Los olvidados de Luis Buñuel se estrena a fines de 1950 en México, causando un importante rechazo de la crítica local y una feroz campaña contra el director español nacionalizado mexicano; estuvo solo tres días en cartelera. Meses después es premiada como mejor película en el Festival de Cannes, cuestión que influencia a la Academia mexicana que, en un giro brusco, le otorga entonces once premios Ariel como "desagravio". Hoy está considerada por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Pero, ¿qué causó tanto revuelo? Mientras el gobierno mexicano se preocupaba por mostrar un país moderno, urbanizado, que avanzaba hacia el primer mundo; Buñuel negaba y ponía en cuestión este discurso contando una historia de la infancia y adolescencia de los barrios pobres, inspirada en relatos de los mismos archivos penales.

La película narra la historia de El Jaibo, un adolescente que escapa de una correccional y se reúne en el barrio con sus amigos. Unos días después, El Jaibo mata, en presencia de su amigo Pedro, al muchacho que supuestamente tuvo la culpa de que lo enviaran al reformatorio. A partir de entonces, los destinos de Pedro y El Jaibo estarán trágicamente unidos. Los personajes no están idealizados y muestran crudamente las contradicciones; los escenarios contrastan con la imagen turística del México de bellas playas y reliquias arqueológicas. Un humor negro y ácido propio del director recorre esta historia.

En su momento el poeta Octavio Paz escribió sobre la película:

Los olvidados no es un film documental. Tampoco es una película de tesis, de propaganda o de moral. Aunque ninguna prédica empaña su admirable objetividad, sería calumnioso decir que se trata de un film estético, en el que solo cuentan los valores artísticos. Lejos del realismo (social, psicológico y edificante) y del esteticismo, la película de Buñuel se inscribe en la tradición de un arte pasional y feroz, contenido y delirante, que reclama como antecedentes a Goya y a Posada, quizá los artistas plásticos que han llevado más lejos el humor negro (...) Sus personajes son nuestros contemporáneos y tienen la edad de nuestros hijos. Pero Los olvidados es algo más que un film realista. El sueño, el deseo, el horror, el delirio y el azar, la porción nocturna de la vida, también tienen su parte. Y el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el hombre mata y muere, ama y crea.