| Dicen que hay un principio que guía la estrategia político-comunicacional de Cambiemos: “Si no podés dominar el mundo, por lo menos tratá de controlar la conversación pública.”
Ya el concepto de “conversación” en el lenguaje de new age del macrismo es bastante tramposo -como alguna vez explicó José Natanson- porque una conversación presupone diálogo entre iguales y en la esfera pública hay voces, como la del Estado y la de los grandes medios -que bajo el gobierno de Cambiemos son una y la misma cosa- que tienen más predominancia que otras. Se escuchan mucho más que la voz de los que no tienen voz.
Algo de eso llevan adelante los cráneos del Gobierno: que se discutan muchas cosas para que no se debata ninguna, que los medios se ocupen de los enemigos imaginarios para que no se ponga el foco en los problemas reales, que la agenda se multiplique para que no haya agenda.
Es así como el Gobierno tomó medidas que van todas en el mismo sentido reaccionario, por lo tanto no se puede decir que sean sólo “humo” informativo, pero que, sin embargo, tienen un componente destraccionista.
Como ejemplo está el ataque al sindicato de Camioneros con una multa millonaria que tiene el objetivo de disciplinar a los gremios y a los trabajadores en general. La resolución es porque supuestamente desobedeció una conciliación obligatoria, una normativa que en el 99% de los casos se usa a favor de la parte empresaria (además de que el sindicato desmiente que realización de asambleas haya significado una violación a la regla). Pero también tiene el objetivo de poner en el centro un “enemigo a medida” e identificar sindicatos con mafias, derechos laborales con corrupción, como hizo esta noche ese Chirolita de Macri y Magnetto que es Jorge Lanata.
O el decreto para ampliar las facultades de las FFAA en tareas internas, que tiene el objetivo estratégico de restaurar su autoridad para eventuales usos represivos, pero que también posee la función táctica de que discuta en torno a la fábula de otros enemigos, como el supuesto terrorismo internacional o el narcotráfico, que en la Argentina es controlado por las Fuerzas de Seguridad.
Otra vez el desgastado recurso de la polarización política con la expresidenta y el agite sobre el presunto peligro de un retorno. Como se dijo, los que venían prometer futuro, pretenden venderse cómo los mejores administradores del pasado.
Hasta el respaldo de Macri al troglodita Abel Albino (el médico financiado por el Estado: “con la plata de nuestros impuestos” dirían los trolls macristas) y que dijo barbaridades en el Congreso sobre el aborto, tuvo un objetivo de fuegos de artificio. Que en este caso coincide con la torpeza del Presidente.
A días de cumplirse un año de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado, otra vez vuelve a aparecer el “peligro mapuche”; Morales Solá alerta en La Nación que el yacimiento petrolero y gasífero Vaca Muerta está bajo su “asedio”. También Patricia Bullrich aprovecha las inclasificables declaraciones Luis D’Elía para mostrar un “peligro destituyente” y hasta incluso físico, y todas cosas así.
El montaje busca evitar que se discutan algunos datos duros que todo el mundo percibe pero que no quieren que estén en el centro del debate público:
La caída de la economía en mayo fue del 5,8%, el índice más alto desde que Macri es presidente. Desde el Gobierno dicen que es por efecto de la sequía y que todavía no se refleja a caída fuerte del consumo que está en curso.
En junio la canasta de los más pobres se encareció un 4,9% mientras que el índice de costo de vida general subió 3,7%.
El mismo mes, la producción industrial se derrumbó 5,4% afectada por la crisis en Brasil y las previsiones de las empresas sobre la baja del consumo.
El recálculo sobre asignaciones familiares le va a sacar dinero del bolsillo a trabajadores de la Patagonia y otras varias provincias.
Aumentan el transporte, la luz y el gas. En el caso del primero, un 30% hasta octubre. E incluso las prepagas subirán en agosto un 7,5%. La clase media agradecida.
El ajuste es un presente indiscutible y todavía lo peor puede estar por venir. La “amenaza mapuche”, el peligro del “narcotráfico y el terrorismo internacional e incluso intergaláctico”; las bizarreadas de Albino, los riesgos de los ataques al presidente, los “fantasmas” de un pasado. Discutamos todo eso para que la agenda no la ocupe: el hundimiento de la economía, el saqueo diario al bolsillo, los tarifazos y el fuerte deterioro de las condiciones de vida.
Claro, quienes manejan estos datos tanto como nosotros y tienen responsabilidades de conducción en las organizaciones sindicales o sociales y están más preocupados por la gobernabilidad que por colocarlos en el centro del la luz pública en las calles, no dejan de hacer su aporte en la construcción de la narrativa oficial.
No es seguro que la operación funcione, ya en el pasado las crisiss han pulverizado estrategias que buscaban ocular los problemas con discursos, posverdades y “batallas culturales”.
Pero vale la pena aportar desenmascarar la maniobra siguiendo un sabio consejo: la verdad no sólo se cuenta, la verdad se milita. |
