En el Perú el aborto sólo es legal cuando corre riesgo la vida de la mujer gestante, no es legal incluso en casos de violencia sexual. Según las últimas investigaciones del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, el Perú es el país con más denuncias por violación sexual de Sudamérica, y ocupa el puesto 16 en el mundo. Las cifras siguen siendo escalofriantes: el 78% de víctimas de violación sexual son menores de edad, y el 5 % de ellas queda embarazada.
La violencia sexual se incrementa y los embarazos forzados también. Estas situaciones que vienen generando una ola de violencia, principalmente contra las mujeres, tiene su razón de ser en el machismo institucionalizado que se vive en el país. En promedio, según informa el centro Flora Tristán, 10 mujeres son asesinadas por sus parejas y ex parejas mensualmente y se producen más de 300 mil abortos clandestinos e inseguros en el Perú cada año.
Sin embargo y a pesar de los datos objetivos de la realidad, existe una tendencia reaccionaria muy fuerte que busca acallar la voz de las mujeres y la lucha por sus derechos. Un ejemplo de esto lo vemos en el movimiento “con mis hijos no te metas” cuyos principales promotores está llenos de denuncias por violencia y acoso. Pertenecen a lo más rancio de la iglesia católica (como el Opus Dei de Cipriani), a las iglesias evangélicas y al fujimorismo. El presidente Martín Vizcarra no quiere y no se atreve a confrontar a estos sectores, necesitándolos para cuidar la frágil gobernabilidad burguesa que pretende construir a través del referéndum para reformar la constitución de 1993.
No será pues de la mano del Gobierno, del parlamento o de las instituciones del Estado que las mujeres conquistaremos el derecho democrático a la legalización del aborto, sino más bien a partir de nuestra auto organización y de la mano de la lucha de las y los trabajadores y el pueblo en su conjunto, como bien lo demuestra la experiencia de las mujeres argentinas. Por eso, nosotras desde Pan y Rosas no quisimos pasar por alto este día especial para la lucha de las mujeres, y organizamos en la universidad nacional de Tacna un plantón que tenía como objetivo visibilizar la demanda de millones de mujeres por la legalización del aborto, la cual sintetizamos en la consigna: “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto libre, legal, seguro y gratuito para no morir”.
Sin embargo, lo llamativo fue que funcionarios de la universidad amparados en argumentos vacíos de contenido impidieron que ejerciéramos nuestro derecho a la libre expresión. Eso no nos intimida, sino todo lo contrario, nos fortalece, ya que queda demostrado una vez más que nadamos contra la corriente y que nuestro accionar incomoda a quienes apuestan porque las cosas no cambien. Lo que si nos preocupa es que este tipo de actitudes intolerantes se den en una universidad pública que, como bien lo señaló en su momento nuestra compañera Fabiola Dapino:
debería tener como principio básico la universalidad del conocimiento y la promoción del pensamiento crítico, mas no la censura, esta cuando se da en la universidad se convierte en un acto vergonzoso y aberrante
. |