"La omisión" narra la vida de una joven que viaja a Ushuaia en búsqueda de trabajo y juntar dinero con un objetivo. Tiene una hija pequeña al cuidado de otras personas. La nieve, el frío, la vida lugareña y el trabajo precarizado son el paisaje por el que atraviesa la historia de Paula, el personaje interpretado por la actriz Sofía Brito. Entrevistamos a su director Sebastian Schajer y su productora Melanie Schapiro.
¿Cómo surge el proyecto de La Omisión?
Sebastián: Hace cinco años encontramos una foto por azar. Era una imagen muy impactante en la que se veía una ruta desolada cubierta de nieve; en la banquina había un auto estacionado y una chica cruzaba de un lado al otro de la ruta con la capucha de la campera puesta sin poder ver si venían autos. De esa foto se desprendieron los dos elementos principales de la película: el espacio del sur y el personaje de Paula. Respecto al sur, buscamos durante mucho tiempo un lugar en la Patagonia en donde poder filmar; viajamos varios días en auto y llegamos hasta Esquel, pero en ningún lado terminábamos de estar convencidos. Hasta que Melanie insistió en filmar en Ushuaia (algo que habíamos descartado por la dificultad de un rodaje tan lejos) y en cuanto viajé a Tierra del Fuego, la película dio un vuelco y ambos concentramos todo nuestra energía para lograr filmar allá. Respecto al personaje de Paula, la protagonista de la película, nos interesaba acercarnos a ella desde la más genuina curiosidad. El desafío era cómo hacer una película intensa sobre una situación muy difícil que está atravesando un personaje, pero sin entrar de lleno en el drama, sino ir bordeándolo, ir acercándonos de a poco o, dicho literalmente, ir quitando los velos que cubrían su rostro para ver qué había detrás de esa capucha.
¿Cuál es la relación entre el mundo exterior del espacio elegido y el mundo interior de la protagonista?
Sebastián: En cuanto viajé a Ushuaia por primera vez sentí que la película tenía que transcurrir ahí. Me pasé varios días caminando por todos lados. No era pleno invierno, pero sin embargo hacía un frío tremendo. A lo largo de los días fui encontrando los motivos de esa sensación inicial acerca de que era la ciudad indicada para filmar “La omisión”. En primer lugar, la ciudad está situada en una isla en el extremo sur del continente y eso le da un aislamiento (literal) muy atractivo para situar la historia. Es una ciudad que parece casi caída del mapa. En segundo lugar, Ushuaia tiene, además de un paisaje natural asociado a una belleza más estandarizada de la Patagonia, un paisaje industrial muy intenso que nos interesaba para narrar ese lado fabril del sur, que por lo general no se ve tanto en el cine. Por último, es un lugar al que llega gente de muchos lugares del país escapando de historias de vida por lo general muy duras buscando una segunda oportunidad y eso la convierte en una especie de ciudad-refugio, lo cual era muy enriquecedor para pensar la situación del personaje. Creo que la mezcla de todos estos elementos daban cuenta de un modo muy gráfico de la situación bisagra que el personaje de Paula está experimentando en su vida. Esa sensación de desamparo en un clima hostil, en condiciones de trabajo precarias y en una ciudad dura de habitar, requieren necesariamente de un personaje fuerte, que enfrente y ponga el cuerpo a las adversidades, pero detrás de esa fortaleza también se esconde un dolor indomable, que asoma cada vez que se presenta la oportunidad. Tanto en el espacio como en el personaje hay costado oculto que puja por aparecer.
¿Cómo fue la experiencia de filmar en Ushuaia, desde el punto de vista de la producción, para una película independiente?
Melanie: Fue, quizás, el mayor desafío de la película. Teníamos la convicción de filmar en Ushuaia a pesar de las adversidades que se presentaban y nos enfocamos en ese objetivo. Conseguimos el apoyo de Infuetur (Instituto Fueguino de Turismo) que nos facilitó la movilidad dentro de la ciudad, lo cual fue clave para moverse con tanta gente y tantos equipos de rodaje. Y nos armamos con todo el equipo para enfrentar las bajas temperaturas: conseguimos ropa de abrigo prestada para quienes no tenían, compramos gel térmico para que las baterías de los equipos aguantaran y también dependía de la buena predisposición de todas las personas involucradas para poder filmar. Fue un rodaje duro, en condiciones difíciles, pero creo que en un punto fue muy bueno para la película. Hay algo de esa dureza que vivimos las personas que estábamos filmando que se refleja en la película y de algún modo ayudó a representar esa hostilidad que vive el personaje de Paula y quienes la rodean. Fue una experiencia que quedó reflejada en las imágenes y sonidos que representan a la película.
La dirección de fotografía la realiza una mujer, un aspecto importante a destacar en el marco de los crecientes reclamos al interior de la actividad cinematográfica, en donde se cuestiona que es muy difícil que se asignen roles técnicos importantes a las mujeres. ¿En que influyó este aspecto, cómo fue el trabajo en equipo y qué opinan de este reclamo?
Sebastián: La mayor parte del equipo estuvo integrado por mujeres. No sólo la dirección de fotografía, sino todo el equipo de arte y vestuario, tres sonidistas, la foquista, la productora y asistentes de producción, y también buena parte del elenco. El germen mismo de la película estuvo siempre cercano a un modo más asociado a lo femenino de entender el mundo, de modo que fue casi natural que tantas mujeres fueran sumándose al equipo.
Melanie: Yo creo que es un reclamo muy válido. En la industria del cine, como en muchos espacios laborales, predominan los hombres por sobre las mujeres. Incluso en algunas áreas, como la de fotografía y cámara, el machismo se percibe cotidianamente. Yo misma lo he sufrido, pero por suerte eso está cambiando. Por ejemplo, un grupo de mujeres autodenominado “Acción”, junto con las asociaciones que las apoyan, difundieron una carta en la que reclaman “acciones concretas y urgentes” en la industria, solicitando a las autoridades del INCAA que el nuevo Plan de Fomento incluya e instrumente una política que incentive la igualdad y acompañe el cambio cultural que ya está ocurriendo en nuestra sociedad.
La película pone en cuestión un modelo o estereotipo de mujer, expone también contradicciones y acompaña sin juzgar. ¿En qué forma se relaciona con el contexto actual de protagonismo del movimiento de mujeres?
Sebastián: Creo que la película toca el tema desde dos lugares diferentes: el primero es el mandato social de que las mujeres se vean obligadas a decidir en sus vidas como madres antes que como mujeres; el segundo tiene que ver con romper un modo de representar lo femenino desde la dulzura y la fragilidad. Ambos temas, muy presentes a lo largo de toda “La omisión” son, de todos modos, desprendimientos de un interés por el personaje de Paula como tal, es decir que no nos propusimos en ningún momento hacer una película sobre “temas”, sino hacer una película sobre un personaje en particular al que le suceden cosas. Esto me parece importante aclararlo porque me interesaría que la película se encargue de hacer preguntas, de sembrar inquietudes, de poner el dedo en la llaga, pero no de enunciar verdades como si nosotros supiéramos cómo deberían ser las cosas. Por supuesto que tenemos nuestro punto de vista sobre esos temas, pero creo que el abordaje sensible sobre Paula puede decir mucho más al respecto.
¿Cuáles son sus referencias cinematográficas en general, y en La omisión en particular?
Sebastián: John Cassavettes es un director por el que ambos profesamos una gran admiración. Tiene un modo de narrar a los personajes desde una verdad tan impalpable, pero tan real y certera que nos genera gran admiración. Christian Petzold y Alice Rohrwacher también marcaron bastante los años de escritura del proyecto. Por último, buena parte del cine rumano de los últimos diez o quince años fue muy útil para pensar cómo abordar la psicología de los personajes o, en muchos casos, la ausencia de abordaje psicológico (algo que también estudiamos bastante en todas las película de Bresson).
¿Qué opinan de la situación actual del cine y las políticas del Incaa?
Melanie: Ya desde los primeros meses luego de asumir, el actual gobierno dejó en claro que para ellos la cultura es una mercancía más y que si no da ganancia, mejor que no exista. De modo que ni siquiera es posible plantear una discusión, porque no hay desacuerdo sobre el tema, sino que directamente se están hablando idiomas distintos. Como tantas otras expresiones artísticas, el cine es parte del patrimonio cultural del país. El gobierno quiere que los principales beneficiados con los subsidios sean las películas comerciales, dejando poco margen de maniobra para películas más independientes y de autor. Gran cantidad de pequeñas productoras que luchan por un cine pensante, que forme espectadores, y que contribuya a la riqueza del debate cultural en nuestra sociedad estamos en Estado de Alerta por los cambios que se vienen dando desde el Instituto de Cine y por los obstáculos que aparecen. También estamos luchando para defenderlo desde distintas asociaciones, como por ejemplo el Colectivo de Cineastas, que desde una propuesta horizontal agrupa a profesionales de todas las áreas de la industria cinematográfica y se mantiene en alerta y movimiento constante.
¿Están trabajando en un nuevo proyecto?
Sebastián: Estamos trabajando en una nueva película, que cuenta la historia de una chica del sur que llega a pasar un verano en Buenos Aires buscando rastros de un pasado familiar que la atormenta. En la medida que avanza, se irá encontrando con vestigios de su propia historia. Nuevamente hay una chica que busca algo y una ciudad que gana protagonismo, pero el tono es radicalmente opuesto al de “La omisión”.
LA OMISIÓN
Puede verse
Todos los sábados de julio a las 18hs en Malba cine
Y del 19 al 26 de julio en el cine Gaumont a las 13.10 y 21.30hs