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20 de agosto de 2018 Twitter Faceboock

REVOLUCIONARIOS
A 78 años de su asesinato: León Trotsky en la pluma de Víctor Serge
Federico Roth

El 20 de agosto de 1940, el dirigente de la Revolución rusa fue asesinado por un agente del estalinismo. Aquí rescatamos un pasaje del libro Vida y muerte de León Trotsky, de Víctor Serge.

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A 78 años del asesinato de su asesinato por un agente estalinista, publicamos un extracto de "Vida y muerte de León Trotsky", escrito por Víctor Serge en colaboración con Natalia Sedova y publicado en 1949. A pesar de su brevedad, una de las más apasionantes entradas a la vida de un hombre que supo descifrar junto a Lenin el papel de la personalidad en el seno de las masas y llevar al triunfo la primera gran revolución socialista la historia.

“Este libro es la historia de un hombre y no de la Revolución rusa. Sólo que este hombre está tan consustanciado con dicho acontecimiento, que no se le puede separar de él. A menudo parece ser el portavoz del mismo, su instrumento consciente.

¿Es un conductor de masas? Sin duda alguna. Ello se debe a que sabe comprender las masas, a que traduce sus aspiraciones, su voluntad, en el lenguaje de las ideas y en la acción. ¿De dónde le viene, entre tantos otros que con él luchan, esa preeminencia? De capacidades personales que desde su adolescencia no utiliza con miras de beneficio individual. La prensa del mundo menciona su nombre diariamente, y abundan los periodistas incapaces de comprender la mentalidad revolucionaria, que lo acusan de ambicioso. ¿Ambiciona el poder? Lo ambiciona para los Soviets de obreros, soldados y campesinos; no para sí mismo. Jamás ha pensado en las llamadas ‘ventajas del poder’. Este le ocasionaría responsabilidades permanentes, peligros, problemas. Si se dispone a ejercerlo es para cumplir con un deber.

A menudo, en sus discursos, invoca a la Historia. "La Historia condena a aquellos partidos...". "La lógica de la Historia". "La Historia enseña que...". No es un mito el que invoca, sino un conjunto de conocimientos, en modo alguno académicos, en modo alguno muertos -conocimientos de esa clase no existían para él- sino utilitarios. Se refiere a la Revolución francesa, a la Comuna de París. Piensa y dice que si el proletariado ruso carece de inteligencia y voluntad, sufrirá la suerte de la Comuna de París. Trotsky hace galas tanto de una personalidad poderosa, como de una impersonalidad sincera y no menos poderosa. Habla en nombre de los marinos de Kronstadt y sólo más tarde se sabrá que él ha sido el autor de su manifiesto. Tras discutir con sus integrantes y elaborar conjuntamente el pensamiento-voluntad común, asume la palabra en nombre de los Soviets y el Partido. En estos debates escucha, propone, afirma, cede y sólo ante divergencias esenciales adopta una actitud intransigente. Sería absurdo encontrarlo ambicioso, y ridículo modesto. Se siente manifiestamente superior a muchos otros. Lo prueba lo sarcástico de su sonrisa al escuchar ciertos discursos. En sus conversaciones privadas (si es que así pueden llamarse) no vacila en calificar de "incurable posador", de "Narciso fanfarrón", de "inacabable fraseólogo" a algunas de las celebridades del momento. A otra le reconoce gran inteligencia, paralizada por la timidez, por la falta de voluntad.

Frente a sus compañeros de lucha, nada de sonrisas sarcásticas, nada de juicios lapidarios; fraternal preocupación por utilizar cada fuerza, cada virtud, cada sacrificio, teniendo en cuenta los caracteres. Solo se siente uno de los primeros en el ascenso de las masas. El estado de espíritu que aquí describimos no le es exclusivo; en diversos grados lo comparte toda la generación revolucionaria, impelida por la gran ambición impersonal de efectuar la revolución, de comenzar la transformación del mundo. Esta cualidad de los revolucionarios habíase comenzado a formar durante la década del 60, con los nihilistas, negadores de los antiguos valores, que en tiempos de Chernichevsky afirmaban la conciencia racional y el deber social. Los marxistas habían inculcado la objetividad socialista, aminorando "el papel del individuo en la historia" para acrecer correlativamente el de la personalidad en el seno de las masas. Esta generación concluirá en 1936-1937 fusilada en los sótanos de la Lubianka".

 
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