La estrategia del gobierno para desarmar la “bomba” de las Letras del Banco Central (Lebac) generada por el ex titular del mismo Federico Sturzenegger, es embarcarse en un camino todavía más explosivo: acelerar la dolarización de pasivos que se viene registrando desde que asumió Cambiemos.
Letes por Lebac
Ayer el gobierno concretó la ejecución de un nuevo paso en este sentido, con la licitación de Letras del Tesoro (Letes) en dólares, las cuales pudieron adquirirse con Lebac. El tesoro recibió ofertas por USD 481 millones para este título a 379 días (vence el 26 de julio de 2019), de las cuáles se adjudicaron USD 422 millones. De estos, USD 127 millones solicitaron suscripción en efectivo y VN USD 295 millones en Lebacs. El valor de corte (USD 945,97 por cada VN USD 1.000) marcó una tasa de 5,5 % nominal.
Con la operación de ayer, el volumen absorbido de Lebac fue menor al 1% (el stock total con la cotización del dólar de ayer alcanzaba por USD 37 mil millones). Este dato, junto con la tasa pagada, admitía varias lecturas. En la opinión de algunos operadores del sector financiero, que no haya más jugadores que se hayan pasado las Letes podría ser tomado como un indicador de que decae la urgencia por desprenderse de Lebac. Es la evaluación que hacía el analista financiero Christian Buteler, “si es para colocar deuda a 1 año con tasa de 5,5%, es fracaso. Si es para ofrecer instrumento en dólares a quienes no desean seguir en activos en pesos como las Lebac, es un éxito. Yo voy por la segunda opción”. Pero admitía que hoy la cotización del dólar y la tasa de las Lebac “darán el veredicto final”. Pero también están quienes consideraban que, más que expresar que el dólar estaría alcanzando un nivel que los especuladores consideran adecuado, expresaría la falta de atractivo de los nuevos títulos, a pesar de que el rendimiento ofrecido supera en casi 4 puntos el de los bonos del Tesoro norteamericano).
El gobierno parece confiado en que finalmente encontró un camino para contener al dólar, que ayer cerró con una cotización de $ 28,75 en el segmento minorista (3 centavos por debajo de la cotización del miércoles) y $28,08 en el mayorista, lo cual está por verse.
Pero lo que ya es certero, son los altos costos de las medidas aplicadas. En el plano inmediato, las decisiones de la última semana profundizaron la contracción monetaria y elevaron todavía más las tasas de interés, en un intento por frenar la demanda de dólares. Esto es resultado del nuevo aumento en los encajes bancarios en 3 puntos porcentuales, el incremento de las tasas de las Lebac en el mercado secundario (en el plazo de 13 días estaban al 62,75% y la de 139 días al 48%), y la tasa de interés interbancario (“call”) ayer operaba en 48 % (7 días antes estaba en 38 %).
Todo esto pega duro sobre una economía que ya entró en contracción. Las cadenas de pago, al borde de cortarse en sectores Pyme, seguirán sufriendo una presión insoportable. Los indicadores económicos, que ya empiezan a mostrar el impacto de la corrida, seguirán empeorando al calor de este enfriamiento para intentar poner fin a la corrida.
Dolarización de pasivos
Sin embargo, el aspecto más incendiario de las decisiones tomadas por el tándem Caputo-Dujovne, pasar por la decisión de ofrecer a los especuladores activos dolarizados de mayor plazo a cambio de las Lebac.
La bomba de las Lebac va siendo levemente sustituida por una aceleración del crecimiento de la deuda en dólares, que ya representa el 70 % del total de los pasivos del Estado nacional. A diferencia de la deuda en Lebacs, que es deuda en pesos que por lo tanto el BCRA cancela emitiendo pesos, los nuevos títulos deberán saldarse en dólares. Como ocurre con toda la deuda emitida en esa moneda, su carga sobre la economía se incrementará al calor de nuevos saltos en la cotización de la moneda norteamericana (a diferencia de lo que ocurrió con las Lebac, cuyo valor en dólares se licuó fuerte en los últimos meses). Esto es así porque la devaluación reduce el valor en dólares del PBI. Un informe del Observatorio de la Deuda de la Universidad Metropolitana (UMET), ya prevé que la deuda va a representar en diciembre de este año el equivalente al 82 % del PBI, superando así el nivel crítico de 70 % que el FMI considera prudente para las economías emergentes.
El documento de UMET agrega otro dato alarmante: en lo que resta de 2018 y el año próximo, se acumulan vencimientos por USD 49.473 millones. Es decir un equivalente a toda la ayuda financiera comprometida por el fondo de acá a 2020.
Si a esto agregamos el déficit de cuenta corriente y la fuga de capitales, es evidente que ni el préstamo del FMI alcanza para solventar esta sangría. Por eso, y bajo las directivas del organismo, el gobierno soltó el valor del dólar y aceptó una flotación, aunque no exenta de intervenciones como las licitaciones diarias de divisas. La devaluación, que el gobierno todavía no puede controlar, está llamada a hacer el trabajo sucio de reducir en parte esa demanda de dólares. Sería por el encarecimiento del turismo en el exterior y de las importaciones, que así esperan el FMI y el gobierno que se reduzcan, al precio del enfriamiento de la economía.
Pero al mismo tiempo, al cambiar deuda del BCRA por deuda del Tesoro en dólares, buscan calmar la corrida de hoy preparando una bomba aún peor de acá a un año. El mismo "mejor equipo" que hace unos meses decía que la deuda no era un problema para la Argentina, y lo siguió afirmando hasta días antes de la tormenta generada porla decisión de los especuladores de dejar de hacer negocios financiando a la Argentina, ahora afirman que la dolarización de pasivos es el mejor camino para "calmar a los inversores".
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No deberíamos sorprendernos de que su "receta" profundice el camino que condujo a la crisis. Total, a muchos funcionarios no les fue nada mal. Con razón Luis Caputo llegó a afirmar que esta crisis "es lo mejor que nos pudo haber pasado". Probablemente fue malinterpretado: no debía estar hablando del país, sino de sus inversiones.
Ellos o nosotros: frenar el saqueo en marcha
Estamos viendo los primeros actos de un nuevo saqueo histórico que la clase dominante argentina prepara contra el pueblo trabajador. La megadevaluación (el dólar saltó 50 % en cinco meses y no da señales de haberse aplacado), y el acuerdo con el FMI con el cual el gobierno comprometióuna aceleración del recorte del gasto público, pero sin afectar los beneficios de sectores que considera estratégicos como las patronales agrarias (que se aseguraron que seguirán bajando las retenciones a la soja) fueron los primeros actos.
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Pero, en un contexto internacional donde pega cada vez más fuerte el viento de frente, con EE. UU. aspirando capitales y exponiendo severamente a los mercados “emergentes”, entre los cuáles la Argentina se encuentra hoy entre los más vulnerables, esto promete ser apenas el preámbulo de un zarpazo todavía mayor, por la dinámica insostenible del endeudamiento externo.
El planteo del Frente de Izquierda contra el pago de la deuda usuraria, el rechazo al acuerdo con el FMI y un conjunto de medidas para que la crisis la paguen los capitalistas, es la única manera para enfrentar este ataque.
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