Hace tres años Kate Lismore y más recientemente Francisco Jódar publicaron en revistas de divulgación científica dos notas sobre coyolobos. Es un tema de estudio interesante para la biología cuya investigación fundamental corrió a cargo del biólogo Javier Monzón de la Universidad de Pepperdine, California quien analizó el material genético de 437 ejemplares. .
La hibridación es una de las causas de la extinción de las especies silvestres, lo mismo que la cacería furtiva y la pérdida del hábitat como efecto adverso de las actividades humanas; como lo son también la contaminación de cuerpos de agua, el uso irracional de agroquímicos, la tala indiscriminada, el crecimiento de la agricultura o ganadería extensiva, intensiva y semiintensiva; así como la ausencia de planes autosustentables de desarrollo en el contexto de voracidad capitalista, entre muchas otras.
Los ancestros comunes del coyote y el lobo surgieron en el eoceno medio-superior hace unos 39 millones de años dando origen al género Canis. Millones de años después se diversificaron sus caminos formando especies diferentes; el perro doméstico desciende de lobos desde hace unos 15 mil años por efecto del proceso de domesticación, sin embargo, cuentan con un número igual de cromosomas, 76 autosómicos y 2 sexuales lo cual permite su entrecruzamiento.
Se sabe que este híbrido (coyolobo) comenzó a existir hace unos 100 a 200 años en la frontera entre Canadá y Estados Unidos cuando tres especies empalmaron sus genes, lobos grises del sur de Ontario (Canis lupus), coyotes (Canis latrans) y perros domésticos locales (Canis lupus familiaris).
Las poblaciones silvestres de lobos se vieron alteradas por la actividad humana en esas áreas quizás acorralados en un espacio menor al acostumbrado, teniendo que compartir parte del entorno natural con los coyotes con quienes comenzaron a reproducirse. En primer lugar fueron estas dos especies pero la influencia de los asentamientos humanos y sus perros domésticos fue tal que también se hibridaron con ellos.
El resultado es una especie híbrida de reciente aparición que hoy es una realidad arraigada y adaptada a la región intermedia entre Estados Unidos y Canadá que combina las habilidades de supervivencia de las especies silvestres y la capacidad de adaptarse a entornos urbanos, su poco miedo al ser humano y sus ruidos, estas últimas características heredadas del perro.
Las poblaciones de coyolobo son bastante numerosas, Roland Kays de la Universidad de Carolina del Norte, estima que son millones de estos ejemplares que también reciben el nombre de “Coyote del Este”.
Estas tres especies de carnívoros sociales con presencia de rasgos tróficos de omnivorismo demostraron su alta capacidad de adaptación a entornos adversos como lo han hecho por mucho tiempo, el nuevo carnívoro pesa al rededor de 25 kilos y presenta vigor híbrido debido al variado pool genético que da la heterocigosis,es un cazador y carroñero astuto y eficiente que no se asusta lo suficiente con la presencia humana lo que los hace exitosos desde el punto de vista de la supervivencia en medios naturales y urbanos.
Hacen falta más estudios para determinar cuál es el rol ecológico que tienen los coyolobos en los ecosistemas donde viven y sus múltiples interacciones positivas o negativas con los mismos para poder decidir qué se puede hacer por el futuro de estos ejemplares híbridos.
|