Desde el lunes 8 de octubre y durante todo el martes 9 se han levantado las principales huelgas cuyo objetivo era la derrota de la Reforma Fiscal impuesta por el FMI y el gobierno de Carlos Alvarado. Tres elementos parecen haber confluido para que la clase trabajadora haya decidido levantar la huelga.
En primer lugar la victoria parcial que el gobierno obtuvo al lograr la aprobación en primer debate de la Reforma Fiscal. Esta victoria, como decíamos en otros textos previos, tomó por sorpresa a las direcciones sindicales y las bases, que esperaban que la votación se diera hacia el 14 de Octubre. Y tuvo un impacto pues demostró la capacidad política del gobierno, algo no previsto por las direcciones sindicales.
En segundo lugar, el gobierno utilizó los mecanismos de la recién inaugurada Reforma Procesal Laboral, que modificó las condiciones de legalidad de las huelgas, por lo cual se abría la posibilidad de que el gobierno suspendiera el pago del salario o incluso aplicado despidos. Un elemento muy importante de debate en la clase trabajadora ha sido el resultado de esta reforma laboral, impulsada por la más importante figura política del reformista Frente Amplio, José María Villalta, hoy diputado.
Pero el elemento determinante, que hace muy difícil que los dos anteriores puntos fueran combatidos porlas Asambleas de base, es el desastre entre estrategias y tácticas que las direcciones burocráticas introdujeron en esta fase de la huelga. Para decirlo claramente la burocracia sindical no tenía plan alguno para este momento, previsible, de la lucha y es por ello que las direcciones camuflan una retirada táctica con lo que en verdad parece ser una retirada desordenada.
En este sentido la retirada que impulsan las direcciones parece no tomar en cuenta que no hay ningún motivo por el cual el gobierno no avance contra la clase trabajadora a través de todo tipo de artilugios amparado en la nueva ley laboral.
Incluso hubo sectores centristas que plantearon que entre el primer debate y el segundo debate había una suerte de descanso, como el que existe entre los rounds de boxeo. Pero estas posiciones que crean una ilusión de paz social intermedia no dan cuenta de que el gobierno queda en toda la disposición de atacar durante este intermedio, y la clase trabajadora queda en una posición muy difícil para defenderse.
Si hubiera sido necesario una retirada táctica, pues bien se podría haber hecho con una jornada nacional de movilización, para dejar la moral alta y demostrar fuerza ante el gobierno.
Ahora bien, esta situación difícil no implica que el gobierno haya obtenido una victoria completa. La voluntad de pelear con un plan serio y coherente es evidente. Incluso la voluntad de pelear sin un plan detallado es evidente. Y todavía efectivamente la Reforma Fiscal debe aprobarse en segundo debate, por lo cual no hay que descartar un nuevo avance de la clase trabajadora.
En todo caso, como elementos de balance, es muy importante la experiencia masiva que la clase trabajadora ha hecho con el gobierno del PAC, partido que hasta hace unos meses era visto como un aliado por grandes sectores. Hoy la sensación respecto del PAC es muy diferente. La clase trabajadora ha realizado en los hechos una importante experiencia de independencia de clase. Para acelerar y completar esa ruptura es necesario avanzar en la organización de un partido revolucionario de la clase trabajadora, que se postule como una alternativa real a las orientaciones zigzagueantes de la burocracia sindical, con un plan de acción coherente, con formación política sobre la relación entre táctica y estrategia, con inquebrantable voluntad militante y parte de una organización socialista y revolucionaria. |