“Somos un estado azul, somos un estado orgullosamente demócrata, pero tenemos un gobernador que gobierna como un republicano.”
Así es como Cynthia Nixon le explicó a Stephen Colbert sus razones para competir como candidata a gobernadora del estado de Nueva York contra el titular del Partido Demócrata Andrew Cuomo durante su entrevista en The Late Show en abril.
Las críticas de Nixon a Cuomo son válidas: él es definitivamente un títere de las grandes corporaciones y empresas inmobiliarias; permitió que los republicanos hagan una redistribución distrital de los votos (gerrymandering en inglés) en su favor (y no de los demócratas) en la Conferencia Demócrata Independiente (IDC por sus siglas en inglés); también ha quitado fondos a escuelas públicas -en especial aquellas en los barrios más pobres de la ciudad de Nueva York-, bloqueando fondos provenientes de la Campaña por Equidad Fiscal, incluso mientras incrementa el presupuesto de las escuelas autónomas.
Y Nixon puede esperar que su apoyo a la candidatura de Alexandria Ocasio-Cortez, la miembro progresista del DSA, Justice Democrats, y el Brand New Congress -aunque sólo un día antes de la victoria electoral de Ocasio- vaya a mostrar que su plataforma electoral es tan progresiva como la de Ocasio-Cortez. Incluso si su plataforma fuese más progresiva, una victoria electoral para Nixon tendría las mismas debilidades que la victoria de Ocasio. Pero no lo es.
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Nixon no sólo está orgullosa de ser parte de un estado que es un baluarte del Partido Demócrata, sino que no muestra muchas divergencias con la plataforma del Partido Demócrata en su conjunto.
Mientras Ocasio-Cortez discute la desmilitarización de la frontera, una universidad pública gratuita, cobertura médica para todos, Nixon basa su campaña en reclamos mucho más moderados. Las únicas partes de su plataforma que la diferencian de otros demócratas son su llamado a legalizar la marihuana, y a financiar por completo la educación pública (primaria y secundaria).
También apoya su campaña en el deplorable estado del sistema de transporte público de la ciudad de Nueva York, que le han valido duras críticas a Cuomo por su mala gestión.
La página web de la campaña de Nixon dice: “Cuomo ha dicho que usaría tarifas públicas razonables en horas pico para arreglar el subterráneo en el pasado, y luego no lo hizo. ¿Por qué deberíamos creer que Cuomo mantendría su promesa esta vez? ¿En especial cuando no hay chances de hacer que pase por la legislatura antes de que terminen las sesiones en junio? ¿Y por qué está dejando de lado un impuesto a los millonarios como parte de la solución?”
En posiciones a nivel nacional, aunque Nixon haya hecho eco del reclamo de Ocasio-Cortez por “abolir el ICE” (servicio de inmigración y control de aduanas) entre el descontento y la indignación social por el accionar del personal de seguridad fronterizo, también lo hicieron la senadora Kirsten Gillibrand y el alcalde de la ciudad de Nueva York Bill de Blasio, difícilmente los demócratas más progresistas. (Curiosamente, Bernie Sanders se ha rehusado firmemente a apoyar este reclamo).
Un artículo reciente en el New York Times ha informado las similitudes y diferencias entre las campañas de Ocasio-Cortez y Nixon, enumerando las razones por las cuales una victoria para Nixon será mucho más difícil debido al fuerte apoyo que Cuomo se ha asegurado entre las comunidades latinas -que favorecen su retórica para con Puerto Rico- y algunos de los sindicatos más fuertes en Nueva York.
Al mismo tiempo, remarca que: “Al haber vencido a Crowley, el líder demócrata de Queens, los partidarios de Nixon creen también que la de Ocasio-Cortez puede ser una señal no sólo de cambio del electorado distrital, sino también de más allá en el estado, a medida que una nueva generación de demócratas se registra.”
La batalla cuesta arriba
Como una demócrata a la izquierda de Cuomo, Nixon ya está siendo atacada por su base conservadora. El profesor de Derecho de Harvard Alen Dershowitz ha llamado a votar en su contra por haber firmado una carta de 2010 de Jewish Voices for Peace -a quienes Dershowitz llama “odiadores de Israel”- en apoyo a artistas israelíes que se negaron a tocar en la Ribera Occidental. También ha sido “acusada” de participar en la campaña contra Israel Boycott Divest and Sanction (BDS).
El problema es que Nixon no tiene una posición muy favorable en temas como derechos laborales, que le darían las mejores chances de reunir votos de esta “nueva generación” de votantes desilusionados con el establishment político quienes, ella y otros demócratas esperan, pueden ser empujados a construir el partido.
En marzo, ella causó el enojo de sindicatos tanto del sector público como el privado cuando contestó algunas preguntas sobre cómo mejoraría la MTA (Autoridad Metropolitana de Transporte). Nixon dijo, “Los sindicatos tienen que entender… con los convenios que tienen ahora, no se puede esperar que se puedan hacer mejoras a los trenes en una forma fiscalmente responsable. Todos tienen que empujar juntos, y todos tienen que hacer sacrificios.”
En respuesta a este ataque a las conducciones de los sindicatos, tanto el presidente del sindicato de trabajadores del transporte (TWU por sus siglas en inglés) Tony Utano como Mario Cliento, presidente de la sección del estado de Nueva York del sindicato AFL-CIO hicieron fuertes comentarios sobre sus pedidos de hacer un “sacrificio.” (Ambos dirigentes sindicales burocráticos ya habían declarado su apoyo a Cuomo, que difícilmente le hace justicia a sus contestaciones).
Nixon respondió a las críticas con una declaración en la que insistía que había sido malentendida, declarando, “Siempre apoyé y siempre seguiré apoyando a las familias trabajadoras y a mis hermanos y hermanas de los sindicatos.” A lo que le agregó que “Las familias de los sindicatos no deberían nunca pagar la cuenta de la mala gestión de la MTA de Cuomo.”
Dejando de lado la declaración en la cual se retractó, estos comentarios están a la par de aquellos políticos que reivindican al capitalismo; cuando reclaman que las familias trabajadoras hagan “sacrificios,” siempre ha significado solamente que haya más beneficios para los ricos y peores condiciones para los trabajadores.
La idea de que “los sindicatos tienen que ser más razonables” -usada tanto por demócratas como por republicanos, sin muchas diferencias- es una retórica antiobrera usada para afirmar que los trabajadores sindicalizados son privilegiados y que tienen que ser “normalizados” (es decir, precarizados).
Las deficiencias
Nixon, como Sanders y Ocasio, se apoyan en que mucha gente es consciente de la profunda corrupción en la política estadounidense.
Según el New York Times, “El gobernador Andrew M. Cuomo… ha acumulado un fondo de campaña de $30,5 millones de dólares en 2018 que hasta ahora le ha ayudado a espantar rivales serios en su camino hacia su tercer mandato. Ha recibido donaciones de una serie de individuos ricos y empresas, desde grandes lobbistas de Albany hasta empresas inmobiliarias, desde magnates de Hollywood hasta la industria farmacéutica.”
Nixon, como muchos otros candidatos, remarcan cuán corrupto e injusto es este sistema y cómo silencia al ciudadano promedio estadounidense que únicamente dispone de su voto, no millones de dólares, para representar sus posiciones.
El reclamo de “Tenemos que sacar el dinero de la política!” no es nuevo. El compromiso de Nixon de “no aceptar dinero de corporaciones,” insinuando que esto hace que los políticos sean “honestos” está vacío de contenido porque no hay forma de “sacar el dinero de la política” en una estructura de gobierno capitalista.
Aunque un candidato individual que no acepta dinero de corporaciones o grandes donaciones es menos vulnerable a ser influenciado por tales instituciones al comenzar su mandato, esto no deja de lado la presión constante de las estructuras partidarias y otras fuerzas para poner en riesgo las promesas, especialmente sin un movimiento por detrás del candidato para mantenerlo a raya.
Nixon llama su consigna de legalizar la marihuana en Nueva York es una forma de acabar con los “problemas de justicia raciales” con respecto a la libertad bajo fianza por arrestos arbitrarios.
Remarca correctamente la disparidad entre blancos y gente de color cuando se trata de arrestos y procesamientos por delitos relacionados a la marihuana, y la libertad bajo fianza a sido ampliamente reconocida como uno de los medios opresivos más comúnmente usados por sistema de “justicia” criminal.
El problema aquí es la escueta visión de esta consigna. Aunque la legalización oficial de la marihuana sería un paso adelante -por el hecho de que ya es prácticamente legal para la comunidad blanca acomodada pero lleva a mayores índices de encarcelación en las comunidades de color- y un fin a la libertad bajo fianza dejaría a miles de personas fuera de instalaciones penitenciarias como Riker’s Island, apoyarse en esto para de alguna forma bajar los índices de encarcelación, es tomar el árbol por el bosque.
La encarcelación masiva no es el producto de una droga ilegal de más o una falta de regulación de las fianzas. Es un problema sistémico que requiere un flujo estable de arrestos y procesamientos para mantener a los sistemas carcelarios públicos y privados funcionando. Las soluciones de Nixon son parches que crearían una ilusión de progreso pero ningún mejoramiento estable.
El factor De Blasio
Cynthia Nixon tiene una fuerte conexión con el liberal y alcalde de la ciudad de Nueva York por el Partido Demócrata, Bill de Blasio. Llamándola una “arquitecta de campaña [suya de 2013],” el New York Times declara que fue durante su campaña que ella “fue testigo del potencial disruptivo de un mensaje sobre los estragos de la desigualdad,” y que “Es un guión que espera poder volver a usar contra Cuomo”.
De hecho, dos otros ingenieros de la campaña de De Blasio de 2013 fueron sus primeras elecciones de managers para su propia campaña y ahora dirigen su equipo.
De todos modos, De Blasio terminó siendo una gran decepción para los progresistas que esperaban que diera grandes pasos para remediar la terrible desigualdad social de la ciudad de Nueva York.
A pesar de su éxito en la implementación de programas universales de jardines maternales por la ciudad, muchas otras reformas fueron bloqueadas por el gobernador Cuomo. Para ser más específicos, Cuomo enfrentó el cuestionamiento de De Blasio a las escuelas autónomas antisindicales, y luego de algunas reuniones con Cuomo, De Blasio sucumbió rápidamente a la presión política y retiró su cuestionamiento.
Mientras tanto, su retórica de “Una Historia de Dos Ciudades” -que incluía la suba vertiginosa de la renta como medida de cómo el pueblo trabajador de la ciudad de Nueva York era excluido de oportunidades económicas- terminó siendo más bien una promesa de campaña que un reclamo.
La nota de The New Yorker “Bill De Blasio, Amigo de Agentes Inmobiliarios?” detalla la amistosa relación de De Blasio con grandes empresas inmobiliarias. Pero quizás su más escandalosa capitulación para mantener el racista y opresivo statu quo de la ciudad de Nueva York fue su elección de jefe de policía, justo después de decir que terminaría con la práctica policial de cacheos y detenciones indiscriminadas, Bill Bratton.
De Blasio pasó años negándose a contestar directamente a los repetidos comentarios racistas de Bratton a la prensa, y cuando Bratton finalmente renunció luego de meses de protestas, De Blasio negó vehementemente que su renuncia tuviera algo que ver con el extendido repudio contra Bratton.
Su falta de reconocimiento de la conexión entre la represión policial y la marginalidad económica -y la forma en que la represión policial actúa como apoyo de la gentrificación- está totalmente ausente de los programas de la política liberal, haciendo la necesidad de “la ley y el orden” una parte aceptada de los gobiernos liberales.
Dada la retórica progresista de De Blasio durante su campaña y en lo que quedaron sus promesas luego de la elección, y dada la afinidad de Cynthia Nixon por sus estrategias de campaña y su política, no hay razón para pensar que ella sería muy diferente como gobernadora de lo que De Blasio es como alcalde. Y “progresistas” en posiciones ejecutivas nunca se apoyaron firmemente detrás de la clase trabajadora.
Aunque Nixon viene de un ambiente trabajador, su adopción de una política capitalista (y su decisión de construir un partido político burgués) la posicionan firmemente del lado de los capitalistas.
Aunque use una chapa más progresiva que la de Andrew Cuomo, Cynthia Nixon está tan comprometida a asegurar negocios y ganancias capitalistas como cualquier otro demócrata. un voto a ella es un voto de confianza a los representantes de la clase capitalista y a aquellos que mantienen aquel mismo sistema que estamos empeñados en derribar.
Este artículo fue publicado originalmente en Left Voice, la edición estadounidense de la red internacional de la Izquierda Diario. |