajadores a apretarse el cinturón y hacer sacrificios por el bien de la “competencia”. Queriendo mostrar una lección para las futuras negociaciones de los mineros de Escondida y Chuquicamata No por nada el Ministro del Trabajo acusaba los beneficios desproporcionados de los trabajadores chilenos.

Con este discurso pretenden legitimar la restricción de derechos sindicales como el derecho a huelga y avanzar en la “reforma a la reforma” laboral, fortaleciendo los servicios mínimos y los grupos negociadores, que es parte del programa clásico quiere consolidar la derecha.

De la misma forma, este discurso también busca ocultar la voracidad de las empresas que no tiemblan en despedir 1200 trabajadores con tal de mantener sus expectativas de ganancia. Este es el verdadero motivo de Maersk para cerrar su planta en San Antonio, ya que su producción no desaparecerá, sino que será trasladada a China, en donde los trabajadores no pueden hacer huelgas y donde el gobierno Chino le asegura el control y el orden para invertir y seguir generando ganancias.

Chile por otro lado vive momentos convulsionados. El gobierno de Piñera no ha logrado volver a tomar las riendas de una sociedad cada vez más polarizada, en un régimen con instituciones muy cuestionadas y con nuevas coordenadas políticas a partir de la emergencia del Frente Amplio, de manera que sólo depara mayor inestabilidad. Éste es el riesgo que Maersk no está dispuesta a correr.

 
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