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La Izquierda Diario
11 de septiembre de 2018 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
A 45 años del derrocamiento de Allende
I. J. Ini

Un 11 de septiembre de 1973 era interrumpido violentamente el mandato de Salvador Allende, en ese entonces presidente de Chile por la coalición de izquierda Unidad Popular. La dictadura de Augusto Pinochet pondría fin a la “vía chilena pacífica al socialismo”.

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Se cumplen 45 años de aquella jornada donde Salvador Allende, entonces presidente de Chile por el frente Unidad Popular que agrupaba al arco político de la izquierda chilena, se suicidaba en el Palacio de La Moneda en Santiago, durante el bombardeo sobre la casa de gobierno por parte de las FFAA. El golpe, que consagró a Augusto Pinochet en el poder, duraría hasta 1990 y sería sucedido por un gobierno democrático que mantuvo a este dictador como cabeza militar de Chile y posteriormente como Senador.

Programa de la Unidad Popular 1969

Los tres años de Allende

La llegada de Salvador Allende a la presidencia de Chile es un retrato político de época que ilustra el accionar de Estados Unidos en su batalla contra los procesos de insurrección obrera de aquellos años donde el fervor de fines de la década de 1960 aún estaba fresco. Antes de llegar al poder en 1970, Allende fue candidato a presidente en tres oportunidades, habiendo quedado en segundo lugar en las dos previas a su elección y obteniendo en 1964 alrededor del 38% de los votos; más que el 36.6% que lo llevaría a ser presidente del país trasandino seis años después, en la que fue su cuarta postulación.

Con la ratificación del Congreso Nacional a la victoria electoral del candidato por Unidad Popular, comienzan las políticas hacia la “vía chilena pacífica al socialismo”, que el programa del propio frente tenía como guía política. En el primer año de mandato la inflación bajaría, se profundizaría la reforma agraria y se estatizarían terrenos y empresas de distintas índoles, además de la fijación de precios en el mercado minorista entre otras políticas sociales. Hacia el segundo año la moneda nacional se devaluó y la inflación fue de un 225%, que se iría hacia más del 600% al momento del golpe. Las problemáticas de escasez y el crecimiento del mercado negro obligaron al gobierno a tomar medidas como la creación de la Empresa Nacional de Distribución y Comercialización y la Junta de Abastecimiento y Control de Precios (JAP). El mercado negro, producto de la especulación con respecto a la escasez y el abuso en los precios por parte de los comerciantes, continuó pese a las medidas, y en el marco social ya empezaba a hacerse notorio el descontento y las protestas contra el gobierno, sobre todo de los sectores más pudientes de Santiago, destacándose la “marcha de las ollas vacías”, donde mayormente mujeres de clase alta realizaban cacerolazos. De estas protestas surgió el movimiento Poder Femenino, que contó con el apoyo de los sectores reaccionarios y del arco político de la derecha chilena, y que tuvo entre sus referentes a María Cristina Correa Morandé, miembro en aquel entonces del derechista Partido Nacional, del cual ella presidió la sección femenina.

Fidel Castro en Chile junto al jefe del ejército Pinochet en 1971

Posteriormente, en octubre de 1972, se produce el Paro Patronal. Ante el avance en la estatización de empresas de transporte y una expropiación medida de terrenos de explotación agrícola es la patronal la que realiza un paro convocado, entre otros gremios, por la Confederación Nacional de Dueños de Camiones, contando con apoyo económico y mediático de la CIA norteamericana. Como consecuencia del desabastecimiento por esta medida de fuerza, Allende declaró el estado de emergencia en 18 provincias. Este paro arrastró consigo también a gremios profesionales, de artesanos y dueños de buses y taxis. La oposición reaccionaria también se plegó a la medida.

Previo al golpe, el recuerdo del Tancazo o Tanquetazo en junio de 1973 marcaba el inicio de una polarización que los trabajadores supieron comprender y expresar en la Carta de los Cordones Industriales a Allende del 5 de septiembre de ese año, días antes del golpe, donde expresaban que si no era la dictadura del proletariado la que se realizaría, sería la dictadura militar la que acabaría triunfando. Chile ya sufría el acoso de las FFAA al gobierno con ataques que tendrían su punto máximo con el bombardeo a La Moneda el 11 de septiembre y la posterior dictadura de Augusto Pinochet. Pero fue el mismo Allende el que había nombrado el 23 de agosto a Augusto Pinochet como comandante en jefe del Ejército.

Cordón industrial de Cerrillos

Los trabajadores y la crítica a Allende

El clima previo al golpe que se vivía en el país trasandino era de un auge artístico y cultural, y la relación entre el arte y la política con contenido ideológico de izquierda destacaba a Víctor Jara y los Quilapayún, entre otros, y la participación política del poeta Pablo Neruda (miembro del Partido Comunista), que fue embajador en Francia. En este contexto las clases trabajadoras organizadas en los Cordones Industriales eran fundamentales para la realización y defensa de las tareas socialistas que declamaba Allende, que no los llamaba a enfrentar el boicot constante hacia el gobierno por parte los sectores reaccionarios capitalistas apoyados por la CIA.

Allende y Pablo Neruda

Los Cordones Industriales le exigen a Allende varias medidas para frenar definitivamente a los desestabilizadores de su gobierno, que ya atacaban descaradamente a la organización de la clase obrera. En las primeras consignas de la Carta de los Cordones Industriales a Salvador Allende, que aparecen numeradas hacia el final del mismo, se le pide “la requisión inmediata de los camiones […] y la creación de una empresa estatal de transportes”, además de aplicar con severidad las leyes que impidan el boicot por parte de los capitalistas.

«Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su presidente, su gobierno, sus partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de avanzar.»

Posteriormente, el comunicado abarca la cuestión de la producción y distribución. Se propone el aprovisionamiento directo a través de almacenes populares y una canasta que satisfaga las necesidades mínimas.

Comités de mujeres en apoyo a Allende

Son los trabajadores los que le piden a Allende capitalizar las posibilidades que como jefe de Estado puede llevar a cabo en términos legales y estatales para consagrar la lucha obrera, y no para dar garantías legales a los capitalistas que, días más tarde a este comunicado fechado el 5 de septiembre de 1973, harían efectivo el golpe de Estado.

«[...] No votamos por un hombre, votamos por un programa.»

Pero vale la pena preguntarse si el programa de Unidad Popular que los Cordones Industriales le recordaban a Allende es el mismo que en la práctica y en la estrategia el presidente llevaría a cabo. En la nota de la edición chilena de La Izquierda Diario titulada “Unidad Popular, Cordones Industriales y el golpe de Estado” comprendemos el carácter reformista que en esencia tenía el gobierno: la persecución de un capitalismo nacional suficiente y la ambición de controlar al capital extranjero imperialista, además de la “suposición de que los ricos y empresarios renunciarían a su propiedad y sus privilegios y que las FFAA respetarían la ’democracia’” sólo tuvo por consecuencia desaprovechar las oportunidades revolucionarias que los propios trabajadores le echarían en cara al presidente. Con respecto a las estatizaciones agrarias y expropiaciones, todas se hicieron con indemnizaciones a los dueños de tierras y adquiriendo acciones en fábricas y bancos extranjeros para poder limitar la acción burguesa del imperialismo, no siendo ésta una acción para cortar con la especulación burguesa de raíz. Si bien hubo entregas de tierras para la explotación agraria, éste no afectó a la burguesía agraria, que fue totalmente respetada.

«Le advertimos compañero, que con el respeto y la confianza que aún le tenemos, si no se cumple con el programa de la Unidad Popular, si no confía en las masas, perderá el único apoyo real que tiene como persona y gobernante y que será responsable de llevar el país, no a una guerra civil, que ya está en pleno desarrollo, sino que a la masacre fría, planificada, de la clase obrera más consciente y organizada de Latino América.»

Un gesto y un reclamo demuestran el carácter internacionalista inherente a la realización del socialismo. Previamente el comunicado expresaba la decepción de haber podido ganar “la lucha final” por la revolución si Allende no hubiera desaprovechado la oportunidad, dejando abierta la discusión de Chile como punto de inicio del socialismo en Sudamérica. Al mismo tiempo ofrecen los barrios de trabajadores para recibir al embajador cubano e instalar en ellos la embajada de ese país.

«Pedimos que a través suyo se le manifieste todo nuestro apoyo al Embajador de Cuba, compañero Mario García Incháustegui, y, a todos los compañeros cubanos perseguidos por lo más granado de la reacción y que le ofrezca nuestros barrios proletarios para que allí establezcan su embajada y su residencia, como forma de agradecerle a ese pueblo, lo que hasta ha llegado a privarse de su propia ración de pan para ayudarnos en nuestra lucha.
Que se expulse al Embajador norteamericano, que a través de sus personeros, el Pentágono, la CIA, la ITT, proporciona probadamente instructores y financiamiento a los sediciosos.»

Pocos días después de esta carta, que cierra responsabilizando al gobierno del devenir de los hechos si se mantiene pasivo y que reclama también la defensa de los medios de comunicación en provecho de los trabajadores, tendría lugar el bombardeo a La Moneda y el comienzo de la era pinochetista.

Ese día 11 de septiembre de 1973 por la mañana, Allende se despide del pueblo chileno por cadena nacional radial sabiendo que “[...] esta será, seguramente, la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes”. La responsabilidad por el golpe inminente es direccionada a “el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción” y señala a los militares que lo han traicionado. De este comunicado se destaca también la frase “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Sin embargo va a preferir suicidarse antes que depositar su confianza en la movilización popular, en hacer lugar a las demandas de los Cordones Industriales y así opacar la posibilidad de un proceso verdaderamente revolucionario.

Último discurso de Salvador Allende

Militares retiran el cuerpo de Allende de la Moneda

La dictadura de Augusto Pinochet

Poco más de una semana sobrevivió Neruda al golpe de Estado, aunque no fue asesinado por la mano atroz de la dictadura, sino que falleció en su casa de Isla Negra. Víctor Jara sí fue cruelmente asesinado, y con él muchos más. Violaciones sistemáticas a los DDHH, casos de violaciones y abuso sexual, torturas impresionantes y manipulación de la información iban a caracterizar al régimen de Augusto Pinochet.

El día a día de Chile cambió: la escasez de la especulación comercial terminó, aunque eso no mejoró la situación económica del país, que vio durante los años pinochetistas una medida de precarización como el Programa de Empleo Mínimo, donde a la masa desocupada se la empleaba por un salario irrisorio para tareas de mantenimiento público u otras tareas sin importancia para justificar la paga. A tal grado era irrisoria la remuneración que quienes participaban del programa eran calificados como “personas pobres beneficiadas con un subsidio estatal contra el desempleo”. En este programa se podría encontrar a profesionales universitarios como a personas que no pudieron acceder a estudios.

El manejo de la información también fue corrompido, mintiéndose sobre los índices de inflación para poder establecer un aumento de los salarios por debajo de la inflación real.

Las quemas de libros y la censura a material artístico y cultural fue rápida. Basta con decir que hoy en día se recuerda a este período como el “apagón cultural”.

Quema de libros

Si bien las cifras varían según los informes. el período y el lugar donde fueron elaborados, la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (Comisión Valech) contabilizó en 2004 la cifra de 34.690 víctimas de prisión política. La cifra de muertes, si bien en todos los informes asciende a miles, es inexacta y las diferencias en las cifras son enormes, hasta de decenas de miles.

El modelo económico viró al neoliberalismo: privatizaciones, exportación de productos agrarios y mineros e importación de bienes de consumo.

Pinochet junto a Kissinger

El pinochetismo sigue vivo

Aún hoy siguen vigentes los partidos políticos de derecha que participaron en desestabilizar el gobierno de Allende y que pactaron con la dictadura de Pinochet y con el mismo General la impunidad y su continuidad en el ámbito militar y político. Esto se logró gracias a la “transición pactada” entre los militares, la derecha y los partidos de la Concertación (que incluía al PC) que acordó el traspaso del poder de Pinochet al gobierno constitucional de Alwyn. Luego de ocupar –pocas veces mejor empleado el término– la presidencia durante casi 17 años, Pinochet permaneció hasta 1998 como jefe del Ejércto, y luego como senador vitalicio.

Más allá de la impunidad que tuvo por casi 10 años luego de dejar la presidencia, Pinochet fue detenido en Londres en el año 1998 y le permitieron regresar a Chile en marzo del 2000 por “problemas de salud”. El cinismo es inmenso: El dictador se retira de la isla en silla de ruedas y aterriza en el país trasandino caminando como si nada…

Finalmente purgaría un arresto domiciliario desde 2004 hasta su muerte en diciembre de 2006. Falleció impune de centenares de crímenes de lesa humanidad, malversación de fondos y corrupción.

Entre los partidos y varios cuadros políticos de aquella época o los hijos de los mismos, el pinochetismo sigue vivo y vigente en la población chilena.

Esta nota se hizo gracias a la ayuda de Triz, con los testimonios de Jaime Jara que tenía 16 años al momento del golpe, y dedicada a la memoria inmortal para todo socialista de quienes dejaron su vida por un mundo más justo. ¡Nunca Más!

 
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