En un nuevo y fallido intento por mostrar "cercanía" con la gente en el medio dea dura crisis económica y un plan de ajuste, el presidente Mauricio Macri contestó este jueves preguntas desde la red social Instagram.
El primer mandatario respondió sobre inflación, la crisis cambiaria, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y hasta sobre preguntas personales. Quienes preguntaban no eran en esta ocasión periodistas, sino seguidores de la red social.
Al igual que el día anterior, el presidente tampoco pudo esta vez dar un discurso coherente sobre la crisis económica. "Estamos en el rumbo correcto. Sé que hay miedo de que vamos a volver a las crisis del pasado, pero no. Esto es una tormenta para la cual hemos tomado muchas medidas y hemos entendido cuáles son nuestros problemas. Hoy estamos enfocados en el exceso de gasto y lo venimos haciendo. Todo nos fortalecerá para que las futuras tormentas no nos peguen como ésta".
De este modo, el presidente volvió a comparar la situación económica actual con un fenómeno natural, como si la alta inflación y los despidos no fueran consecuencia de sus propias políticas de subordinar el país a los intereses del capital financiero especulativo y de gobernar para el gran capital.
Sin embargo, más preocupante es que volvió a confirmar su inflexibilidad con los planes de ajuste, al insisitr con el "exceso de gasto". El "esfuerzo" fiscal lo seguirán haciendo la salud, la educación, los planes de vivienda y el pueblo trabajador en general con los tarifazos, pero las patronales del campo, las mineras o los industriales exportadores seguirán sin pagar impuestos o en el camino de disminuir, como el caso del campo.
Con su habitual desconexión de la realidad en modo electoral, Macri también dibujó escenarios de fantasía: "Cada vez producimos más gas, petróleo, litio, el turismo no paró y las exportaciones de software tampoco. El trigo está lanzado a batir récords tras la sequía de este año, que también fue parte de esta tormenta perfecta".
Un tanto desconcertado dejó al mandatario la pregunta sobre qué opinan de que lo llamen "gato", ante la cual solo atinó a decir "qué sé yo, me parece ocurrente", mientras sonreía nerviosamente.
En resumen de cuentas, un acto más de marketing político, alejado de la realidad, y sobre todo sin respuestas para la mala situación que vive el pueblo trabajador. |