Fue en el acto por los 80 años de la creación de la fuerza represiva y un día después de que miles de personas la acusaran en Plaza de Mayo de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado.
Vale recordar que el “cumpleaños” de Gendarmería Nacional en verdad fue el sábado pasado, cuando se recordó la creación de la fuerza el 28 de julio de 1938. Sin embargo parce que el Ministerio de Seguridad organizó el “festejo” para después del aniversario de la desaparición de Maldonado. Una provocación.
Lo más interesante del acto fue, sin dudas, el discurso de Macri frente a cientos de hombres y mujeres con uniforme y portando sus armas. Una arenga represiva disfrazada con retórica “nacional” y “patriótica” que ninguna de las personas presentes tomó demasiado en serio.
“Hoy estoy acá antes que nada para agradecerles, para decirles que lo que hacen es realmente muy valioso”, arrancó Macri. Y siguió diciéndoles a las y los gendarmes que “con su trabajo hacen un gran aporte en este camino hacia la Argentina que estamos construyendo. Una Argentina en la que no tengamos que vivir con miedo, donde nos cuidemos unos a otros. Una Argentina de paz”.
“Ustedes decidieron dedicarse a cuidarnos, a proteger nuestras fronteras, a estar ahí donde se los necesita, haciendo la diferencia, ayudando al crecimiento y al desarrollo de los argentinos. De eso está hecha esta fuerza, de hombres y mujeres valientes que trabajan con el corazón para cuidarnos”, insistió el Presidente. Claramente su idea de “argentinos” no contempla a las amplias mayorías populares que habitan este suelo.
Macri les recordó a sus canes guardianes a sueldo que en el camino de trabajar para que “cada argentino pueda vivir mejor” cuenta con personas como ellos, “que velan por la seguridad de todos y no tienen miedo de dar las batallas más difíciles”.
Obviamente destacó la supuesta acción de Gendarmería en la batalla contra el narcotráfico, uno de los clichés oficiales para destinar cada vez más recursos materiales y humanos al fortalecimiento del aparato represivo estatal. “El narcotráfico no afecta solo a los que consumen sino a toda la sociedad porque multiplica la violencia y la inseguridad, por eso agradezco especialmente su profesionalismo en esta lucha”, afirmó Macri ante una fuerza que participa directamente de ese y otros delitos multimillonarios.
“Les reitero todo mi apoyo así como el compromiso de facilitarles todas las herramientas y la tecnología que necesitan para que puedan llevar adelante la tarea de la mejor manera posible”, agregó el Presidente con serena sobriedad. Porque, dijo, “es importante que salgan a la calle preparados y equipados”.
Sobre el final de su breve discurso, Macri coincidió con Patricia Bullrich en la consideración cuasi sentimental de esos miles de agentes verde oliva. “Como dijo la ministra, admiramos, respetamos y valoramos su vocación de servicio. Su capacidad y esfuerzo son fundamentales para construir el país que nos merecemos. Y sí que somos capaces de hacerlo si trabajamos juntos, dando cada uno lo mejor de sí”.
El primer mandatario dijo que habla de “la Argentina del trabajo, del esfuerzo, de la transparencia, del respeto, especialmente del respeto por la ley y por los que tenemos al lado y piensan distinto”. Todo lo que precisamente no hizo nunca, y mucho menos ahora, la Gendarmería y el resto de las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales. Aquí también los casos de Maldonado, de Rafael Nahuel, del espionaje ilegal con el Proyecto X, del “gendarme carancho” y tantos otros sirven para ilustrar la chantada presidencial.
Para no hablar de la destacadísima participación de Gendarmería durante el genocidio, siendo una de las fuerzas con mayor densidad de efectivos que ni siquiera fueron procesados por sus múltiples delitos de lesa humanidad.
Por último, seguramente pensando en su clase empresaria, terrateniente y explotadora Macri les pidió a las y los gendarmes: “Sigamos así, cuidándonos unos a otros, creyendo en todo lo que podemos lograr juntos. Felicidades y a seguir trabajando”.