Justo esta semana se conoció la autorización por parte del Gobierno de la fusión entre Cablevisión y Telefónica. ¿Qué pensas?
En el tema de las telecomunicaciones no ha cambiado mucho desde las privatizaciones de Menem hasta ahora. Macri en eso no innovó. Lo que sucede ahora es que es sin límite bajo la excusa de la convergencia. La Ley de Medios en este sentido podía ser buena pero es vieja. Entonces bajo estas dos premisas se creó un órgano de regulación que hoy depende mucho más que antes del Ejecutivo.
En el primer capítulo de tu libro contás cómo en siete años el tráfico de Internet pasó de un montón de sitios a treinta y pico. ¿Cómo es eso?
Internet tiene un origen de inversión pública en tecnología. Después por la dispersión territorial en Estados Unidos y en el mundo se da de la mano de una privatización que tiene que ver con lo técnico. Hay empresas de contenido que hasta no muchos años, por ejemplo 2014, estaban divididas en diversas empresas con muchos contenidos. Hoy la mitad del tiempo la pasamos en algún servicio de Google, Facebook, Amazon y algo más. Esto pasó por una lógica de concentración capitalista pero también las plataformas tecnológicas innovan en un mercado específico.
Por eso, el libro toma estos datos y se pregunta por qué no miramos esa gran concentración económica que a su vez tienen mucho componente financiero y muchas veces persiste una visión tecno optimista sin considerar estas empresas creadoras de desigualdad.
¿Por qué es muy difícil tratar estos temas?
En general hablar de tecnología es hablar de los productos y las empresas invierten mucho dinero en viajes y publicidad. Todos los periodistas que se dedican a la tecnología son invitados por las empresas pero no se comparte el trabajo de cómo cifra Facebook las noticias, las sesga o censura. Al mismo tiempo que niegan este tipo de cosas las entregan a “influencer” por motivos comerciales.
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