Desde que el proyecto por la legalización del aborto consiguió media sanción en Diputados, la iglesia católica tomó el toro por las astas y dispuso todo su aparato económico y político para que el proyecto fuera rechazado en Senadores.
En una jornada donde las calles se tiñieron de verde y sin dudas como una provocación, monseñor Mario Poli, que es la voz del Papa Francisco en la Argentina, anunció que daría una homilía en la Catedral de Buenos Aires.
Seguramente el envión que le dio la procesión en San Cayetano lo llevó a redoblar la apuesta y subir el tono de su discurso. Quienes se acercaron a la iglesia metropolitana pudieron escucharlo decir: “Se quiere legitimar por primera vez que un ser humano pueda eliminar a su semejante”.
En otro tramo de su homilía aseguró que: “Los no nacidos tienen derecho a pertenecer de nuestra historia. A nuestra nación”.
Finalmente y para sumar más presión a la que vienen ejerciendo en las últimas semanas apuntó a los senadores: “Confiamos en que siempre legislarán para el bien común”.
Poli con toda su “piedad” tomó las palabras de Francisco y dijo que “hicimos poco por esas mujeres que sufrieron una violación”.
Lo que le faltó decir a Poli, entre otras cosas, es que tanto él como su padrino Jorge Bergoglio, tampoco hicieron nada por los cientos de niños que fueron violados por curas pedófilos. Tan poco hicieron por esos niños, que muchos de los curas acusados todavía pertenecen a la iglesia católica.
Afuera de esos muros, cientos de miles de mujeres con sus pañuelos verdes llenaban las calles. Porque el movimiento de mujeres no necesita de sermones, y mucho menos de instituciones oscurantistas que pretenden hacernos creer que nuestro único destino es el de ser madres.
El movimiento de mujeres sabe de su fuerza, y sabe que mas temprano que tarde el aborto legal será ley. |