Los Pueblos Mágicos son una iniciativa del gobierno para incentivar el turismo, ofreciendo dinero a ciertos pueblos que cuiden y den mantenimiento al patrimonio cultural e histórico que ahí se ubique.
La Secretaria de Turismo (SECTUR) es la encargada de denominar a los Pueblos Mágicos. Ésta señala diferentes factores que los pueblos deben poseer para poder ganarse el título de Mágicos.
Los Pueblos Mágicos son seleccionados ya sea debido a la carga prehispánica o indígena del pueblo, su importante historia colonial, la preservación de tradiciones por parte de los originarios del pueblo o la importancia para la historia del país.
Lo que se busca al impulsar estos lugares es fomentar la actividad económica de la zona, especialmente el turismo y la venta de artesanías.
Cultura como mercancía
El objetivo es abrir un mercado utilizando a la cultura como algo consumible, ligando al producto con una cultura o con un lugar específico.
Pongamos un ejemplo, la denominación de origen, la cual es una clasificación que se utiliza para denotar el lugar geográfico específico de origen de un producto, cuyas supuestas cualidades, reputación y características son especiales del entorno territorial del cual provienen.
Esto es un claro ejemplo de cómo el capitalismo otorga una carga cultural a un producto, llamémoslo mezcal de Oaxaca o vino de París, lo importante es que está ligado a coordenadas geográficas específicas.
Lo anterior mencionado refleja la realidad del capitalismo, que busca vender experiencias únicas ligadas a la geografía, que justo es lo que señala David Harvey en El arte de la renta (2007).
La geografía de "lo único"
Vayamos un paso más allá de una artesanía y pongamos al espacio como producto comerciable y el que brinda las experiencias únicas.
Claro que los productos con carga cultural notable son a veces consumidos más que nada por el status que brindan, no cualquiera puede comprar un vino francés, igualmente no cualquiera puede pagarse unas vacaciones.
En un esfuerzo del gobierno por mejorar el turismo de un pueblo, lo que están haciendo es homogeneizar a los pueblos mágicos y privarlos de esa experiencia única que en un principio es lo que se busca.
Aterrizamos lo anterior concretamente en los Pueblos Mágicos.
Si viajas a uno de estos pueblos, lo primero que vas a notar es que todos poseen las características letras con el nombre del pueblo. Te encontrarás con que la disposición para el turismo siempre es del centro a las periferias, pasando por las iglesias y los lugares comerciales.
Se piensa en los pueblos como recorridos trazados para que la gente tenga la experiencia más cómoda de experimentar la cultura del pueblo. Esto se convierte rápidamente en una versión caricaturizada por algún mercadólogo a quien le comisionaron un tour de alto ingreso y bajo riesgo para los turistas.
“El lugar más feliz de la Tierra”
Convertimos los pueblos del país y su cultura en parques de atracciones para personas conformistas. A esto, el anterior mencionado David Harvey, en el mismo texto, lo llama “Disneyficación”.
Encapsulamos la cultura en pequeñas dosis, como alimentando bebés, para que le sea más fácil a los extranjeros consumirla; pero SECTUR no piensa que está haciendo caricaturas de los pueblos, pintadas con un pincel muy ancho que abarque a todos. Y pintando a todos los pueblos mágicos bajos la misma brocha condicionadora.
El gobierno solo busca el enriquecimiento económico. No se detiene a pensar las afectaciones que puede tener sobre las dinámicas de un pueblo.
El turista como explorador
El programa “Pueblos Mágicos” es una herramienta del capitalismo para crear productos de fácil consumo para las masas que buscan satisfacer su necesidad de sobre estimulación sensorial.
Los recorridos planeados se alejan de la realidad social de los espacios habitados. Se vendió el espacio, el medio geográfico sin mostrar que hay un horizonte más allá, que puede albergar un sinfín de historias más ricas, que las 7 iglesias planeadas para el recorrido.
Los pueblos y su cultura no son letras de colores, vasijas y aretes; pese a que existe tanta diversidad, este programa convierte a los pueblos en galerías de arte con un recorrido pre establecido, para su fácil entendimiento.
Y si es para mantener el patrimonio cultural, que hagan a Tepito un Pueblo Mágico.
En lo personal, creo que una guía turística es eso, una guía, no es un mandato a seguir y en con esto dicho, creo que hay veces que se conoce mejor un lugar, abandonando la guía en el hotel y descubriendo el espacio por uno mismo.
*Víctor Mata es estudiante de Antropología, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. |