En los comicios del pasado 1 de julio hubo una enorme participación sobrepasando el 60% de votantes con respecto al padrón electoral. Los resultados además de sorprender por el avasallador triunfo de AMLO, y su partido en general, también arrojaron números “positivos” con respecto a la paridad de género en las cámaras de senadores y diputados.
En elecciones pasadas, las mujeres han asumido cada vez más cargos, aumentando cada votación entre un 5% y 7%. Algunas mujeres participantes de los partidos e instituciones aseguran que esto es gracias a la voluntad del INE y los tribunales electorales para que se hicieran cumplir las leyes sobre la paridad de género.
Los primeros avances en las leyes de la paridad de género se dieron por orden internacional. En México se aplicó desde 1996 una ley que estipulaba los candidatos debía ser como máximo el 70% del mismo sexo. Esto avanzó en 2007 cuando se estipuló que tenían que ser el 60% como máximo.
Sin embargo, hasta 2011 y 2012, con la ley que estipulaba que las candidaturas tenían que ser formadas por dos personas del mismo sexo. Para hacer que realmente las mujeres ocuparan los cargos, se estableció que, en las cámaras, tanto de diputados como de senadores, fueran ocupadas en 35% por mujeres. Así obtenían 185 curules y 42 escaños ocupados por mujeres.
Estas son las primeras elecciones que arrojan cifras casi equiparando el 50% para cada sexo. El PREP arroja hasta ahora que alrededor de 243 mujeres y 265 hombres conformarán la cámara de diputados, es decir un 48.6% y 51.2% respectivamente, mientras que la cámara de senadores estará compuesta por 63 mujeres y 65 hombres, 49.22% y 50.78%.
Esta noticia ha sido aplaudida por mujeres, y en particular por sectores del feminismo.
Vale la pena preguntarnos si esto representa un avance para el conjunto de las mujeres, incluyendo las trabajadoras y de los sectores más precarios.
En un país donde hay 7 mujeres asesinadas al día, miles de desaparecidas, y la violencia pesa en las dobles o triples jornadas laborales impuestas de “manera natural” al ser quienes garantizamos mayoritariamente la reproducción de la vida, en un país donde sigue existiendo la brecha salarial, y las condiciones laborales son ultra precarias para nosotras, el que las mujeres puedan participar de la vida pública y política, es un avance.
De la misma manera son una conquista derechos elementales como el derecho al voto, pero aún hay mucho trecho por avanzar, pues sabemos que la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida.
¿Cómo lograr que avance la participación de las mujeres en la vida pública?
Para que la paridad de género, y la participación de las mujeres en la vida pública esté garantizada, no basta con lo ahora conquistado, debemos luchar por obtener las condiciones materiales para que mujeres puedan desarrollarse en el ámbito público, liberarlas del trabajo del hogar y de cuidado, que deje de ser del ámbito privado, para que efectivamente todas podamos participar de la vida pública, sea en el trabajo, la política, la cultura, el deporte, en todos los ámbitos.
¡Que esos espacios estén al servicio de las mujeres trabajadoras!
Pese a los avances que tenemos hasta ahora, ejemplos sobran para hablar de puestos ocupados por mujeres que no estuvieron al servicio de las grandes mayorías, uno de los más emblemáticos fue Margaret Thatcher, que reprimió movimientos, privatizó empresas estatales, y golpeó duramente a la clase trabajadora bajo su mandato, pero también están los ejemplos de Dilma, Cristina Kirchner, Michelle Bachelet, ejemplo de tres mujeres que no sólo implementaron políticas que precarización la vida del conjunto de la clase trabajadora y en particular de las mujeres, sino que además se negaron durante sus mandatos a aprobar derechos elementales como el aborto, pese al reclamo de miles de mujeres.
El que ahora exista una “mayor representación de las mujeres” en las cámaras de diputados y senadores de este país, no necesariamente significa que éstas velen por los derechos del conjunto de las mujeres, jóvenes y trabajadoras.
Las socialistas sostenemos que los derechos se conquistan en las calles, con la lucha y la movilización, independientes de los partidos vinculados a los empresarios. De la mano de esto, es que damos también una pelea en el terreno electoral, para conquistar una tribuna puesta al servicio de las luchas y las reivindicaciones de la clase trabajadora, las mujeres y los jóvenes. Y así fue que impulsamos la candidatura independiente de Sulem Estrada, maestra de secundaria, y Miriam Hernández, trabajadora de la UNAM, con la Plataforma Anticapitalistas al Congreso de la Ciudad de México, que apoyaron y promovieron la reciente lucha del magisterio contra la reforma educativa. |