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Las últimas generaciones crecimos con la mítica historia del “plebiscito del NO” de 1988. Según ésta, el pueblo de Chile sacó al general Augusto Pinochet del poder a través de una elección popular, recuperando así, la democracia y la “alegría”: ¿La dictadura se acabó con el plebiscito? ¿El triunfo del NO consiguió la alegría para pueblo trabajador?
El plebiscito no acabó con la política de la dictadura
Creer que la Dictadura concluyó con una votación es una completa ilusión, el plebiscito de 1988 fue el punto más importante de la transición pactada. Un acuerdo entre Pinochet, las Fuerzas Armadas, la derecha y los partidos de la Concertación ¿Qué podía resultar de esta negociación? Un acuerdo que sellara la obra de Pinochet: el modelo capitalista neoliberal y la Constitución militar de 1980, pilares que aún se mantienen prácticamente intactos.
La obra económica: penurias para miles, riquezas para unos pocos
La Junta Militar, tras el golpe de Estado sangriento contra la clase trabajadora y sus partidos políticos, destinó su esfuerzo a una transformación económica del país que constó de tres medidas estructurales desde 1977: cambiar el carácter del Estado a uno subsidiario (con la privatización de empresas y servicios del Estado), la reducción del gasto público (en educación, salud, viviendo y previsión) y la apertura comercial (eliminación de las barreras arancelarias que protegían a los productos nacionales).
¿Quiénes se beneficiaron y a quiénes perjudicó este cambio? Nuevos empresarios como Von Appen, Ponce Lerou, Luksic, Piñera, Matte y Paulman hicieron usufructo de las empresas estatales, consiguiendo un rápido enriquecimiento. Surgió la educación, la salud y las pensiones privadas, transformando los derechos sociales en un nicho de negocio privado y precarizando el sistema público. La apertura perjudicó a la industria nacional cerrando la producción de calzado, textil y electrodomésticos con la consiguiente cesantía y destrucción de condiciones laborales adquiridas, como el Código Laboral que restringe el derecho a sindicalización y favorece al empresario.
La obra política: democracia “protegida” para ricos
En 1980 la Dictadura creó una nueva Constitución, cuya gestación y proclamación se hizo al margen de cualquier elección popular libre. Ésta garantiza que la democracia es “protegida por las Fuerzas Armadas”, sellando así el papel interventor y golpista de los militares en caso de que se vea afectada la “democracia”, el mismo argumento con el cual ejecutaron el golpe de Estado de 1973.
La Constitución defiende la propiedad privada y su seguridad por sobre otros derechos fundamentales y en ella el Estado no es responsable de los derechos sociales básicos. Está garantizada la alianza entre el capital y el Estado por medio de la función subsidiaria. En ella también se resguarda la existencia de instituciones anti-democráticas como el Tribunal Constitucional, el Senado y los Tribunales Militares (que dejan en total impunidad los crímenes cometidos por militares y policías).
Defender el NO es defender el triunfo del SI
El pueblo de Chile fue llevado a una encerrona: un plebiscito donde se pretendía sacar a Pinochet del poder, pero, manteniendo cada una de sus obras. Fue un desvío para el proceso de lucha de masas que estaba enfrentando Pinochet desde 1983 que con una serie de protestas nacionales hicieron tambalear el poder del Dictador.
Una revolución podía tumbar a Pinochet y a la vez mandar al basurero histórico toda la obra de su gobierno. Este escenario debía ser evitado, por ello es que los militares accedieron a entregar el poder. La Dictadura no cayó, sólo se hizo a un costado, para que civiles gobernaran. La Concertación con los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet profundizaron el legado neoliberal y anti-democrático, cometiendo atrocidades contra los Derechos Humanos del pueblo Mapuche, los estudiantes y los trabajadores.
El apoyo “a medias” del Frente amplio al NO
Estos últimos años nació el Frente Amplio como carta de representación de las demandas sociales instaladas por las movilizaciones desde el 2011. Al ser un partido independiente a los dos partidos hegemónicos: la derecha y la Concertación (Nueva Mayoría) generó, y aún genera, expectativas de cambio. Sin embargo, su postura frente al plebiscito es un apoyo directo al desvío de la transición pactada.
El diputado Tomás Hirsch (PH) reconoce que no fue un error apoyar el NO, el problema surge después, cuando la Concertación “traiciona” sus ideales democráticos. ¿Es posible separar el proceso de su resultado? Nosotros como PTR creemos que no, pues el plebiscito se hizo justamente para no afectar en una sola coma el legado económico y político de Pinochet.
Por otro lado Karina Oliva, del Partido Poder, reflexiona que tras el NO se originó una “deuda” con la ciudadanía. Deuda que difícilmente pudiera repararse dentro del actual sistema económico y político, es decir, en los márgenes del capitalismo: cuestión que no se proponen derribar, sino reformar.
El problema estuvo en la génesis del pacto entre la Concertación y las Fuerzas Armadas. De lo que se trata es si había que romper o no con el legado de 17 años de gobierno ilegítimo. De haber existido un partido político que planteara romper con Pinochet por medio de una Asamblea Constituyente revolucionaria, libre y soberana impuesta con la movilización; el saqueo imperialista, las privatizacione y la desigualdad hubieran encontrado su final. Como sabemos, "los Aylwin" y "los Lagos" no querían esto. |