El 7 de enero de 2016, a poco del inicio de la gestión Cambiemos, cientos de trabajadores municipales se movilizaron para reclamar contra los despidos. Los esperaba el Palacio Municipal militarizado con la guardia de infantería de la Policía Bonaerense. A las 10 de la mañana, la Policía desató una brutal represión con gases lacrimógenos y balas de goma, arrojando decenas de heridos y varios detenidos. Una de las trabajadoras heridas denunciaba a La Izquierda Diario que "automáticamente empezaron a dispara, por la espalda, sin ninguna advertencia previa. Nosotros veníamos a entregar un petitorio y a intentar hablar con algún funcionario responsable”. María Eugenia Vidal ponía toda la fuerza de la maldita bonaerense para ahogar el reclamo de las familias que no querían quedar en la calle. Al otro día anunciaba la suspensión por 180 días de las paritarias municipales.
El 13 de julio de 2017, la gobernadora comandaría un operativo mucho más impactante. Cientos de policías y gendarmes rodearon la planta y arremetieron primero contra las obreras de PepsiCo que hacía 24 horas le habían escrito a la propia gobernadora para no quedar en la calle y que no ordene la represión. Luego contra sus compañeros y cientos de manifestantes. Para cumplir con el plan de cierre de la multinacional norteamericana, Cambiemos desató una cacería que terminó con todo el barrio gaseado, heridos con balas y palazos, así como varios detenidos.
El 14 de diciembre de 2017, mientras en el Congreso se intentaba aprobar la reforma previsional, en La Plata trabajadores de distintas dependencias estatales, del Astillero Río Santiago, bancarios, trabajadores de la salud y docentes se concentraron frente a la legislatura. Rechazaban la aprobación de la Ley de Ministerios, los proyectos de modificación de la caja del BaPro y Jubilaciones de Privilegio. Al mediodía, la Bonaerense volvería a cargar duramente, con balas, gases y la caballería, dejando varios heridos. Así lograba aprobar las leyes que necesitaba.
Otros que sufrirían la represión serían los trabajadores de Cresta Roja. Macri y Vidal los habían querido mostrar como “un símbolo del sí se puede”. Sin embargo, para aplicar el plan de ajuste que implica un recorte salarial y más de 500 despidos, utilizaron la Gendarmería Nacional y la Policía Bonaerense. El primer ataque lo sufrirían en diciembre de 2015. En mayo de 2018 una protesta frente a la planta de Ezeiza fue reprimida. Desde las 6:00 de la mañana, los trabajadores fueron perseguidos y reprimidos por las calles del barrio La Unión, en Ezeiza, hasta la ruta 205 y las vías del ferrocarril que va hacia Cañuelas, donde fueron nuevamente reprimidos y desalojados violentamente por las fuerzas policiales y la Gendarmería.
Este 21 de agosto, 2000 trabajadores y trabajadoras del Astillero Río Santiago marcharon a la Casa de Gobierno para reclamar por sus paritarias y contra el vaciamiento que llevan adelante Macri y Vidal. Allí les esperaba una provocación: 400 policías pertrechados para el combate. La provocación consistió en atropellar a trabajadores para luego desatar la represión, con balas de gomas, gases y policías de civil que detenían obreros en las inmediaciones. La represión duró más de una hora, con los trabajadores defendiéndose del avance brutal del cuerpo de infantería.
Vidal no está sola en su guerra contra los reclamos obreros. Cristian Ritondo, funcionario de Eduardo Duhalde cuando asesinaron a Kostecki y Santillán, es quien comanda el Ministerio de Seguridad con mano dura. Tras la renuncia del jefe policial Juan Pablo Bressi, involucrado en casos de corrupción, Fabián Perroni asumió como responsable de la maldita bonaerense. Perroni hace honor a ese sello: era parte de la patota de la comisaría 9ª de La Plata en los días de la desaparición del estudiante Miguel Bru.
El comando represivo que integran Vidal, Ritondo y Perroni sigue el liberto de Patricia Bullrich. Por eso se ha encargado en los últimos meses de reforzar la cantidad de efectivos de la fuerza, así como el armamento. También de acordar el entrenamiento de algunas de sus divisiones con las fuerzas especiales israelíes.
El masivo rechazo a la represión de este martes puede ser el primer paso para derrotar la criminalización de la protesta para aplicar el ajuste.