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La Izquierda Diario
26 de febrero de 2015 Twitter Faceboock

CONVENIO DE COOPERACION CON CHINA
Más primarización y entrega de la mano del gigante asiático
Pablo Anino | @PabloAnino
Victoria Sánchez | @VickytaTw

Este miércoles 25/2 el oficialismo aprobó en la Cámara de Diputados el “Convenio Marco de Cooperación en Materia Económica y de Inversiones entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República Popular China”. Le abre el paso a un nuevo pacto de dependencia con la potencia emergente.

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Durante el día de ayer se votó en el Congreso de la Nación una nueva entrega, esta vez a la República Popular de China. Bajo el eufemismo del “beneficio mutuo” y del “fortalecimiento de la relación económica bilateral” el oficialismo logró una votación casi en tiempo record para sellar un convenio que traerá mayor primarización económica y el avance de China sobre recursos estratégicos de nuestro país.

Al más despistado de los observadores le llamaría la atención al leer en el convenio “Que las Partes tienen el objetivo de promover acciones que fortalezcan la relación económica bilateral entre ambos países con vistas a equilibrar la balanza comercial”. Si vemos todas las tendencias que rigen el comercio entre Argentina y China salta a la vista una gran contradicción. Nuestro país exportaba en 2001 poco más de un mil millones de dólares al país asiático, cifra que creció enormemente (391%) hasta alcanzar 5,5 mil millones en 2013. Mucho más se elevaron las ventas de China a nuestro país. En 2001 eran cercanas a un mil millones de dólares, con un pequeño saldo favorable a Argentina. En 2013, las importaciones desde el país asiático alcanzaron más de 11 mil millones, un gigantesco aumento de 961%. Así el saldo comercial (diferencia entre las exportaciones y las importaciones) fue de casi 6 mil millones de dólares negativo para nuestro país. En 2014 continuó esa tendencia de gran déficit para Argentina. Bien lejos de cualquier equilibrio de la balanza comercial.

El enorme crecimiento del país asiático en los últimos años ha tenido como correlato la necesidad de importar cada vez más materias primas necesarias para su industria. Si analizamos la composición de las exportaciones argentinas podemos observar que entre 2003 y 2013 casi un 85% se concentró en tres productos: porotos de soja (55%), aceite de soja (19%) y petróleo crudo (10%). En la actualidad un 96% de la canasta exportadora argentina a China se compone de productos primarios o manufacturas basadas en recursos naturales. Lo contrario sucede con las importaciones de origen chino, las cuales se encuentran diversificadas en varias manufacturas de bajo, medio y alto contenido tecnológico, en muchos casos desplazando la producción local. Completamente distinta a la pretendida “transferencia tecnológica” que se quiere mostrar con el acuerdo. Basta ver la actualización del Ferrocarril Belgrano Cargas y de otras líneas ferroviarias de pasajeros donde mientras se importa material rodante en paralelo se desmantelan los talleres ferroviarios TATSA-EMFER.

La protesta de un sector de la UIA no tiene nada que ver con el desarrollo de la industria nacional. Las patronales están en la búsqueda de su tajada en los crecientes negocios con el país asiático. Aunque hay una parte empresarial potencialmente afectada, como Techint que compite por los mercados de acero con China que se transformó en el principal productor mundial, la central fabril salió de una reunión con una parte del gabinete del Poder Ejecutivo mostrándose favorable a las relaciones con la potencia emergente.

En el artículo 2 del acuerdo se define que se van a realizar convenios específicos sin ningún tipo de especificación sobre contenidos, fechas, plazos e implicancias de tales convenios. Da a los organismos públicos una amplia potestad para hacer y deshacer sin ningún tipo de control.

El desarrollo de China como potencia económica junto con su mayor participación en América Latina en búsqueda de recursos naturales fue reconfigurando nuevas relaciones en las que el país asiático se desarrolló como el polo que impone las condiciones, asegurándose el abastecimiento de materias primas necesarias para su desarrollo. Siguiendo ese camino, el acuerdo votado durante el día de ayer incluye un artículo en el que define expresamente que dentro de argentina las inversiones chinas van a realizarse en sectores industriales que tengan potencial de exportación hacia aquel país. En concreto, esto significa un mayor desarrollo del agro sojero y sectores relacionados, que son los que actualmente tienen potencial exportador. Es decir, una mayor primarización de la economía. El oficialismo una vez más le pone sello y da por tierra a un proyecto que contrario a su discurso neodesarrollista profundizará aún más el carácter primario de la economía y la dependencia a la soja.

Otras de las actividades que se pretenden desarrollar son las relacionadas a la explotación minera. En el último viaje a China, la delegación argentina ofreció la explotación de minerales de potasio abandonada por la empresa Vale en Mendoza. La mina de hierro más grande de Sudamérica es explotada por la empresa de capital chino MCC. Se trata de Hipasam, localizada en Río Negro, que cuenta con grandes beneficios impositivos. Unos de los principales recursos de litio del mundo se encuentran en nuestro país y también son ambicionados por China.

En inversiones petroleras la china CNOOC está asociada en Bridas con los hermanos Bulgheroni. Comparten con la inglesa British Petroleum (que tiene la mayoría accionaria) la propiedad de Pan American Energy que opera en Cerro Dragón, Chubut. Por otro lado, Bridas anunció inversiones por 500 millones de dólares en Vaca Muerta, Neuquén. Además, en esa zona opera otra compañía china, Sinopec, en asociación con YPF. Asimismo, la petrolera AP desembolsará 500 millones de dólares en Malargüe, Mendoza. En esa misma provincia, EPI está perforando pozos de gas. Otras inversiones del país asiático se despliegan para el desarrollo de energías alternativas.

A todas luces con la firma de este convenio el gigante asiático avanzará en garantizarse recursos estratégicos, que en el caso de las actividades mineras y petroleras cuentan con una legislación ampliamente favorable a expoliación por parte de las multinacionales sin ninguna consideración sobre el daño a las poblaciones que habitan donde se encuentran los recursos ni el medio ambiente.

El artículo 5, referido a la cooperación en materia de infraestructura, es uno de los más cuestionados. Plantea un cambio en el régimen de adjudicaciones, básicamente da por tierra con el proceso de licitación, que aunque como es ostensiblemente evidente está viciado por las relaciones políticas (el “capitalismo de amigos” que desarrolló el kirchnerismo) cuando no por coimas, al menos implica un proceso formal. De este modo, el artículo 5 deja abierta la posibilidad que las inversiones chinas en infraestructura no pasen por proceso licitatorio, sino que sean acordadas de manera directa en tanto y en cuanto el país asiático brinde financiación.

El gobierno firmó de esta forma un convenio “estratégico”, bajo la urgencia de conseguir divisas, como las utilizadas en el “swap” (intercambio de monedas) que coyunturalmente le permitió recomponer el equilibrio cambiario a costa de incrementar la deuda externa.

De esta forma el gobierno desarrolla una nueva relación de dependencia con la potencia asiática emergente. Así como con el modelo agroexportador la oligarquía terrateniente ligó el destino del país a Inglaterra y con la ISI (industrialización sustitutiva de importaciones) fue ganando espacio el imperialismo yanqui, hoy el kirchnerismo le abre las puertas a China. Esto no significa de ningún modo, como pretende el gobierno, una afronta con el imperialismo yanqui. La muestra es el pacto de dependencia con la estadounidense Chevron y el intento oficial por volver a los “mercados” para endeudarse, como reconoció ayer Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central. Argentina reafirma así su lugar de proveedor de materias primas mientras le compra bienes industriales y ofrece un espacio para la colocación de capitales que el país asiático tiene necesidad de desplegar por el mundo, ya que le sobran reservas en su Banco Central. Algunas “dudas” saltan a la vista ¿Por qué el convenio no trata los beneficios que tendrá Argentina para participar de las licitaciones de la obra púbica en China, como si ocurre al revés? ¿Por qué el convenio no establece las condiciones bajo las cuales Argentina podrá financiar o establecer inversiones en China? Simplemente, porque China es que lleva la voz de mando de la “alianza estratégica”.

Más opiniones sobre las relaciones económicas entre Argentina y China se pueden leer en:

Argentina y China: mitos y realidades del “consenso de Beijing”

 
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