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La Izquierda Diario
1ro de octubre de 2018 Twitter Faceboock

LA “ESTRATEGIA” ES 2019
Chispazos peronistas: los Moyano versus Urtubey
Facundo Aguirre | @facuaguirre1917

La interna peronista levanta temperatura. Cristina aliada a la burocracia sindical que había votado por Macri. Y el gobernador salteño de los terratenientes buscando seducir a la “ancha avenida del medio”.

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En la actual interna del peronismo existen dos sectores claves. Por un lado el kirchnerismo (opositor al macrismo) y sus nuevos aliados de la burocracia sindical moyanista (que supieron apoyar en 2015 a Macri contra el kirchnerismo). Por el otro, la llamada Alternativa Nacional de Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti y Miguel Angel Pichetto, que comparten tanto la adhesión a lo que fuera el kirchnerismo en distintos momentos (Schiaretti siempre gustó de mostrarse más distanciado) como su actual posición de colaboracionistas de Cambiemos.

En este marco se dan los choques verbales cruzados entre el gobernador de Salta y la familia Moyano. Primero fue Urtubey que, haciendo gala de un servilismo atroz a la derecha en el poder, salió a atacar el extraordinario paro general protagonizado por los trabajadores el último 25 de septiembre. “Un paro, frente a una política económica, no tiene mucha utilidad práctica: no dudo de la legitimidad del paro, pero hasta ahora con ese tipo de medidas no cambia nada”, dijo.

Ciertamente la diatriba de Urtubey busca desacreditar cualquier tipo de lucha, pero señala algo que es indiscutible. Las medidas aisladas de la burocracia sindical, los paros para descomprimir y no tener que llevar a la práctica un verdadero plan de lucha, no mueven el amperímetro del gran saqueo nacional dictado por el FMI y llevado adelante por el gobierno de Cambiemos.

En respuesta a Urtubey, Pablo Moyano lo acusó de ser un “cipayo” de la burguesía salteña. “Un gobernador que hoy levanta las banderas del peronismo critica a los dirigentes gremiales y los pasos que se llevan adelante en defensa de los trabajadores, claramente es un antiperonista que está instalado en la burguesía salteña, un cipayo que sólo conoce a los pobres arrojándoles comida desde un helicóptero, en una provincia con el 26,4 % de habitantes que viven en situación de pobreza y con el 3,8 % de indigencia”, respondió.

El tema que Pablo Moyano no puede responder es por qué en el peronismo siempre pululan estos “cipayos” y “señores feudales” a los que la burocracia sindical apoya y critica de forma alternada.

Luego fue el propio Hugo Moyano quien, consultado sobre si se sentaría con los representantes de esta especie de peronismo de Vichy, contestó: “Urtubey representa a la oligarquía del peronismo, es más de Cambiemos. Con él no me sentaría para nada, pero con el resto podría conversar”. Para luego rematar su vocación de unir a kirchneristas, burócratas y colaboracionistas en una fuerza común. “El peronismo tiene que estar todo junto, y de ahí sacar al que más votos tiene; si no, se está trabajando para que el Gobierno continúe con políticas de hambre y miseria como las que lleva adelante”, dijo Moyano.

En algo tiene razón. Entre los que frenan las luchas de los trabajadores, los que apuestan a rezarle a la Virgen de Luján con la venia de Francisco y los que apoyan abiertamente a Cambiemos aprestándose a votarle el presupuesto 2019, en el peronismo se trabaja para el gobierno macrista.

Sin embargo, si se rasga la superficie, el colaboracionismo en sostener la gobernabilidad de un gobierno ajustador y entregado al FMI es una característica común. Mientras Urtubey y compañía lo hacen abiertamente votando las leyes fundamentales como el presupuesto, el kirchnerismo y sus aliados moyanistas lo hacen encubriendo su falta de política para derrotar el programa de ajuste del FMI, poniéndole un dique de contención a las movilizaciones de los trabajadores y el pueblo pobre y llamando a esperar al 2019 para ponerle fin a Mauricio Macri.

Quien remató la saga familiar de críticas a Urtubey fue Facundo Moyano al señalar que lo ve más “como candidato a vicepresidente de Macri que como opción opositora”. El diputado del Frente Renovador de los Moyano contestó al salteño también que “a pesar de su ultracristinismo hasta el 10 de diciembre de 2015, hoy podría tranquilamente ser jefe de gabinete de Macri o candidato a vice, el año que viene”.

El gobernador norteño reaccionó buscando la empatía de la clase media cambiemita y antikirchnerista, que es el electorado al que busca seducir el peronismo de Vichy. “Si Hugo Moyano y sus hijos me atacan, estoy seguro de que estoy haciendo las cosas bien y en el camino correcto”, afirmó. Y a rénglon seguido sostuvó que imagina “un país en el que nadie se crea dueño de los trabajadores. Quiero un país donde los trabajadores no necesiten de líderes del pasado para defender su destino y el de su familia”.

Extraña definición sobre la propiedad de los trabajadores de un gobernador que defiende el régimen de los terratenientes y patrones de estancia en su provincia donde reina además el trabajo en negro.

“Los peronistas somos como gatos: cuando parece que nos peleamos nos estamos reproduciendo”, sentenciaba Juan Domingo Perón cuando se lo consultaba sobre las violentas internas de su movimiento. Esta definición siempre fue utilizada para justificar la pirotecnia entre las distintas tendencias y figuras del peronismo en disputa como una característica que se resuelve sin sacar los pies del plato.

La actualidad del peronismo lo encuentra en una situación demasiado complicada. CFK tiene un 30 % de los votos de la Provincia de Buenos Aires que la hacen aún una candidata de peso. Sin embargo ese 30 % también es su techo y su complicada situación judicial dificulta que el peronismo cierre filas con ella.

El peronismo de Vichy necesita definir aún quién será su candidato y cómo van a hacerse cargo de la “ancha avenida del medio” que, opinan, la crisis del macrismo y el rechazo al kirchnerismo les deja como base electoral.

Junto a Cristina una burocracia que la enfrentó y hoy la acompaña jugando fuerte en la interna justicialista con el objetivo de ser el cemento que pueda unir bajo un mismo techo a la mayoría del peronismo. Con este objetivo Moyano ha formado el Frente Sindical del Modelo Nacional cuyo plan de lucha, luego del parazo general y las movilizaciones del 24 y 25 de septiembre, consiste en una procesión a Luján en octubre junto a los movimientos sociales de San Cayetano.

Todos estos movimientos muestran que la estrategia es el 2019. Una política ajena a los intereses de los trabajadores y el pueblo pobre que hoy se debaten para subsistir frente a la brutal ofensiva económica del ajuste fondomonetarista y protagonizan una resistencia que no tiene respuesta por parte de los dirigentes sindicales y el peronismo que los invitan a aguantar un año más de degradación de sus condiciones de vida y de entrega nacional como única perspectiva.

 
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