Parte de esas contradicciones se expresaron en la parada militar del reciente 19 de septiembre en la que desfilaron 8948 efectivos y entre cuyo número las autoridades de gobierno remarcaron la amplia presencia de mujeres. En voz de la mayor Javiera Hormázabal, la mujeres están muy bien representadas, ya que “en la institución ya no tenemos ninguna discriminación, todo lo contrario, estamos completamente integradas y podemos postular, podemos hacer todo lo que queramos, igual que los hombres, así que no tenemos nada que decir “nos falta por hacer””.
Todo esto propiciado por el ascenso del movimiento de mujeres a nivel mundial que ha puesto en cuestionamiento la institucionalidad completa del mundo, y, ante lo cual, los Estados han salido a responder intentando cooptar, de manera distorsionada, sus principales demandas de integración e igualdad de oportunidades.
A sólo días en los que conmemoramos la desaparición, la tortura física, sexual y política; o la muerte de cientos de mujeres obreras, dirigentas sociales y militantes de izquierda, el discurso institucional nos quiere hacer creer que la incorporación de más mujeres a las fuerzas armadas y represivas, las mismas involucradas en crímenes de lesa humanidad, es un avance para todas las mujeres de Chile.
Y nos quieren hacer creer que es un avance no sólo en medio de tal contradicción, sino que, además, en pleno episodio de los escandalosos fraudes y millonarios robos de Carabineros; situación ante la cual la Ministra Cecilia Pérez, salió a responder exigiendo sanciones a quienes resulten responsables, pues “nunca ni nuestras Fuerzas Armadas ni Carabineros de Chile tienen que ser manchados por personas que no entiendan la noble labor que significa defender la soberanía, defender nuestro territorio y actuar siempre con la moral y con la transparencia que el cargo les demanda".
La incorporación de las mujeres a las FFAA es parte del plan de blanqueamiento de imagen de una de las instituciones más desacreditadas por la gente; y después de la vapuleada iniciativa del café con un Carabinero, los rostros femeninos son una carta segura en estos tiempos.
¿Glorias del ejército?
Sí, las mujeres se van sumando a una institución con un largo historial de intervenciones armadas, entre las cuales Piñera destacó La Batalla de Chacabuco, la Batalla de Maipú y la Toma del Morro de Arica, episodios bélicos del “abc” de la historia de Chile que le imparten a los niños en la enseñanza básica; pero las glorias pertenecen a unos pocos y así como hacen sobresalir ciertos hechos, otros quedan borrados para, junto con ello, borrar la historia latente de un Chile que siempre ha estado dividido en dos.
Algunos de estos episodios corresponden a la pacificación de la Araucanía a finales de 1800, las matanzas obreras como la de la Huelga de la Carne en 1905, matanza en la huelga de los portuarios en Valparaíso en 1903, la huelga de Ferrocarriles en Antofagasta en 1906 y la conocida matanza de la Escuela de Santa María; y la más reciente matanza histórica durante la Dictadura de Pinochet.
Sangre Mapuche, obrera y popular derramada por las “gloriosas” FFAA que defienden la soberanía de la minúscula clase dominante sobre, no sólo el territorio, sino sobre su gente. Las mujeres se incorporan a esta marcha, en la que el género se disipa en la frontera de las clases sociales y su pugna por mantener un Chile hecho a la medida de los Dávalos, Lucksic y los Angellini o un Chile hecho a medida de las necesidades de las amplias masas.
No se puede ser mujer, y omitir el curso de la historia de un país. |