El coraje entre los estudiantes por las represiones del 26 al 30 de julio 1968 era palpable. Frente a cada agresión del gobierno, los estudiantes contestaban con más movilizaciones y resistían los ataques de policías y militares. Las asambleas que se organizaron el día 29, acordaron el paro de labores en las prepas del centro y también en varias vocacionales y escuelas superiores del Poli y la UNAM.
En la unidad Zacatenco del IPN, todas las escuelas ya estaban en huelga y crearon un Comité Coordinador Estudiantil, el cual desconoció a la porril Federación Nacional de Estudiantes Técnicos. La repercusión nacional del conflicto ya se manifestaba en el paro de las escuelas técnicas de los estados de Guanajuato, Chiapas, Tabasco, Puebla, Veracruz, Querétaro y en la ciudad de Pachuca.
Marcha unitaria contra la represión
El día 31 de julio, el rector Barros Sierra reunió a todos los directores de escuelas y facultades de la UNAM para informarles que los estudiantes pedían que las autoridades encabezaran una manifestación al día siguiente. Aún no convencido de la propuesta, el rector les argumentó: “elijamos entre ser acribillados por las balas o ser lanzados por las ventanas por nuestros estudiantes”.
La medida de apoyar a los jóvenes contra la represión policíaco-militar era difícil de asimilar, pero también era quizás una última oportunidad para Barros Sierra de mantener la lucha democrática dentro de los cauces del régimen, aunque para ello tenía que emplear un lenguaje cuestionador, enarbolando la bandera de la autonomía universitaria. Por ello se aceptó la propuesta a cambio de que desistieran de marchar hasta el Zócalo, sino sólo hasta la avenida Félix Cuevas y regresar a CU.
A la Ciudad Universitaria llegan numerosos contingentes de estudiantes, maestros, padres de familia y simpatizantes que responden al llamado del movimiento para marchar en repudio a la represión y que llegarían a sumar alrededor de 100 mil manifestantes. Éstos se concentran en la explanada de Rectoría donde Barros Sierra coloca la bandera a media asta en honor a los estudiantes caídos. En su discurso pide cautela frente a las agresiones de las que puedan ser objeto los jóvenes. Declara:
"Necesitamos demostrar al pueblo de México que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonomía, pero no sólo será la defensa de la autonomía la bandera nuestra en esta expresión pública; será también la demanda, la exigencia por la libertad de nuestros compañeros presos, la cesación de las represiones. Será también para nosotros un motivo de satisfacción y orgullo que estudiantes y maestros del Instituto Politécnico Nacional, codo con codo, como hermanos nuestros, nos acompañan en esta manifestación. Bienvenidos."
La bienvenida a los compañeros del Politécnico es recibida con silbidos de júbilo y aplausos. La marcha parte desde los jardines de Ciudad Universitaria, pasa por “Las Islas” y desemboca en la Avenida de los Insurgentes. Entre las mantas se lee, ironizando la letra del Himno Nacional: “una cárcel para cada hijo te dio”. Llegan reportes de que hay una enorme presencia policíaca en las colonias Del Valle, Ciudad de los Deportes, Nochebuena, y Nápoles. Los cuerpos de seguridad estaban presentes para evitar que la manifestación se saliera de la ruta autorizada.
En la esquina de Félix Cuevas e Insurgentes, entre el Liverpool y el Parque Hundido, un contingente de granaderos impide el paso a la marcha, confirmando los reportes de quienes venían de ese lado de la ciudad. La marcha da vuelta en Félix Cuevas hasta Avenida Universidad. Pasando por el Hospital 20 de Noviembre, médicos y vecinos del Centro Urbano Presidente Alemán muestran su solidaridad con los estudiantes. Los camarógrafos del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos captan a los vecinos abarrotando las escaleras de la unidad habitacional y aplaudiendo el paso de la marcha.
El apoyo popular es palpable. Los estudiantes contestan a los vítores de los vecinos: “¡Únete Pueblo!”, corean. Al regresar a la Universidad, los estudiantes guardan un minuto de silencio por los muertos del 26 de julio y entonan el Himno Nacional.
Barros Sierra toma la palabra nuevamente y aclara que el movimiento de la UNAM por la liberación de presos se hará extensivo a los del Politécnico, soldando así la unidad, que hasta unos meses atrás parecía imposible, entre las dos grandes casas de estudio del país. Maestros de la X sección del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación convocan a una asamblea que resuelve la necesidad de un organismo nacional de coordinación estudiantil.
El proceso de organización venía avanzando y para el fin de semana posterior a la marcha se le estaba dando forma al Consejo Nacional de Huelga, con enviados de todas las escuelas de la UNAM e IPN ya declaradas en huelga. Así, el domingo 4 de agosto se publicó el primer manifiesto unitario de todos los estudiantes en paro y se dio a conocer el Pliego Petitorio de seis puntos que impulsaría el movimiento:
1) Respeto a las libertades democráticas
2) Libertad a los estudiantes, profesores y ciudadanos que fueron aprehendidos a partir del 26 de julio
3) Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal
4) Destitución de las autoridades responsables de los violentos actos ocurridos
5)Desaparición del Cuerpo de Granaderos y la no creación en el futuro de organismos similares
6)Indemnización a las familias de los estudiantes agredidos.
La mano dura de la represión
Díaz Ordaz declaró ese mismo día que “una mano está tendida: es la mano de un hombre que a través de la pequeña historia de su vida ha demostrado que sabe ser leal. Los mexicanos dirán si esa mano se queda tendida en el aire, o bien, esa mano, de acuerdo con la tradición del mexicano, con la verdadera tradición del verdadero, del genuino, del auténtico mexicano, se vea acompañada por millones de manos de mexicanos que, entre todos, quieren restablecer la paz y la tranquilidad de las conciencias”, y agregó: “estoy entre los mexicanos a quienes más les haya herido y lacerado la pérdida transitoria de la tranquilidad en la capital de nuestro país por algaradas en el fondo sin importancia.”
El cinismo del gobierno pretendía dejar a los estudiantes como instigadores de las revueltas. Los hechos dirían justamente lo contrario. Por ello, en una de las mantas cargadas durante esa manifestación, se leía la respuesta de los estudiantes combativos:
A la mano tendida... ¡la prueba de la parafina!
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