Fotos: Antonio Litov
Este 11 de septiembre ha vuelto a ser una jornada multitudinaria. Más allá del seguro baile de números, lo cierto es que las calles del centro de la capital catalana han vuelto a llenarse de cientos de miles de personas, al igual que en los últimos años, durante todo el día.
Pero a diferencia que en años anteriores, a este 11S se llegaba con un pasado reciente de mayor calado y trascendencia política. El otoño del 2017, con el referéndum del 1 de octubre y la histórica huelga general del 3 de octubre (más otras jornadas relevantes como la propia huelga del 8 de noviembre) ha definido como demandas principales de esta Diada la libertad de los presos políticos y el cumplimiento del 1 de octubre.
El acto central se ha realizado nuevamente en la Avenida Diagonal de Barcelona, donde según datos de la Guardia Urbana, la asistencia ha sido de 1 millón de personas. El acto ha contado con la intervención de varias personalidades, como Elisenda Paluzie presidenta de la ANC, Marcel Mauri vicepresidente de Òmnium o Nuria Tarrés, madre de Adrià Carrasco activista del CDR que se encuentra exiliado en Bélgica.
Si bien lo acontecido en Diagonal ha sido el acto central de la Diada, muchos otros se han repartido a lo largo del día por las calles de la ciudad condal. Entre ellos el acto organizado por parte de la izquierda sindical y política (Procés Constituent, Som Alternativa y Les Marxes de la Dignitat). En este acto, donde han participado un centenar de personas, se ha abogado por enfrentar el Régimen del 78, romper toda vía de negociación con el gobierno de Sánchez, y hacer efectivo con la movilización en las calles el mandato del 1 de octubre.
Entre los participantes de ese acto se encontraba la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) que ha planteado la necesidad de una huelga general como único mecanismo para hacer imponer los resultados del referéndum y conseguir la libertad de los presos políticos.
Frente a la “normalidad institucional” que defienden desde el gobierno catalán, es necesario levantar una alternativa de la clase trabajadora y los sectores populares, que vincule el legítimo derecho democrático del pueblo catalán a definir su futuro político con un programa social que dé respuesta a las necesidades de la clase trabajadora y los sectores populares.
La precariedad, el desempleo, los desalojos, la degradación de los servicios públicos, sanidad, educación, etc, son tareas que no se pueden llevar a cabo de la mano de la burguesía. De hecho, ni esas demandas sociales y tampoco hacer efectiva y defender la república independiente, como ya demostraron el otoño pasado. |